– No me gusta que vengas aqui, Thornhill.

– Soy lo bastante educado como para llamarte por tu nombre de pila. Te agradeceria que hicieras lo mismo. No es importante, lo se, pero al menos no te pido que te dirijas a mi como «senor» Thornhill. Esa es la norma entre amo y sirviente, ?no, Danny? Veras, no resulta tan terrible trabajar para mi.

Buchanan sabia que la expresion de suficiencia del hombre tenia la finalidad de distraerlo para que no pensara con claridad. Sin embargo, se reclino en el asiento y entrelazo las manos sobre el estomago.

– ?A que debo el placer de tu visita, Bob?

– A tu reunion con el senador Milstead.

– Podria reunirme con el en la ciudad. No entiendo muy bien por que insististe en que fuera a Pensylvania.

– Pero si de esa manera tendras otra oportunidad para recabar fondos para todos esos seres hambrientos. Como ves, tengo mi corazoncito.

– ?No te remuerde lo mas minimo eso que llamas conciencia por aprovecharte del sufrimiento de millones de hombres, mujeres y ninos para quienes es un milagro ver salir el sol, en beneficio de tus objetivos egoistas?

– No me pagan para tener conciencia, sino para proteger los intereses de mi pais. Tus intereses. Ademas, si nos eligieran por tener conciencia, ya no quedaria nadie en esta ciudad. De hecho, apruebo tus esfuerzos. No tengo nada contra los pobres y los desamparados. ?Me alegro por ti, Danny!

– Perdona, pero no me lo trago.

Thorhhill sonrio.

– En todos los paises del mundo hay personas como yo. Es decir, las hay si son inteligentes. Obtenemos los resultados que todos quieren porque la mayor parte de ese «todos» carece del valor para hacerlo por si misma.

– ?Asi que juegas a ser Dios? Debo reconocer que es un trabajo interesante.

– Dios es un concepto. Yo trabajo con hechos. Por cierto, tu impulsaste tu programa valiendote de medios ilegales; ?quien eres tu para negarme el mismo derecho?

Buchanan no supo que replicar, y la obstinada tranquilidad de Thornhill no hacia otra cosa que aumentar su sensacion de impotencia.

– Alguna pregunta sobre la reunion con Milstead? -inquirio Thornhill.

– Sabes lo bastante sobre Harvey Milstead como para encerrarlo durante tres vidas. ?Que es lo que de verdad quieres? Thornhill se rio.

– Espero que no me acuses de albergar intenciones ocultas. -Puedes contarmelo, Bob, somos socios.

– Tal vez sea tan sencillo como querer que saltes cuando chasquee los dedos.

– Bien, pero de aqui a un ano, si continuas presentandote asi, quiza no salgas por tus propios medios.

– Amenazas de un cabildero solitario a mi-suspiro Thornhill-. Aunque no tan solitario. Cuentas con un ejercito de una persona. ?Como esta Faith? ?Esta bien?

– Faith no forma parte de esto. Faith nunca formara parte de esto.

Thornhill asintio.

– Estas solo en la tela de arana. Tu y tu grupo de politicos criminales. La flor y nata de America.

Buchanan miro friamente a su antagonista pero guardo silencio.

– La situacion esta llegando a un punto critico, Danny -prosiguio Thornhill-. El espectaculo acabara dentro de poco. Espero que sepas retirarte limpiamente.

– Cuando me vaya, mi rastro estara tan limpio que ni siquiera tus satelites espias podran detectarlo.

– La confianza es alentadora, pero suele depositarse en quien no la merece.

– ?Eso es todo lo que querias decirme? ?Que me prepare para escapar? He estado preparado desde que te conoci. Thornhill se puso en pie.

– Concentrate en el senador Milstead. Consiguenos detalles jugosos y que valgan la pena. Que te hable de los ingresos que tendra cuando se retire, de las tareas simbolicas que desempenara para cubrir las apariencias. Cuanto mas especifique, mejor.

