Durante mas de dos decadas, Buchanan habia sido el principal mercachifle de influencias del lugar. En cierto modo habia allanado el terreno para los grupos de presion en Washington. Habia pasado de tratar con abogados bien remunerados que dormitaban en las sesiones del Congreso a un mundo de una complejidad abrumadora en el que lo que estaba en juego no podia ser mas importante. Como mercenario del Congreso, habia representado satisfactoriamente a responsables de la contaminacion medioambiental en las batallas contra la EPA (Agencia de Proteccion Medioambiental), permitiendoles extender la muerte a un publico desprevenido; habia sido el principal estratega politico al servicio de los gigantes de la industria farmaceutica que habian matado a madres y a sus hijos; para pasar a continuacion a defender con vehemencia a los fabricantes de armas, a quienes no les importaba si sus armas eran seguras o no; luego habia actuado entre bastidores para los fabricantes de automoviles, que preferian ir a los tribunales a admitir que se equivocaban en cuestiones de seguridad; y, por ultimo, para coronar el pastel, habia encabezado los esfuerzos de las companias tabacaleras en guerras sangrientas contra todos. Por aquel entonces, Washington no podia permitirse el lujo de hacer caso omiso de Buchanan o de sus clientes. Asi pues, Buchanan habia amasado una fortuna considerable.

Muchas de las estrategias que habia trazado durante esa epoca se habian convertido en los cimientos de la actual manipulacion legislativa. Anos atras, habia logrado que los miembros del Congreso presentasen en la Camara proyectos de ley que sabia que no se aprobarian con el proposito de desbaratar las plataformas que propugnaban cambios. Ahora esa tactica se empleaba de forma rutinaria en el Congreso. Los clientes de Buchanan odiaban los cambios. Siempre les habia cubierto la retirada cuando quienes querian lo que ellos tenian le pisaban los talones. ?Cuantas veces habia evitado absolutos desastres politicos inundando los despachos de los congresistas con cartas, propaganda y amenazas apenas veladas de suprimir la ayuda economica! «Mi cliente le apoyara en su reeleccion, senador, porque sabemos que se portara bien con nosotros. Y, por cierto, ya hemos ingresado el talon de la aportacion en la cuenta de su campana.» ?Cuantas veces habia pronunciado esas palabras!

Ironicamente, fueron los frutos obtenidos intrigando a favor de los poderosos los que produjeron un cambio espectacular en la vida de Buchanan hacia mas de diez anos. Su plan original habia consistido en forjarse primero una carrera y luego casarse y formar una familia. Antes de asumir estas responsabilidades, Buchanan habia decidido ver mundo y habia recorrido el Africa occidental en un Range Rover de sesenta mil dolares en un safari fotografico. Ademas de la belleza de los animales, habia visto miseria y sufrimiento de magnitudes extremas. En otra ocasion, en una remota region de Sudan, habia presenciado el entierro de decenas de ninos en una fosa comun. Le explicaron que hacia poco una epidemia habia arrasado la aldea. Se trataba de una de las enfermedades devastadoras que asolaban con frecuencia esa zona y que acababan tanto con la vida de los jovenes como con la de los ancianos. Buchanan quiso saber cual era la enfermedad y le dijeron que se trataba de algo parecido al sarampion.

En otro viaje habia visto que se descargaban miles de millones de cigarrillos estadounidenses en los puertos chinos para consumidores que se pasaban la vida con mascaras puestas debido a la atroz contaminacion ambiental. Tambien advirtio que los dispositivos para el control de natalidad que se habian prohibido en Estados Unidos se vendian a espuertas en America del Sur con instrucciones escritas unicamente en ingles. Habia visto chabolas junto a los rascacielos de Ciudad de Mexico y a personas que pasaban hambre mientras los capitalistas deshonestos se enriquecian en Rusia. Aunque no habia estado en Corea del Norte, habia oido que era un Estado de gangsteres donde el diez por ciento de la poblacion habia fallecido por inanicion en los ultimos cinco anos. Todos los paises tenian una historia de esquizofrenia que contar.

Tras dos anos de «peregrinaje», la pasion de Buchanan por el matrimonio, por tener una familia, se habia desvanecido. Todos los ninos moribundos que habia visto se convirtieron en sus hijos, en su familia. Continuarian cavandose tumbas para millones de jovenes, ancianos y seres hambrientos a lo largo y ancho del mundo, pero no sin que se librara una lucha que habia hecho suya. Invirtio en ella todo cuanto tenia, mucho mas de lo que habia hecho ganar a los tiburones de las empresas de tabaco, armas y productos quimicos. Recordaba con todo lujo de detalles el momento de la revelacion: regresaba de un viaje a America del Sur y estaba en el bano del avion, arrodillado y a punto de vomitar. Se sentia como si hubiera matado a todos los ninos moribundos que habia visto en esa parte del mundo.

