Ha desaparecido. El FBI la esta buscando.

– ?Cuanto les ha contado? ?Deberia prepararme para abandonar el pais?

– No. El juego acaba de empezar. Lo que les ha contado hasta el momento no bastaria para llevarlo a juicio. Les ha hablado mas del proceso que de los participantes en el mismo. Sin embargo, eso no quiere decir que no puedan investigar lo que les ha contado. Pero tienen que andarse con ojo. Los objetivos no estan precisamente sirviendo hamburguesas en un McDonald's.

– ?Y el todopoderoso senor Thornhill no sabe donde esta Faith? Espero que la omnisciencia no comience a fallarle ahora.

– Carezco de informacion al respecto -repuso el hombre.

– Una situacion mas bien lamentable para una agencia de informacion secreta - comento Buchanan esbozando una sonrisa. Uno de los troncos de la chimenea emitio un chasquido, un chorro de savia salpico la pantalla. Buchanan lo vio deslizarse hacia abajo por la malla, sin escapatoria, aproximandose al fin de su existencia. ?Por que le parecio un simbolo del resto de sus dias?

– Tal vez deberia buscarla.

– No es asunto suyo.

Buchanan lo miro de hito en hito. ?De verdad habia dicho eso, el muy idiota?

– No es usted quien va a acabar en la carcel.

– Todo saldra bien. Limitese a seguir haciendo lo que deba.

– Quiero que se me informe, ?esta claro? -Buchanan se volvio hacia la ventana. Reflejada en la misma vio la reaccion del hombre ante sus palabras mas bien asperas. Pero ?que valor tenian en realidad? Buchanan habia perdido este asalto; de hecho, era imposible que lo ganara.

La calle estaba oscura y en ella no se apreciaban movimientos; solo los sonidos de las ardillas que trepaban por los arboles y saltaban de rama en rama en su interminable juego de supervivencia. Buchanan se hallaba en una situacion parecida, aunque mas peligrosa aun que saltar por la resbaladiza corteza de varios arboles de nueve metros de altura. Se habia levantado viento; en la chimenea comenzaba a oirse un bramido grave. La corriente de aire esparcio parte del humo de la chimenea por la habitacion.

El hombre comprobo la hora.

– Tenemos que irnos antes de quince minutos para que no pierda el avion. - Recogio la maleta de Buchanan, dio media vuelta y se marcho.

Robert Thornhill siempre habia sido muy prudente a la hora de contactar con el. Nunca lo llamaba a casa ni a la oficina. Las entrevistas cara a cara solo se celebraban en circunstancias que no despertaran sospecha alguna y donde nadie pudiese vigilarlos. El primer encuentro entre los dos habia constituido una de las pocas ocasiones en la vida de Buchanan en que habia sentido que no estaba a la altura de un oponente. Thornhill habia presentado con calma pruebas irrefutables de los tratos ilegales de Buchanan con miembros del Congreso, burocratas de alta jerarquia e incluso de la Casa Blanca. Disponia de cintas en las que votaban a favor de conspiraciones y estrategias para burlar las leyes, hablaban abiertamente sobre cuales serian sus funciones falsas cuando dejaran sus cargos y como y a quien le untarian la mano. El hombre de la CIA habia destapado la red de fondos para sobornos y corporaciones que Buchanan habia organizado para hacer llegar el dinero a sus funcionarios publicos.

– Ahora trabajas para mi -le habia dicho Thornhill sin rodeos-. Y continuaras haciendo lo que haces hasta que mi red sea tan resistente como el acero. Y entonces te apartaras y yo me hare cargo de todo.

Buchanan se habia negado.

– Ire a la carcel -le habia contestado-. Prefiero eso a trabajar para ti.

Buchanan recordaba que Thornhill se habia mostrado un tanto impaciente.

– Siento no haberme explicado con claridad. La carcel no es una alternativa. 0 trabajas para mi o dejas de vivir.

Buchanan palidecio al oir la amenaza pero se mantuvo firme.

– ?Un funcionario publico implicado en un asesinato?

– Soy un funcionario publico especial. Trabajo en situaciones extremas. Eso suele justificar lo que hago.

– Mi respuesta es la misma.

– Hablas tambien por Faith Lockhart? ?0 prefieres que la consulte sobre el asunto en persona?

