Rescate de Rehenes y a los perros y a los cuerpos blindados y toda esa mierda. Llegan y te pillan, caso cerrado. - Lee hablaba con mas tranquilidad a medida que reflexionaba-. Veamos, los tipos que te esperaban en la puerta eran del FBI. -Asintio pensativo-. No intentaban disimular su identidad. -?Y los otros dos hombres? Ni idea. Pero sabia que Faith tenia suerte de estar viva-. Ah, y por cierto, de nada por volver a salvarte el pellejo. Unos segundos mas y estarias de nuevo en manos del FBI, acribillada a preguntas que no sabrias responder. Quiza deberia haber dejado que te atraparan -anadio en tono de hastio.

– ?Por que no lo has hecho? -pregunto Faith en voz baja.

A Lee le entraron ganas de reirse. Toda aquella experiencia era como un sueno. «Pero ?donde me despertare?», penso.

– En estos momentos la locura parece prevalecer sobre todo lo demas.

Faith intento sonreir.

– Menos mal que hay locos en el mundo.

Lee no le devolvio la sonrisa.

– A partir de ahora, somos siameses. Sera mejor que se acostumbre a ver mear a un hombre, senora, porque ahora somos inseparables.

– Lee…

– ?No quiero oirlo! No digas una maldita palabra. -Le temblaba la voz-. Te juro que me falta bien poco para romperte la cabeza. -Le sujeto con fuerza las munecas, como si sus manos fueran una especie de esposas vivientes. Luego se recosto, con la mirada perdida.

Aunque hubiera podido, Faith no habria intentado soltarse. Le aterraba la idea de que el la golpeara. Era probable que Lee Adams nunca se hubiera enfadado tanto en toda su vida. Al final, tambien ella se recosto e intento relajarse. El corazon le latia con tanta fuerza que le sorprendio que los vasos sanguineos soportaran la presion. Quiza lo mejor seria ahorrarle un monton de problemas a los demas y morirse de un infarto.

En Washington era facil mentir sobre el sexo, el dinero, el poder o la lealtad. Las mentiras se convertian en verdades y los hechos en mentiras. Faith habia visto de todo. Era uno de los lugares mas frustrantes y crueles del mundo, donde habia que confiar en las viejas alianzas y en los reflejos para sobrevivir y donde cada dia y cada relacion nueva podian acabar contigo. Faith se encontraba a gusto en ese mundo e incluso habia llegado a amarlo. Hasta ese momento.

Faith no se atrevia a mirar a Lee Adams porque temia lo que veria en sus ojos. Lee era todo cuanto tenia. Aunque apenas lo conocia, por algun motivo que desconocia ansiaba obtener su respeto y su comprension. Sabia que no lo conseguiria. No lo merecia.

Por la ventana vislumbro un avion que ganaba altitud rapidamente. Al cabo de unos segundos desapareceria entre las nubes. Los pasajeros solo verian abajo la capa de cumulos hinchados, como si el mundo se hubiera esfumado de repente. ?Por que no viajaba ella a bordo de ese avion, con rumbo a un lugar donde pudiese comenzar de nuevo? ?Por que no existian lugares asi? ?Por que?

23

Brooke Reynolds, abatida, se sento junto a la mesita con la barbilla apoyada en la palma de la mano y se pregunto si algo saldria bien en el caso que llevaba. Habian encontrado el coche de Ken Newman. Lo habian limpiado con tanta profesionalidad que su equipo de «expertos» no habia encontrado una sola pista relevante. Acababa de hablar con los del laboratorio; todavia estaban intentando arreglar la cinta de video. Lo peor de todo era que Faith Lockhart se les habia escapado por los pelos. A ese ritmo, llegaria a directora del FBI en un abrir y cerrar de ojos. Estaba convencida de que, cuando regresara al despacho, se encontraria con un torrente de mensajes del SEF, e intuia que ninguno seria elogioso.

Reynolds y Connie estaban en un zona reservada del aeropuerto nacional Reagan. Habian interrogado en profundidad a la empleada que habia vendido los billetes a Faith Lockhart. Habian revisado todas las cintas de vigilancia y la empleada habia reconocido a Lockhart. Al menos Reynolds suponia que la mujer era Faith Lockhart. Le habian mostrado una fotografia suya a la empleada y esta parecia bastante segura de que se trataba de la misma mujer.

