– No estes muy seguro. Cuando ha faltado poco para que te vuelen la cabeza te pones a reconsiderar las lealtades -apunto Reynolds.
– Si Buchanan y los suyos van a por Lockhart, entonces tambien deben de ir a por nosotros.
– Eso ya lo has dicho. ?Una filtracion? ?Aqui?
– Una filtracion en algun lugar. Aqui o por parte de Lockhart. Quiza Faith hizo algo que desperto las sospechas de Buchanan. Por lo que sabemos, es un tipo de lo mas cauteloso. Ordeno que la siguieran, por algun motivo. La vieron reunirse contigo en la casa. Investigo un poco mas, descubrio la verdad y contrato a alguien para hacerla desaparecer.
– Prefiero creer eso a que alguien de aqui nos haya traicionado -dijo Reynolds.
– Yo tambien. Pero lo cierto es que en todos los cuerpos que se dedican a velar por el cumplimiento de la ley hay algunas manzanas podridas.
Reynolds se pregunto si Connie sospechaba de ella. Todo el personal del FBI, desde los agentes especiales hasta el personal de apoyo, tenian autorizacion para tratar asuntos de maxima confidencialidad. Cuando alguien solicitaba un puesto en el FBI, un grupo de agentes indagaba todos los detalles de su pasado, por insignificantes que fueran, y hablaba con todas las personas que lo conocian. Cada cinco anos se efectuaba una investigacion de campo a gran escala de todos los empleados del FBI. En el interin, se informaba al jefe de seguridad del departamento de recursos humanos sobre cualquier actividad sospechosa en que estuviese implicado un agente y se le transmitia cualquier queja sobre personas que formularan preguntas sospechosas acerca de algun empleado. Gracias a Dios, a Reynolds eso nunca le habia sucedido. Su expediente estaba impoluto.
Si se sospechaba que se habia producido una filtracion o alguna infraccion de las normas de seguridad, era probable que la Oficina de Responsabilidad Profesional llevase a cabo una investigacion y que el empleado sospechoso tuviera que someterse al detector de mentiras. Asimismo, el FBI siempre estaba ojo avizor por si un miembro del personal tenia demasiados problemas profesionales o personales que pudiesen impulsarlo a aceptar sobornos o caer en el trafico de influencias.
Reynolds sabia que a Connie las cosas le iban bien desde un punto de vista economico. Su esposa habia muerto hacia varios anos tras una enfermedad prolongada que habia mermado sus recursos, pero vivia en una buena casa que valia mucho mas de lo que habia pagado por ella. Sus hijos ya habian terminado sus estudios universitarios y su pension ya estaba asegurada. En otras palabras, disfrutaria de una jubilacion mas que decente.
Por otro lado, Reynolds no ignoraba que tanto su vida personal como su economia atravesaban un mal momento. ?Fondos para que sus hijos fueran a la universidad? Tendria suerte si lograba costear las clases particulares para el primer curso. Dentro de bien poco ni siquiera tendria casa propia. El acuerdo de divorcio exigia que la vendiera. Estaba pensando en mudarse a un piso del mismo tamano que el que habia alquilado despues de licenciarse. Para una persona resultaba acogedor, pero un adulto y dos ninos llenos de energia estarian muy estrechos alli.
?Podria seguir pagando a la ninera? ?Acaso le quedaba otra opcion, teniendo en cuenta todo lo que trabajaba? No podia dejar a los ninos solos por la noche.
En cualquier trabajo, estaria en la lista de las diez personas con mas posibilidades de ser despedidas. Pero en el FBI, el numero de divorcios era tan elevado que el suyo pasaria inadvertido para el radar del organismo. Trabajar en el FBI no solia ser compatible con disfrutar de una vida personal feliz.
Parpadeo al percatarse de que Connie todavia la miraba. ?Sospechaba que ella era la autora de la filtracion, o la causante de la muerte de Ken?
