posible que su cuerpo estuviera reaccionando a la terrible experiencia de las ultimas doce horas y se negara a funcionar, como si arrojara la toalla. «Por favor, no me hagas dano», parecia suplicar.
– Podria mentirte y decirte que queria cambiar el mundo. Eso es lo que todo el mundo dice, ?no? -Extrajo un frasco de aspirinas de su bolsa, saco dos y se las trago con el cafe-. De hecho, recuerdo haber visto las sesiones del caso Watergate cuando era nina. Un monton de personas serias en aquella sala. Recuerdo a todos aquellos hombres de mediana edad, repeinados y con los rostros hinchados, hablando por unos microfonos toscos mientras los abogados les susurraban al oido. Todos los medios de comunicacion, el mundo entero estaba pendiente de lo que sucedia alli dentro. Lo que el resto del pais consideraba atroz, a mi me atraia. ?Tanto poder! -Sonrio con languidez-. No estaba bien de la cabeza. Las monjas tenian razon. Una en concreto, la hermana Audrey Ann, estaba convencida de que mi nombre era una blasfemia. «Querida Faith -me decia- haz honor a tu nombre de pila, que significa fe, y no hagas caso a tus impulsos diabolicos.»
– ?Asi que eras una agitadora?
– No, pero en cuanto veia un habito, era como si me volviese malvada. Debido al trabajo de mi padre nos mudabamos a menudo. A pesar de eso, las cosas me iban bien en el colegio, aunque armaba unos buenos lios fuera. Estudie en una buena universidad y acabe en Washington con todos esos recuerdos de poder absoluto dandome vueltas en la cabeza. No tenia la menor idea de que haria con mi vida, pero sabia que queria entrar en el juego a toda costa. Pase una epoca en el Congreso trabajando para un congresista novel y capte la atencion de Danny Buchanan. Me contrato enseguida, supongo que vio algo en mi. Creo que le gustaba mi caracter; cuando llevaba dos meses trabajando para el, ya le dirigia el despacho. Tambien le gustaba que nunca me amedrentara ante nadie, ni ante el presidente de la Camara.
– Supongo que no esta nada mal para alguien que acababa de salir de la universidad.
– Mi filosofia era que, comparados con las monjas, los politicos no eran muy duros de pelar.
Lee sonrio.
– Me alegro de haber ido a la escuela publica. -Aparto la mirada por unos instantes-. No mires ahora, pero el FBI esta cerca.
– ?Que? -Faith se volvio en todas las direcciones.
Lee puso los ojos en blanco.
– Oh, vaya, ?que bien!
– ?Donde estan?
Lee golpeo suavemente la mesa.
– En ninguna parte. Y en todas partes. Los del FBI no se pasean con las placas en la frente. No los veras.
– Entonces, ?por que diablos me has dicho que estaban cerca?
– Era una pequena prueba. Y no la has pasado. A veces, no siempre, identifico a los del FBI. Si te lo digo de nuevo, no sera en broma. Estaran cerca. Y no puedes reaccionar como ahora. Tienes que moverte con naturalidad y lentitud. Eres una bonita mujer de vacaciones con su novio. ?Entendido?
– Bien, de acuerdo. Pero no me la vuelvas a jugar. Todavia estoy muy tensa.
– ?Como piensas pagar los billetes? -pregunto Lee.
– ?Como deberia pagarlos?
– Con la tarjeta de credito que esta a nombre falso. No conviene que nos vean con mucho dinero en las manos. Si pagaras en efectivo un billete de ida para hoy, tal vez alertarias a la compania aerea. En estos momentos, cuanto menos llamemos la atencion, mejor. ?Cual es, por cierto? ?Tu otro nombre?
– Suzanne Blake.
– Bonito nombre.
– Asi se llamaba mi madre.
– ?Se llamaba? ?Fallecio?
