Abrio la puerta lateral con sigilo y subio las escaleras de dos en dos. Penso en abrir de una patada la puerta del dormitorio pero la encontro entornada. La empujo, se asomo al interior y permitio que sus ojos se acostumbraran poco a poco a la oscuridad. La distinguio en la cama, un bulto alargado. «Un bulto alargado», penso. Para su mente saturada de alcohol esa frase resultaba sumamente graciosa. Dio tres pasos rapidos y se planto junto a la cama.
Faith levanto la mirada hacia el.
– Lee.
No lo dijo como una pregunta. Era una sencilla afirmacion que para el no tenia significado.
Sabia que ella habia visto que estaba desnudo. Incluso en la oscuridad confiaba en que Faith notara su grado de excitacion. Lee aparto las sabanas de golpe.
– ?Lee? -repitio ella, esta vez en tono de pregunta.
El contemplo las delicadas curvas y la suavidad de su cuerpo desnudo. Se le acelero el pulso, la sangre corria por sus venas a una velocidad de vertigo, confiriendo una potencia diabolica a un hombre que habia sido tratado con injusticia. Se abrio camino entre sus piernas con brusquedad y se dejo caer sobre su pecho. Ella no opuso resistencia, no parecia tener fuerzas. El empezo a besarla por el cuello pero se detuvo. No se trataba de eso. No habia lugar para la ternura. La agarro con fuerza de las munecas.
Faith seguia tumbada, sin abrir la boca, sin exigirle que la soltara. Eso lo enojaba. Le respiro con fuerza en la cara. Queria que supiera que era por la cerveza, no por ella. Queria que sintiera, que supiera que no era por ella ni por su aspecto ni por los sentimientos que el pudiera albergar hacia ella ni nada por el estilo. Era un cabron borracho con los ojos enrojecidos, y ella era una presa facil. No habia nada mas. Dejo de apretar fuerte. Queria que gritara, que lo abofeteara con todas sus fuerzas. Entonces se detendria, no antes.
La voz de ella se oyo por encima de los sonidos que el mismo emitia.
– Te agradeceria que me quitaras los codos del pecho.
Sin embargo el no estaba dispuesto a parar; siguio adelante. Codo duro contra piel suave. El rey y la campesina. «Vamos, Faith, damelo todo», penso.
– No hace falta que lo hagas asi.
– ?Se te ocurre otro modo? -pregunto el arrastrando las palabras.
La ultima vez que habia estado casi igual de borracho habia sido durante un permiso de la Marina en la ciudad de Nueva York. Sentia intensas palpitaciones en las sienes. Cinco cervezas, unas cuantas copas de vino y ya estaba como una cuba. Cielos, se estaba haciendo viejo.
– Yo encima. Obviamente estas demasiado borracho como para saber lo que haces -dijo ella en tono categorico, como haciendole un reproche.
– ?Encima? ?Siempre mandando, incluso en la cama? Vete a la mierda. -La sujeto con tanta fuerza de las munecas que sus dedos pulgar e indice se tocaban. Faith aguanto la situacion sin proferir un quejido aunque Lee noto que el dolor le recorria el cuerpo, tenso bajo su peso. Le toqueteo los pechos y las nalgas, le paso la mano con violencia por las piernas y el torso. Sin embargo, no hizo el menor intento de penetrarla. Y no era porque estuviera demasiado borracho para poner en marcha el mecanismo, sino porque ni siquiera el alcohol lo impulsaria a hacerle eso a una mujer. Mantuvo los ojos cerrados, no queria mirarla. No obstante, pego su rostro al de ella. Queria que Faith oliera el hedor de su sudor, que se empapara de la mezcla de cebada y lupulo que provocaba su lujuria.
– Pense que disfrutarias mas, eso es todo -afirmo ella.
– ?Maldita sea! -bramo el-. ?Vas a dejarme hacerlo sin mas?
– ?Prefieres que llame a la policia?
La voz de ella sono como un taladro que le perforase la cabeza. Se cernio sobre ella, con los brazos extendidos, posicion que hacia resaltar sus desarrollados triceps.
Sintio que una lagrima le corria por la mejilla, como un unico copo de nieve errante, sin hogar, igual que el.
– ?Por que no me mandas a la mierda, Faith?
– Porque no es culpa tuya.
Los brazos empezaron a flaquearle y le entraron nauseas. Ella movio el brazo y el la solto sin que se lo pidiese. Faith le toco la cara con suavidad, como una pluma caida del cielo. Con un unico movimiento le seco la lagrima solitaria. Faith hablo con voz ronca.
– Porque te he arruinado la vida.
El asintio.
– Entonces si huyo contigo, ?consigo esto cada noche? ?La galletita de premio, como a los perros?
– Si eso es lo que quieres… -De repente aparto la mano y la dejo caer encima de la cama.
El no hizo ademan de volver a agarrarsela.
Al final abrio los ojos y contemplo la abrumadora tristeza del rostro de ella, el dolor vivo en la rigidez de su cuello y de su rostro; el dolor que el le habia infligido y ella habia soportado, en silencio; el reguero de sus propias lagrimas de desesperacion contra sus mejillas palidas. Era como si un calor abrasador le atravesara la piel, chocara contra su corazon y lo evaporase.
Se quito de encima de ella y se dirigio al bano dando traspies. En cuanto llego al inodoro, la cerveza y la cena salieron mucho mas deprisa de lo que habian entrado. Acto seguido, perdio el conocimiento sobre los caros azulejos italianos que revestian el bano.
El cosquilleo de la toalla fria contra la frente lo hizo volver en si. Faith estaba detras de el, sosteniendolo contra el pecho. Llevaba una especie de camiseta de manga larga. Distinguio sus pantorrillas alargadas y musculosas y sus dedos de los pies finos y curvos. Lee noto que una toalla gruesa le rodeaba la cintura. Todavia estaba mareado y tenia frio, le castaneteaban los dientes. Ella lo ayudo a incorporarse y luego a ponerse en pie rodeandole la cintura con el brazo. El llevaba unos calzoncillos. Debio de haberselos puesto ella pues el habria sido incapaz. Se sentia como si hubiese pasado dos dias atado de pies y manos a un helicoptero en marcha. Volvieron juntos a la cama, ella le echo una mano para acostarse y lo tapo con la sabana y el edredon.
– Dormire en la otra habitacion -murmuro ella.
Lee no dijo nada y se nego a abrir los ojos una vez mas. Oyo que Faith se dirigia a la puerta.
– Lo siento, Faith -dijo cuando ella estaba a punto de salir de la habitacion. Trago saliva; tenia la lengua hinchada como una maldita pelota.
Antes de que cerrara la puerta, la oyo hablar en voz baja. -No te lo creeras, Lee, pero yo lo siento mas que tu.
Brooke Reynolds escruto el interior del banco con la mirada. Acababan de abrir y no habia mas clientes. Si alguien la hubiera observado, quiza habria pensado que estaba reconociendo el terreno para un atraco futuro. Esa idea ocasiono que una extrana sonrisa se le dibujara en el rostro. Habia preparado varias formas de presentarse, pero el joven sentado detras de la mesa que, segun la placa que tenia frente a el, era el director adjunto de la sucursal, se le adelanto.
Levanto la mirada al ver que se acercaba.
– ?En que puedo ayudarla? -Abrio los ojos mas de lo normal cuando le mostro las credenciales del FBI y se sento mucho mas erguido, como si deseara demostrarle que tras esa apariencia juvenil se ocultaba una persona madura-. ?Hay algun problema?
– Necesito su ayuda, senor Sobel -dijo Reynolds, llamandolo por el nombre de la