– Me anima que disfrutes tanto con esto. Tal vez sea mucho mas divertido que lo de la bahia de Cochinos.

– Eso ocurrio antes de que yo llegara.

– Bueno, estoy seguro de que has dejado tu impronta de otras formas.

Thornhill se enfurecio por unos instantes y acto seguido recobro la calma.

– Serias un buen jugador de poquer, Danny. Pero no olvides que el farol que uno se marca cuando no se tiene nada sigue siendo un farol. -Thornhill se puso la gabardina-. No te molestes en acompanarme a la salida. Conozco el camino.

Instantes despues, Thornhill ya se habia marchado. Era como si hubiera aparecido y desaparecido por arte de magia. Buchanan se reclino en el asiento y exhalo un suspiro. Le temblaban las manos y las apreto con fuerza contra el escritorio hasta que se le estabilizo el pulso.

Thornhill habia irrumpido en su vida como un torpedo. Buchanan se habia convertido en un lacayo, espiaba a quienes habia sobornado durante anos con su propio dinero y les sonsacaba informacion que este ogro utilizaria para chantajearlos. Y a Buchanan le resultaba imposible impedirselo.

Ironicamente, la disminucion de sus bienes materiales y el hecho de trabajar para otro lo habian devuelto al lugar de donde habia venido. Habia crecido en la insigne Philadelphia Main Line. Habia vivido en una de las mejores fincas de la zona. Los muros de piedra, como gruesas pinceladas grises de pintura, perfilaban las grandes extensiones de cesped perfectamente recortado, sobre las que se elevaba una casa de mil metros cuadrados con porche y un garaje no adosado para cuatro coches con un apartamento encima. La mansion poseia mas habitaciones que una residencia de estudiantes y banos lujosos con azulejos caros y capas de oro en objetos tan corrientes como los grifos.

Era el mundo de los aristocratas estadounidenses, donde la vida regalada coexistia con expectativas abrumadoras. Buchanan habia contemplado este complejo universo desde una perspectiva unica, aunque no fuera uno de sus componentes mas afortunados. Su familia estaba integrada por los choferes, criadas, jardineros, chicos para todo, nineras y cocineras de estos aristocratas. Tras sobrevivir a los inviernos de la frontera canadiense, los Buchanan habian emigrado al sur en masa, a un clima mas agradable con un trabajo menos exigente que el del hacha y la pala, la barca y el anzuelo. En el norte habian tenido que cazar para comer y cortar lena para calentarse y, aun asi, se habian visto obligados a presenciar, presas de la impotencia, la muerte de los suyos a manos de la naturaleza, proceso que habia fortalecido a los supervivientes y a sus descendientes. Y quiza Danny Buchanan fuera el mas fuerte de todos.

El joven Danny Buchanan habia regado el cesped y limpiado la piscina, barrido y pintado la pista de tenis, recogido flores y verdura y jugado, guardando siempre las formas, con los ninos. Durante la adolescencia, Buchanan se habia codeado con la generacion mas joven de los ricos mimados y con ellos habia fumado, bebido y explorado su sexualidad en la profundidad de sus jardines. Incluso habia portado un feretro y derramado lagrimas sinceras mientras llevaba a hombros a dos de los jovenes ricos que habian echado a perder sus vidas privilegiadas al mezclar demasiado alcohol con un coche de carreras y conducir demasiado deprisa con los sentidos embotados. Cuando se vive con tanta rapidez, no es raro morir joven. Ahora mismo, Buchanan intuia que su fin no estaba demasiado lejos.

Desde entonces, nunca se sintio comodo en ninguno de los dos grupos, el de los ricos o el de los pobres. Por mucho que su cuenta bancaria aumentara, nunca perteneceria a la clase acomodada. Habia jugado con los herederos ricos, pero a la hora del almuerzo ellos se iban al comedor oficial y el se dirigia a

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