Bajo las escaleras y examino el contenido del frigorifico. Eligio el menu y empezo a sacar comida y cazuelas. Habia vivido solo tanto tiempo que al final habia decidido, tras alimentarse a base de la comida de Golden Arches durante varios anos, que era preferible aprender a cocinar. De hecho le resultaba de lo mas terapeutico y ahora confiaba en haber alargado veinte anos su vida al haber suprimido toda la grasa de las arterias. Por lo menos hasta que habia conocido a Faith Lockhart. Ahora todas esas esperanzas de longevidad se habian esfumado.

Lee coloco filetes de pescado sobre la bandeja del horno, los unto con la mantequilla que habia derretido en una sarten y dejo que la absorbiesen poco a poco. Antes de introducir el pescado en el horno para asarlo, anadio ajo, jugo de limon y algunas especias secretas, cuyo empleo habia aprendido a traves de varias generaciones de Adams. Corto tomates y un trozo de mozzarella en rodajas, las dispuso con cuidado en una bandeja y las rocio con aceite de oliva y otros condimentos. Acto seguido, preparo una ensalada, rebano una barra de pan, la embadurno con mantequilla, anadio ajo y la coloco en la parte baja del horno. Saco dos platos, cubiertos y servilletas de tela que encontro en un cajon y puso la mesa. Habia unas velas pero no le parecio buena idea encenderlas. Aquello no era una luna de miel y no debian olvidar que los buscaban por todo el pais.

Abrio un pequeno recipiente situado junto a la nevera para mantener frio el vino y escogio una botella. Mientras servia dos copas, Faith bajo la escalera. Llevaba una camisa vaquera azul sin abotonar sobre una camiseta blanca, unos pantalones holgados del mismo color y unas sandalias rojas. Advirtio que no iba maquillada o por lo menos no lo parecia. En la muneca llevaba una esclava de plata. Tambien se habia puesto unos pendientes de turquesas con un diseno intrincado del suroeste.

Parecio sorprendida al ver la actividad de la cocina.

– Un hombre que sabe disparar un arma, despistar a los federales y ademas cocina. Nunca dejas de asombrarme. El le tendio una copa de vino.

– Una buena cena, una velada tranquila y luego pasamos a asuntos mas serios.

Ella le dedico una mirada fria cuando el acerco su copa para brindar.

– Lo has dejado todo limpio -observo.

– Otra de mis virtudes. -Se acerco al horno para controlar el pescado mientras Faith se aproximaba a la puerta acristalada y miraba hacia el exterior.

Comieron en silencio, como si los dos se sintieran un tanto extranos ahora que habian llegado a su destino. Lo ironico de la situacion era que llegar alli parecia la parte mas sencilla.

Faith insistio en lavar los platos mientras Lee veia el televisor.

– ?Hemos salido en las noticias? -pregunto ella.

– Por ahora parece que no. Pero seguro que han informado de la muerte de un agente del FBI. Hoy dia, sigue siendo muy poco habitual que asesinen a un agente, gracias a Dios. Manana comprare el periodico.

Faith termino de limpiar la cocina, se sirvio otra copa de vino y se sento junto a el.

– Bueno, ya tenemos la tripa llena, la bebida nos ha relajado y ha llegado el momento de hablar -dijo Lee-. Tengo que saber toda la historia, Faith. Asi de sencillo.

– Preparas una buena cena para la chica, la achispas con vino y crees que ya la tienes en el bote? -Faith sonrio con una timidez no exenta de coqueteria.

Lee fruncio el ceno.

– Hablo en serio, Faith.

La sonrisa, junto con la supuesta timidez, se borro de su rostro.

– Vayamos a dar un paseo por la playa.

Lee quiso protestar pero se contuvo.

– De acuerdo. Es tu territorio, tu ganas -dijo y se dirigio a las escaleras.

– ?Adonde vas?

– Enseguida vuelvo.

Lee regreso con una cazadora puesta.

