de gran ayuda. Ahora estaban comprobando si alguno de ellos constaba como propietario de alguna otra residencia en el pais. Sabia que era como buscar una aguja en un pajar, aun si hubiesen usado sus nombres verdaderos. Dudaba que fueran tan estupidos. Ademas, aunque hubiesen utilizado sus alias, Suzanne Blake y Charles Wright eran nombres demasiado comunes para que sirvieran de ayuda a Reynolds.
Se cito y se interrogo a los agentes de policia que habian acudido al apartamento de Adams atendiendo a la llamada del sistema de alarma. Los hombres que se hicieron pasar por agentes del FBI les habian asegurado que se buscaba a Lee Adams por su relacion con una serie de secuestros ocurridos en distintos estados. Segun las declaraciones de los dos policias, las credenciales de los falsos agentes parecian reales. Ademas, llevaban el arsenal y mostraban la arrogancia que se suele atribuir a quienes velan por el cumplimiento de la ley federal. Estaban registrando el lugar con minuciosidad y no hicieron ademan de huir cuando aparecio el coche patrulla. Los impostores hablaban y se comportaban en todo momento como si pertenecieran al FBI, afirmaron los dos agentes de policia, que eran veteranos en el cuerpo. Les habian dado el nombre del supuesto agente especial encargado del caso. Se introdujo en la base de datos de personal del FBI y el resultado fue negativo, lo cual no sorprendio a nadie. Los agentes de policia habian descrito a los hombres que vieron, y un tecnico del FBI estaba creando retratos robot informatizados de los mismos. No obstante, a grandes rasgos se trataba de un callejon sin salida con implicaciones alarmantes. Implicaciones que, tarde o temprano, acabarian por afectar a Reynolds.
Habia recibido otra visita de Paul Fisher. Le traia ordenes directas de Massey, como se apresuro a puntualizar. Reynolds debia actuar con la maxima celeridad, aunque con suma cautela, para encontrar a Faith Lockhart, y para ello contaria con todo el apoyo necesario.
– Pero no cometas mas errores -le habia advertido.
– No sabia que hubiera cometido errores, Paul.
– Un agente muerto. Faith Lockhart te cae como llovida del cielo y la dejas escapar. ?A ti que te parece que es eso?
– La filtracion de informacion fue lo que causo la muerte de Ken -le habia espetado ella-. No creo que fuera culpa mia.
– Brooke -habia dicho Fisher-, si de veras crees eso, entonces quiza debas plantearte la posibilidad de solicitar que te asignen otro caso de inmediato. La responsabilidad es tuya. Segun las normas del FBI, si hay una filtracion, todos los miembros de tu brigada, incluida tu, ocupan los primeros puestos de la lista de sospechosos. Y asi es como el FBI esta investigando el caso.
En cuanto Fisher hubo salido del despacho, Reynolds habia arrojado un zapato contra la puerta cerrada. Luego habia lanzado el otro a fin de asegurarse de que Fisher se enterase del profundo desagrado que sentia por el. Paul Fisher quedaba oficialmente excluido de sus fantasias sexuales.
Reynolds recorrio a toda velocidad la rampa de salida, giro a la izquierda en Braddock Road, se enfrento de nuevo a otro pequeno atasco hasta que viro de nuevo para internarse en el tranquilo barrio residencial del agente del FBI asesinado. Aminoro la marcha al llegar a la calle de Newman. La casa estaba a oscuras y solo habia un coche aparcado en el camino de acceso. Reynolds estaciono su sedan de propiedad estatal junto al bordillo, se apeo del vehiculo y se dirigio rapidamente hacia la puerta.
Anne Newman debia de haber estado esperandola porque la puerta se abrio antes de que Reynolds llamara al timbre.
Anne Newman no intento entablar una conversacion banal ni le ofrecio algo de beber. Condujo a la agente del FBI directamente a un pequeno cuarto trasero habilitado como despacho con una mesa, un archivador metalico, un ordenador y un aparato de fax. En las paredes habia postales de beisbol enmarcadas y otros objetos de interes deportivo. Sobre la mesa se alzaban pilas de dolares de plata recubiertos de un plastico duro y cuidadosamente etiquetados.