Era consciente de que las circunstancias no la favorecian. Habian matado a Newman la misma noche que le habia pedido que la sustituyera para acompanar a Lockhart. Sabia que Paul Fisher habia estado dando vueltas al asunto y con toda seguridad Connie lo estaba pensando en esos momentos.
Reynolds se sereno.
– Exista o no la filtracion, ahora mismo no podemos hacer nada al respecto - asevero-. Concentremonos en lo que si podemos hacer.
– Bien. ?Cual es el siguiente paso?
– Agotar las lineas de investigacion. Encontrar a Lockhart. Esperemos que use una tarjeta de credito para comprar los billetes de avion o tren. Si lo hace, es nuestra. Tambien debemos encontrar al tirador. Seguir de cerca a Buchanan. Descifrar la cinta de video y averiguar quien estaba en la casa. Quiero que actues de enlace con la UCV. Tenemos un monton de cabos sueltos, ?si tan solo pudiesemos atar uno o dos!
– ?Acaso no es lo que nos ocurre siempre?
– Nos encontramos en un verdadero aprieto, Connie. Connie asintio pensativo.
– He oido que Fisher paso por aqui. Supongo que vendria a verte. -Reynolds no replico, por lo que Connie prosiguio-: Hace trece anos dirigi una operacion antidroga secreta junto con la DEA en Brownsville, Tejas. -Guardo silencio por unos instantes, como dudando si debia continuar o no-. Nuestro objetivo oficial era detener el trafico de cocaina de la frontera mexicana. Nuestro objetivo extraoficial era llevar a cabo la mision sin hacer quedar mal al Gobierno mexicano. Por ese motivo, teniamos lineas de comunicacion abiertas con nuestros homologos de Ciudad de Mexico. Quiza demasiado abiertas, porque al sur de la frontera reinaba una corrupcion ilimitada a todos los niveles. Pero se hizo asi para que las autoridades mexicanas compartieran la gloria despues de que nosotros hicieramos todo el trabajo y atraparamos a los narcotraficantes que dirigian el cartel. Tras dos anos de investigacion, se planeo una gran redada. Sin embargo, se filtro informacion y mis hombres sufrieron una emboscada; dos de ellos murieron.
– Oh, Dios mio. Habia oido hablar del caso, pero no sabia que hubieras participado.
– Probablemente todavia te estaban saliendo los dientes en Quantico.
Reynolds no sabia si era una pulla velada o no, pero decidio no replicar.
– En fin -prosiguio Connie-, cuando todo acabo, vino a verme uno de los jovenes arribistas de la oficina central que no sabia ni sostener la pistola y, cortesmente, me comunico que si no hacia las cosas bien, estaba acabado. Pero habia una condicion. Si descubria que nuestros amigos mexicanos nos traicionaban, no podria alegarlo como excusa. Relaciones internacionales, me dijo. Tendria que sacrificarme por el bien del mundo. -Le temblo la voz al pronunciar las ultimas palabras.
Reynolds se percato de que estaba conteniendo el aliento. Connie no solia hablar tanto. En un diccionario, el retrato de Connie apareceria junto a la definicion de «taciturno».
Connie bebio cafe y se seco los labios con el dorso de la mano.
– Bueno, ?sabes que paso? Descubri que la filtracion procedia de los altos mandos del departamento de policia mexicano, asi que marque la frente de esos cabrones con una enorme equis y me largue. Si mis superiores no querian hacer nada al respecto, bien. Pero, maldita sea, yo no estaba dispuesto a tragarme la mierda de otros. -Miro a Reynolds de hito en hito-. «Relaciones internacionales» -anadio, esbozando una sonrisa amarga. Apoyo los codos en el escritorio.
Reynolds se pregunto si se trataba de una especie de reto.
?Acaso queria marcarle la frente con una equis o la desafiaba a marcarle la suya?
– Desde entonces, ese ha sido mi lema -dijo Connie.
– ?Cual?
– A la mierda las «relaciones internacionales».