Aquel comentario le habia sentado como un tiro en el cerebro. Resultaba obvio que Robert Thornhill no era un bravucon; no se andaba con fanfarronadas. Si le dijera a alguien una frase tan inofensiva como: «Siento que hayamos llegado a esto», era bastante probable que al dia siguiente esa persona estuviera muerta. Buchanan creyo entonces que Thornhill era un hombre centrado, reflexivo y prudente, no muy distinto de el. Decidio cooperar. Para salvar a Faith.

Ahora Buchanan comprendia la importancia de las medidas preventivas de Thornhill. El FBI lo vigilaba. Tendrian que trabajar duro, porque Buchanan dudaba que colaborasen con Thornhill cuando se trataba de operaciones clandestinas. No obstante, todo tenia su talon de Aquiles. Thornhill habia encontrado el suyo en Faith Lockhart. Hacia tiempo que Buchanan se preguntaba cual seria el punto debil de Thornhill.

Se dejo caer en un sillon y contemplo el cuadro que colgaba en la pared de la biblioteca. Era el retrato de una madre y un nino. Habia permanecido casi ochenta anos en un museo privado. Era obra de uno de los maestros reconocidos, aunque menos famosos, del Renacimiento. Saltaba a la vista que la madre era la protectora y el nino un ser indefenso. Los maravillosos colores, los perfiles exquisitamente pintados, la sutil brillantez de la mano que habia creado esa imagen, tan evidente en cada pincelada, siempre embelesaban a cuantos la veian. La pintura se habia secado hacia casi cuatrocientos anos, pero los delicados trazos, la luminosidad de los ojos y cada uno de los detalles todavia destilaban la misma fuerza.

Era un amor perfecto por su reciprocidad, ajeno a intereses silenciosos y corrosivos. Por un lado reflejaba el mecanismo de las funciones biologicas. Por el otro, se trataba de un fenomeno realzado por la gracia divina. El cuadro era su pertenencia mas preciada. Por desgracia, tendria que venderlo en breve, y quiza la casa tambien. Se estaba quedando sin dinero para financiar las «jubilaciones» de sus clientes. De hecho, se sentia culpable porque todavia no habia vendido el cuadro. i Generaria tantos fondos, ayudaria a tantas personas…! Sin embargo, el mero hecho de sentarse y contemplarlo lo tranquilizaba y le levantaba el animo. Era puro egoismo pero le producia mas placer que cualquier otra cosa.

Tal vez en aquel momento todo fuera dudoso. Se acercaba su fin. Sabia que Thornhill no lo dejaria salir impune y que tampoco permitiria que sus clientes disfrutaran de jubilacion alguna. Eran sus futuros esclavos. El hombre de la CIA, a pesar de su refinamiento y linaje, era un espia. ?Y que eran los espias sino mentiras andantes? Aun asi, Buchanan respetaria el acuerdo al que habia llegado con los politicos. Les daria lo que les habia prometido por haberle ayudado, tanto si les permitirian disfrutarlo como si no.

El fuego se reflejaba en el cuadro, y a Buchanan le parecio que el rostro de la mujer adquiria los rasgos de Faith Lockhart; no era la primera vez que le ocurria. Observo los labios que podian tornarse irascibles o sensuales sin previo aviso. Cada vez que recorria con la mirada la cara de contornos perfectos y el cabello rubio, no caoba, bajo el angulo de luz correcto, pensaba en Faith. Sus ojos lo fascinaban; el que la pupila izquierda estuviera ligeramente descentrada anadia una intensidad a la mirada que convertia el semblante de Faith en algo extraordinario; era como si ese defecto de la naturaleza le hubiera conferido el poder de ver a traves de cualquier persona.

Recordaba cada uno de los pormenores de su primer encuentro. Recien salida de la universidad, Faith habia irrumpido en su vida con el entusiasmo propio de una misionera novel, dispuesta a comerse el mundo. Apenas tenia experiencia, era inmadura en varios sentidos, desconocia por completo los teje-manejes de Washington y su ingenuidad, en muchos aspectos, resultaba sorprendente. Sin embargo, sabia imponerse como una estrella de cine. Podia hacer bromas y, de repente, ponerse seria. Alimentaba los egos como nadie y conseguia transmitir su mensaje, pero sin presionar de forma abierta. Tras hablar con ella durante cinco minutos, Buchanan supo que tenia lo que hacia falta para prosperar en su mundo. Un mes despues de contratarla,

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