nos han seguido?

– Desde luego que nos han seguido, pero han sido los nuestros. Creeme, si alguien mas nos hubiera estado acechando, los nuestros nos hubieran avisado antes de que salieramos. Nos siguio un coche hasta que nos desviamos de la autopista. Ahora estamos solos.

– Asi que los turnos son infalibles. Ojala tuviese a gente asi trabajando para mi; ?Donde se encuentran?

Oye, sabemos lo que hacemos, ?de acuerdo? Tranquilizate. Sin embargo, mientras lo decia, Newman volvio a mirar por el retrovisor.

Echo un vistazo al telefono movil que estaba en el asiento delantero y Faith adivino lo que estaba pensando.

– ?Asi que de repente quieres refuerzos? -inquirio Faith. Newman la observo con dureza, pero no dijo una palabra-. De acuerdo, hablemos de las condiciones principales. ?Que consigo con todo esto? Nunca hemos llegado a concretar nada.

Newman no respondio; Faith estudio su perfil por un momento y evaluo su coraje. Alargo la mano y le toco el brazo.

– Me he arriesgado mucho para hacer esto -dijo Faith.

Noto que el se tensaba bajo la chaqueta; apreto un poco mas con los dedos, hasta distinguir la tela de la chaqueta de la de la camisa. Newman se volvio ligeramente y Faith vio el chaleco antibalas que llevaba. De repente, se le seco la boca y perdio la compostura.

Newman le clavo la vista.

– Te lo dire sin rodeos. El trato que te propongan no depende en absoluto de mi. Hasta ahora, no nos has dado nada, pero si te atienes a las reglas todo saldra bien. Recibiras tu parte, nos daras lo que necesitamos y muy pronto disfrutaras de una nueva identidad vendiendo conchas de mar en las Fiji mientras tu socio y sus companeros de juego pasan a ser invitados del Gobierno por una larga temporada. No te deleites ni pienses demasiado en esto, limitate a intentar salir adelante. Recuerda, estamos de tu parte. Somos los unicos amigos que tienes.

Faith se reclino y aparto la mirada del chaleco antibalas. Decidio que habia llegado el momento de lanzar su bomba; podia probar con Newman en lugar de con Reynolds. En cierto modo, Reynolds y ella habian congeniado. Dos mujeres en un oceano de hombres. De un modo muy sutil, la agente habia comprendido cosas que los hombres jamas ni siquiera habrian imaginado. Sin embargo, en otros aspectos habian sido como dos gatos callejeros que daban vueltas alrededor de espinas de pescado.

– Quiero que Buchanan se implique. Se que puedo conseguirlo. Si trabajamos juntos, vuestra causa cobrara mucha mas fuerza -se apresuro a decir Faith, aliviada en gran medida por haber soltado lo que pensaba.

Newman no oculto su sorpresa.

– Faith, somos bastante flexibles, pero no estamos dispuestos a cerrar un trato con el tipo que, segun tu, planeo y organizo todo esto.

– No comprendes todos los hechos ni por que lo hizo. No es el malo de la pelicula. Es buena persona.

– Quebranto la ley. Segun tu version, soborno a funcionarios del Gobierno. Eso me basta.

– Cuando comprendas por que lo hizo, no pensaras lo mismo.

– No deposites tus esperanzas en esa estrategia, Faith. No te enganes.

– ?Y si digo que quiero todo o nada?

– Entonces habras cometido el peor error de tu vida.

– Asi que tengo que escoger entre el o yo, ?no?

– No deberia ser una eleccion tan dificil.

– Hablare con Reynolds.

– Te dira lo mismo que yo.

– No estes tan seguro. Puedo llegar a ser muy convincente, y ademas tengo razon.

– Faith, no tienes la menor idea del alcance de todo esto. Los agentes del FBI no deciden a quienes enjuician, de eso se encarga la Oficina del Fiscal. Aunque Reynolds te apoyara, cosa que dudo, te aseguro que los abogados no lo haran. Si intentan arruinar a todos esos politicos poderosos y llegan a un acuerdo con el tipo que los metio en esto desde el principio, perderan el culo y luego el trabajo. Esto es Washington; tratamos con gorilas de trescientos kilos. Los telefonos no dejaran de sonar, los medios de comunicacion se volveran locos, se haran millones de tratos entre bastidores y acabaran con nosotros. Creeme, llevo veinte anos en el oficio. 0 Buchanan o nada.