Tras esta toma de conciencia, Buchanan acudio a aquellos lugares para averiguar como podria ayudar. Llevo en persona un cargamento de alimentos y medicamentos a un pais, pero pronto descubrio que le seria imposible transportarlos a las regiones del interior. Habia visto, impotente, a unos saqueadores despojarlo de todo lo que habia en el paquete marcado como «fragil». Luego empezo a trabajar como recaudador de fondos no remunerado para organizaciones humanitarias como CARE o los Catholic Relief Services. Habia trabajado bastante, pero los dolares reunidos eran como una gota en un pozo sin fondo. Los numeros no estaban a su favor; el problema se agravaba a pasos agigantados.

Entonces Buchanan regreso a sus dominios en Washington. Habia dejado la empresa que habia fundado y solo se habia llevado a una persona consigo: Faith Lockhart. Durante la decada anterior sus clientes habian sido los paises mas pobres del mundo. De hecho, a Buchanan le costaba considerarlos unidades geopoliticas; mas bien, creia que eran debiles grupos de personas devastadas con banderas diferentes que no tenian ni voz ni voto. Habia dedicado el resto de su vida a resolver el insoluble problema de los desposeidos del mundo.

Se habia valido de todas sus artimanas y contactos en Washington, pero se percato de que estas causas nuevas gozaban de mucha menos popularidad que las que habia defendido con anterioridad. Cuando habia acudido al Congreso como defensor de los poderosos, los politicos lo habian recibido con sonrisas, sin duda porque pensaban en las contribuciones economicas para las campanas y en los dolares destinados al comite de accion politica. Ahora no le daban nada. Algunos congresistas se jactaban de que ni siquiera tenian pasaporte, de que Estados Unidos ya se habia gastado demasiado en ayuda externa. Las obras de beneficencia, le habian dicho, comienzan en casa y mas vale que se queden ahi.

Sin embargo, la replica mas comun era: «Donde esta el distrito electoral, Danny? ?De que me servira dar de comer a los etiopes para que me reelijan en Illinois?» Mientras salia de un despacho tras otro con las manos vacias, Buchanan notaba que lo miraban con lastima: Danny Buchanan, tal vez el mejor cabildero de la historia, estaba hecho un lio y comenzaba a chochear. ?Que triste! Seguro que la suya era una buena causa, eso nadie lo ponia en duda, pero habia que ser realistas. ?Africa? ?Bebes moribundos en America del Sur? En casa ya habia problemas de sobra.

– Oye, si no se trata de negocios, petroleo o soldados, Danny, ?por que diablos me haces perder el tiempo? -le habia preguntado un ilustre senador. Ese comentario resumia la quintaesencia de la politica exterior de Estados Unidos.

?Es que estaban ciegos?, se habia preguntado Buchanan una y otra vez. ?0 el idiota perdido era el?

Finalmente, Buchanan decidio que solo le quedaba una opcion. Era del todo ilegal, pero cuando un hombre se encuentra al borde del abismo no puede permitirse el lujo de respetar la etica pristina. Valiendose de la fortuna que habia amasado en el transcurso de los anos, habia comenzado a sobornar, de manera muy especial, a ciertos politicos importantes para que lo ayudaran. El metodo habia funcionado a la perfeccion. La ayuda a sus clientes habia aumentado de todas las formas imaginables. Incluso a medida que su patrimonio se consumia, las cosas parecian marchar mejor, o eso creia Buchanan. Al menos no empeoraban; para el el terreno ganado con esfuerzo era un exito. Todo habia ido sobre ruedas, hasta haria cosa de un ano.

Justo en ese momento, llamaron a la puerta de su despacho, arrancandolo de su ensueno. El edificio estaba cerrado, en teoria era seguro y el personal de limpieza ya se habia marchado hacia rato. Buchanan no se levanto. Se limito a observar la puerta que se abria para descubrir la silueta de un hombre alto, que extendio la mano y encendio la luz.

Buchanan entrecerro los ojos, deslumbrados por la luz del techo; cuando se acostumbraron al resplandor, vio que Robert Thornhill se quitaba la gabardina, se alisaba la chaqueta y la camisa y se sentaba frente a el. Los movimientos del hombre eran elegantes y pausados, como si se hubiera dejado caer en el club campestre para disfrutar de una copa en su tiempo libre.

– ?Como has entrado? -pregunto Buchanan con acritud-. Se supone que el edificio es seguro. -Por algun motivo, intuyo que habia otras personas detras de la puerta.

– Y lo es, Danny. Lo es. Para la mayoria.

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