Si era ella, habia cambiado de aspecto notablemente: a juzgar por lo que Reynolds habia visto en la cinta de vigilancia del aeropuerto, Lockhart se habia cortado el pelo y se lo habia tenido. Y ahora contaba con ayuda, porque en la cinta de video se distinguia a un hombre alto y fornido que se marchaba con ella. Reynolds habia pedido a sus colegas de Norfolk que averiguaran si la pareja habia buscado otra manera de llegar alli. Hasta el momento no habian descubierto nada. Sin embargo, tenian una pista que prometia mucho.

Reynolds abrio el estuche metalico de la pistola y observo la Sauer de 9 milimetros mientras Connie se apoyaba en la pared con el ceno fruncido. Estaban comprobando las huellas dactilares de la pistola en las bases de datos del FBI, pero tenian algo mejor: la pistola estaba registrada. La policia de Virginia les habia facilitado el nombre y la direccion del propietario.

– Bien, la pistola esta registrada a nombre de un tal Lee Adams -dijo Reynolds-. DMV nos enviara una foto del tipo. Supongo que es el mismo que acompana a Lockhart. ?Que sabemos de el?

Connie tomo un sorbo de Coca-Cola y se trago dos capsulas de Advil.

– Investigador privado. Lleva bastante tiempo en el mundillo. Parece legal. De hecho, algunos agentes del FBI lo conocen. Dicen que es un buen tipo. Le ensenaremos la foto a la empleada del mostrador de venta de billetes para ver si lo identifica. Eso es todo por ahora. Dentro de poco sabremos mas. - Miro la pistola-. Encontramos casquillos en el bosque situado detras de la casita. Son de pistola. Nueve milimetros. Dado el numero de casquillos que habia, la persona vacio la mitad del cargador contra algo.

?Crees que se trata de la misma pistola?

No hemos encontrado ninguna bala para comprobarlo, pero los de balistica nos diran si el agujerito de los casquillos hallados en el bosque coincide con los de esta pistola -dijo Connie, refiriendose a la hendidura que el percutor de las pistolas realiza en la parte inferior de los casquillos, una marca tan exclusiva como las huellas dactilares-. Y puesto que tenemos su municion, podremos disparar a modo de prueba con la pistola verdadera, que es lo idoneo. Ademas, estamos analizando las marcas de los casquillos. Eso no servira para confirmar de forma concluyente que Adams estuviera alli, porque es posible que cargara la pistola antes y que luego la usara otra persona, pero algo es algo.

Los dos sabian que era mas facil obtener huellas utiles de la superficie de los casquillos que de la empunadura de una pistola.

– Lo ideal seria conseguir sus huellas dactilares en la casa.

– La UCV no ha encontrado nada. Es obvio que Adams sabia lo que hacia. Debia de llevar guantes.

– Si el analisis balistico da resultados iguales, entonces es probable que Adams fuera quien hirio al tirador.

– Lo que es seguro es que no disparo todas esas veces contra Ken, y una SIG no vale una mierda para las distancias largas. Si Adams alcanzo a Ken desde esa distancia y en la oscuridad, entonces deberiamos ofrecerle un trabajo en Quantico como tirador.

Reynolds no parecia convencida.

– Y el laboratorio ha confirmado que la sangre es humana -prosiguio Connie-. Tambien encontramos una bala cerca del lugar donde estaban los casquillos. Impacto en un arbol y cavo alli. Ademas, habia varios casquillos cerca del reguero de sangre. Eran de rifle; revestimientos metalicos de calibre pesado. Y personalizados, ya que en los casquillos no figuraba el codigo del fabricante ni el cuno del calibre. Pero los del laboratorio dicen que el fulminante de la municion era Berdan y no American Boxer.

Reynolds se volvio hacia el de golpe.

– ?Berdan? ?De fabricacion europea?

– Hoy dia hay miles de variantes de lo mas extranas, pero si, parece

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