Faith se recosto y contemplo el cielo. Por unos instantes, entre las nubes, visualizo a Danny Buchanan desplomado en una celda oscura y lugubre. No debia permitir que eso ocurriera. Hablaria con Reynolds y los abogados y les haria comprender que Buchanan tambien necesitaba la inmunidad; era la unica salida viable. No obstante, Newman parecia muy seguro de si mismo y lo que acababa de decirle era perfectamente logico. Aquello era Washington. De repente, la confianza la abandono. ?Acaso ella, la consumada cabildera que habia llevado la cuenta, durante sabia Dios cuanto tiempo, de los indices de popularidad de los politicos, habia sido incapaz de prever la situacion politica en que se encontraba?

– Tengo que ir al bano -dijo Faith.

– Llegaremos a la casita dentro de unos quince minutos. -Si giras a la izquierda en la proxima, hay una gasolinera abierta las veinticuatro horas a algo menos de dos kilometros. Newman se volvio hacia ella, sorprendido.

– ?Como lo sabes?

Faith le dirigio una mirada confiada que disimulaba su miedo creciente.

– Me gusta saber donde me meto. Eso incluye a las personas y la geografia.

Newman no replico, pero torcio a la izquierda y no tardaron en llegar a la gasolinera Exxon, bien iluminada y provista de un bano en la tienda. A pesar de lo solitario de la zona, la autopista tenia que estar en las inmediaciones ya que habia bastantes vehiculos con remolque en el aparcamiento. Era obvio que la mayoria de los clientes de la gasolinera eran camioneros. Hombres con botas y sombreros de vaquero, tejanos y cazadoras Wrangler, con logotipos de las distintas piezas de recambio para el transporte por carretera estampados en las prendas. Algunos llenaban pacientemente los depositos de los camiones y otros sorbian cafe caliente mientras el vapor del calor ascendia ante sus rostros cansados y curtidos. Nadie se fijo en el turismo cuando se detuvo junto al bano, situado en el extremo del edificio.

Faith cerro la puerta tras de si, bajo la tapa del inodoro y se sento. No necesitaba utilizar el servicio, sino tiempo para pensar y dominar el panico que empezaba a apoderarse de ella. Echo una ojeada en torno a si y leyo distraidamente los garabatos escritos en la pintura amarilla desconchada; algunos de los mensajes mas obscenos casi le causaron rubor. Otros eran tan groseros que resultaban agudos e incluso destornillantes. Con seguridad superaban a los que los hombres habrian escrito en sus servicios, aunque la mayoria de ellos jamas admitiria tal posibilidad. Los hombres siempre subestimaban a las mujeres.

Faith se incorporo, se mojo la cara con el agua fria del grifo y se seco con una toalla de papel. Entonces las rodillas le cedieron y las junto al tiempo que se aferraba con fuerza a la porcelana manchada del lavabo. Habia tenido pesadillas en las que le ocurria eso en la boda: juntaba las rodillas y luego se desmayaba. Ahora ya tendria una cosa menos de que preocuparse. Nunca habia disfrutado de una relacion duradera, a menos que contara a un joven del instituto cuyo nombre no recordaba pero cuyos ojos azul celeste jamas olvidaria.

Danny Buchanan le habia ofrecido una amistad duradera. Habia sido su mentor y padre durante los ultimos quince anos. Danny habia visto que Faith tenia un potencial que los demas habian pasado por alto y le habia brindado una oportunidad cuando mas lo necesitaba. Faith habia llegado a Washington con una ambicion y un entusiasmo ilimitados pero completamente desorientada. ?Ella, miembro de un grupo de presion? No sabia nada al respecto, pero la idea le parecia emocionante. Y lucrativa. Su padre habia sido un trotamundos bondadoso sin rumbo fijo que habia arrastrado a su esposa y a su hija de un plan para hacerse ricos

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