– Mi padre y mi madre. Mi madre cuando yo tenia once anos y mi padre seis anos despues. No tengo hermanos ni hermanas. Me quede huerfana a los diecisiete.
– Debio de ser duro.
Faith guardo silencio durante un rato. Le costaba hablar sobre el pasado, asi que casi nunca lo hacia. Y apenas conocia a Lee. Sin embargo, el hombre obraba en ella cierto efecto reconfortante.
– Queria mucho a mi madre -comenzo a explicar-. Era una buena mujer que habia sufrido por culpa de mi padre. El tambien era buena persona, pero siempre buscaba la manera de ganar dinero con ideas alocadas. Y como sus planes siempre fracasaban, teniamos que hacer las maletas y marcharnos a otro lugar.
– ?Por que?
– Porque habia otras personas que tambien perdian dinero con los planes infalibles de mi padre. Y se disgustaban con el, lo cual es comprensible. Nos mudamos cuatro veces antes de que muriera mi madre. Y despues, otras cinco. Mi madre y yo rezabamos por mi padre todos los dias. Poco antes de morir, me pidio que me ocupara de el, y yo solo tenia once anos.
Lee nego con la cabeza.
– Mi vida ha sido muy diferente. Mis padres han vivido en la misma casa durante cincuenta anos. ?Como saliste adelante tras la muerte de tu madre?
A Faith le costaba menos hablar de aquello.
– No fue tan duro como parece. Mama queria a mi padre, pero odiaba su estilo de vida, sus planes, las mudanzas. Sin embargo, el no estaba dispuesto a cambiar, asi que no puede decirse que fuese la pareja mas feliz del mundo. Hubo ocasiones en las que crei que mama lo mataria. Cuando murio, fue como si mi padre y yo nos unieramos contra el mundo. Me ponia un conjunto bonito y me lucia ante sus socios potenciales. Supongo que la gente pensaria: «Como va a ser malo si tiene a esa ninita?» Cuando cumpli los dieciseis comence a ayudarle a cerrar los tratos. Madure deprisa. Supongo que de ahi saque el pico de oro y la fuerza de voluntad. Aprendi a pensar con rapidez.
– Una educacion poco convencional -comento Lee-, pero me imagino que te resultaria util para cabildear.
A Faith se le humedecieron los ojos.
– Camino de cada reunion, me decia: «Esta es la definitiva, Faith, querida. Lo noto justo aqui», y se colocaba la mano sobre el corazon. «Todo es para ti, para mi ninita. Papa quiere a su Faith.» Y yo le creia, siempre.
– Tengo la impresion de que, al final, acabo haciendote dano -dijo Lee en voz baja.
Faith sacudio la cabeza con rotundidad.
– Mi padre no intentaba estafar a la gente. No hacia inversiones fraudulentas ni nada parecido. Creia de veras que sus ideas funcionarian. Pero jamas funcionaban y teniamos que mudarnos a otro lugar. Ademas, nunca ganabamos dinero. Dios mio, dormimos en el coche mas veces de las que quisiera. Recuerdo que mi padre, en innumerables ocasiones, entraba por la puerta trasera de los restaurantes y, al poco, salia con la cena, tras persuadirlos para que se la dieran. Nos sentabamos en el asiento de atras y comiamos. El solia contemplar el cielo y me senalaba las constelaciones. Ni siquiera habia acabado los estudios secundarios, pero sabia mucho sobre estrellas. Decia que habia perseguido demasiadas durante toda la vida. Nos quedabamos alli sentados, hasta bien entrada la noche, y mi padre me aseguraba que las cosas estaban a punto de mejorar.
– Parece que tenia labia -dijo Lee-. Supongo que habria sido un buen investigador privado.
Faith sonrio, sumida en sus evocaciones.
– A veces entraba en un banco con el, y al cabo de cinco minutos se sabia el nombre de todos, bebia cafe y hablaba con el director del banco como si lo conociera de toda la vida. Saliamos del