– No hacia falta que te pusieras una chaqueta, todavia hace calor.

El se abrio la parte delantera de la prenda para dejar al descubierto la pistolera con la Smith amp; Wesson.

– No quiero asustar a los cangrejos que nos encontremos por la arena.

– Las pistolas me dan panico.

– Las pistolas tambien pueden evitar una muerte, si se emplean de la forma adecuada. Sobre todo las muertes violentas y repentinas.

– Nadie nos ha seguido -repuso Faith-. Nadie sabe que estamos aqui.

La respuesta de Lee le produjo un escalofrio.

– Espero de todo corazon que estes en lo cierto.

30

Reynolds no encendio la sirena policial pero lo habria hecho si un coche patrulla hubiera intentado detenerla, ya que aceleraba hasta sobrepasar el limite de velocidad permitido en mas de treinta kilometros en los pocos tramos rectos de la carretera de circunvalacion antes de tener que reducir la marcha ante un mar rojo de luces de frenado. Miro el reloj: las siete y media. ?Es que siempre era hora punta en esa zona? La gente se levantaba cada vez mas temprano para ir a trabajar o se quedaban en el trabajo hasta mas tarde antes de regresar a casa para evitar los atascos. Poco faltaba para que los dos grupos se juntaran y aquello se convirtiera oficialmente en una zona de aparcamiento abierta en la autopista veinticuatro horas al dia. Por suerte, la casa de Anne Newman solo se encontraba a unas pocas salidas de la suya.

Mientras conducia, penso en su visita al bloque de apartamentos de Adams. Reynolds creia que ya lo habia visto y oido todo en la vida, pero el comentario de Angie Carter sobre el FBI la habia dejado anonadada y el impacto habia ocasionado que ella y Connie empezaran a albergar todo tipo de dudas. Habian notificado a sus superiores del departamento y enseguida habian llegado a la conclusion de que el FBI no habia llevado a cabo ninguna operacion en el domicilio de Adams. Luego el asunto se habia puesto feo de verdad. La suplantacion de los agentes del FBI habia llegado a oidos del mismo director, quien se habia encargado en persona de dictar ordenes sobre el caso. Si bien habian arrancado la puerta posterior del apartamento de Adams y podian haber entrado por ahi perfectamente, enseguida se extendio una orden de registro que se ejecuto de forma inmediata, con el beneplacito personal del director. De hecho, Reynolds se sintio aliviada por ello porque no queria que se cometiera ningun descuido en este caso, pues la responsabilizarian de cualquier error.

Pidieron a uno de los mejores equipos forenses del FBI que aparcara el caso importante en que estaba trabajando e inspeccionase a conciencia el apartamento. Al final no encontraron gran cosa. En el contestador automatico no habia ninguna cinta. Eso habia fastidiado a Reynolds. Si los falsos agentes del FBI se habian llevado la cinta, sin duda esta contenia algo importante. Su equipo de registro tampoco habia hallado nada. No habia documentos de viaje ni mapas consultados, nada que proporcionara pistas sobre el destino elegido por Adams y Lockhart. Encontraron huellas dactilares que coincidian con las de Faith Lockhart, lo cual ya era algo. Ahora estaban investigando el historial de Adams. Tenia parientes en la zona; quiza ellos supieran algo.

Habian descubierto la trampilla de la azotea en el apartamento vacio contiguo al de Adams. Ingenioso. Asimismo, Reynolds habia reparado en los cerrojos adicionales, la camara de vigilancia, la puerta y el marco blindados y el revestimiento de cobre sobre el panel de alarma. Lee Adams sabia lo que hacia.

Habian sacado una bolsa con pelo y tinte de uno de los con-tenedores de basura situado detras del apartamento. Eso, junto con los retazos que habian visto en las cintas de los videos de vigilancia del aeropuerto, ponia de manifiesto que Adams se habia tenido de rubio y Lockhart de negro. No es que resultara

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