– Estaba curioseando en el estudio de Ken. No se por que. Es que me parecio…
– No tienes por que darme explicaciones, Anne. No hay normas establecidas para tu situacion.
Anne Newman se enjugo una lagrima ante la mirada escrutadora de Reynolds. Saltaba a la vista que se hallaba al limite de sus fuerzas, en todos los aspectos. Llevaba una bata vieja, el pelo sucio y tenia los ojos enrojecidos e hinchados. Reynolds supuso que, la noche anterior, la decision mas apremiante que habia tenido que tomar era que cenaba. Cielos, como podian cambiar las cosas de repente. Ken Newman no era la unica persona enterrada. Anne estaba junto a el. La unica diferencia era que ella tenia que seguir viviendo.
– He encontrado estos albumes de fotos. Ni siquiera sabia que estaban aqui dentro. Estaban dentro de una caja junto con otras cosas. Ya se que no parece muy correcto, pero… pero si sirve para esclarecer que le ocurrio a Ken… -Se callo por unos instantes y varias lagrimas mas cayeron encima del album de fotos que sostenia entre las manos, con su tapa psicodelica estilo anos setenta-. Creo que he hecho bien en llamarte -dijo finalmente con una franqueza que a Reynolds le resulto tan dolorosa como gratificante.
– Se que estas pasando por una situacion terriblemente dificil. -Reynolds dirigio la mirada al album porque no queria prolongar esa situacion mas de lo necesario-. ?Me ensenas lo que has encontrado?
Anne Newman se sento en un pequeno sofa, abrio el album y levanto la lamina de plastico transparente que mantenia las fotografias en su sitio. En la pagina por la que lo habia abierto habia una foto de 20 x 25 de un grupo de hombres con ropa de caza armados con unos rifles. Ken Newman era uno de ellos. Anne extrajo la foto, dejando al descubierto un trozo de papel y una pequena llave adheridos a la pagina del album. Le paso ambos a Reynolds y la observo con atencion mientras la agente del FBI los examinaba.
El trozo de papel era un extracto de cuenta de una caja de seguridad de un banco local. Cabia suponer que la llave pertenecia a dicha caja de seguridad.
Reynolds miro a la mujer.
– ?No sabias de su existencia?
Anne Newman nego con la cabeza.
– Tenemos una caja de seguridad pero no en ese banco. Y, por supuesto, eso no es todo.
Reynolds volvio a estudiar el extracto de cuenta y no pudo evitar sobresaltarse. El nombre del titular de la caja no era Ken Newman y la direccion tampoco coincidia con la suya.
– ?Quien es Frank Andrews?
Anne Newman parecia a punto de romper a llorar de nuevo.
– Cielo santo, no tengo ni idea.
– ?Te menciono Ken ese nombre en alguna ocasion? -pregunto Reynolds.
Anne nego con la cabeza.
Reynolds respiro profundamente. Si Newman tenia una caja de seguridad con un nombre falso, habria necesitado algun documento de identidad para abrir la cuenta.
Se sento en el sofa junto a Anne y le tomo la mano.
– ?Has encontrado algun documento por aqui con el nombre de Frank Andrews?
Los ojos de la mujer volvieron a humedecerse y Reynolds se apeno de verdad por ella.
– ?Te refieres a uno que lleve la foto de Ken? ?Uno que demuestre que el era ese tal Frank Andrews?
– Si, me refiero a eso -respondio Reynolds con ternura.
Anne Newman se llevo una mano al bolsillo y extrajo un carne de conducir de Virginia. El titular del mismo era Frank Andrews. Tambien aparecia un numero de carne, que en Virginia era el de la Seguridad Social. La pequena foto mostraba el rostro de Ken Newman.
– Pense en ir a abrir la caja de seguridad pero enseguida cai en la cuenta de que no me dejarian. No soy titular de la cuenta. Y tampoco podria explicarles que era de mi esposo, pero con un nombre falso.
– Lo se, Anne, lo se. Has hecho bien en llamarme. Veamos, ?donde encontraste