placa de laton-. Para una investigacion que lleva a cabo el FBI.
– Por supuesto, claro, la ayudare en lo que sea -se ofrecio el. Reynolds se sento frente a el y hablo en voz baja pero sin rodeos.
– Tengo la llave de una caja de seguridad de este banco. La conseguimos durante la investigacion. Creemos que lo que hay en esa caja podria acarrear consecuencias graves. Asi pues, tengo que abrirla.
– Entiendo. Bueno, eh…
– Tengo el extracto de cuenta, por si sirve de algo.
A los banqueros les encantaba el papeleo, y cuantos mas numeros y estadisticas, mejor. Le paso el documento.
El examino el extracto.
– ?Le suena el nombre de Frank Andrews? -pregunto ella. -No -respondio el-. Pero solo llevo una semana en esta oficina. Esta fusion bancaria nunca termina.
– No lo dudo; incluso el Gobierno esta haciendo recortes.
– Espero que no les afecte a ustedes. Cada dia se cometen mas crimenes.
– Supongo que al trabajar en un banco se ven muchos. El joven parecio enorgullecerse y sorbio el cafe.
– Oh, podria contarle infinidad de historias.
– No lo dudo. ?Hay algun modo de saber con que frecuencia abria la caja el senor Andrews?
– Por supuesto. Ahora esa informacion la pasamos al ordenador. -Introdujo el numero de cuenta en la computadora y espero a que procesara los datos-. ?Le apetece un cafe, agente Reynolds?
– No, gracias. ?Que dimensiones tiene la caja?
El echo una mirada al extracto.
– A juzgar por la cuota mensual es una de lujo, el doble de ancha.
– Supongo que tiene mucha capacidad.
– Son muy espaciosas. -Se inclino hacia adelante y susurro-: Seguro que este asunto esta relacionado con las drogas, ?no? Blanqueo de dinero, ?es eso? He asistido a un cursillo sobre el tema.
– Lo siento, senor Sobel, la investigacion esta en curso y no puedo hacer ningun comentario. Estoy segura de que lo comprende.
El director adjunto se recosto de nuevo en el asiento. -Claro. Por supuesto. Todos tenemos normas… No se imagina los problemas con los que lidiamos en este lugar.
– No lo dudo. ?Ha aparecido algo en el ordenador?
– Ah, si. -Sobel examino la pantalla-. De hecho ha estado por aqui bastante a menudo. Si quiere puedo imprimirle esta informacion.
– Me resultaria de gran ayuda.
Poco despues, camino de la camara acorazada, Sobel comenzo a ponerse nervioso.
– Me preguntaba si no deberia pedir permiso primero. Me refiero a que estoy seguro de que no tendran ningun inconveniente pero, aun asi, son sumamente estrictos respecto del acceso a las cajas de seguridad.
– Lo entiendo, pero crei que el director adjunto de la oficina poseia suficiente autoridad. No pienso llevarme nada, solo voy a examinar el contenido. Y segun lo que encuentre, quiza haya que confiscar la caja. No es la primera vez que el FBI se ve obligado a hacer algo asi. Asumo plena responsabilidad. No se preocupe.
Eso parecio tranquilizar al joven, que la guio hasta la camara acorazada. Tomo la llave de Reynolds y la maestra y extrajo la gran caja.
– Disponemos de una habitacion privada donde puede examinarla.
La acompano a un pequeno recinto y Reynolds cerro la puerta. Tomo aire y noto que tenia las palmas de la mano sudadas. Aquella caja quiza contuviera algo capaz de hacer anicos la vida y quiza la carrera de varias personas. Levanto la tapa despacio. Lo que vio la hizo maldecir entre dientes.
El dinero estaba bien liado con gomas elasticas gruesas; eran billetes viejos. Hizo un recuento rapido. Decenas de miles. Bajo la tapa.
Cuando abrio la puerta encontro a Sobel esperandola fuera de la habitacion. El joven introdujo de nuevo la caja en la camara acorazada.
– Podria ver la firma en el registro de esta caja?
El le enseno el libro de firmas. Era la letra de Ken Newman; la conocia bien. Un agente del FBI asesinado y una caja llena de dinero registrada con un nombre falso. Necesitarian la ayuda de Dios.
– ?Ha encontrado algo util? -inquirio Sobel.
– Esta caja queda confiscada. Si aparece alguien que quiera abrirla debe llamar inmediatamente a estos numeros. -Le entrego su tarjeta.
– Es grave, ?no? -De repente Sobel parecio alegrarse muy poco de haber sido destinado a aquella oficina.
– Le agradezco su ayuda, senor Sobel. Seguiremos en contacto.
Reynolds regreso a su coche y condujo lo mas rapidamente posible hacia la casa de Anne Newman. La telefoneo desde el coche para cerciorarse de que estaba alli. Faltaban tres dias para que se celebrase el funeral. Seria una ceremonia a lo grande, a la que asistirian altos cargos del FBI y de los cuerpos de policia de todo el pais. El desfile de vehiculos funerarios seria especialmente largo y pasaria entre columnas de agentes federales sombrios y respetuosos, asi como hombres y mujeres de azul. El FBI enterraba a los agentes que morian en el cumplimiento del deber con el honor y la dignidad que se merecian.
– ?Que has descubierto, Brooke? -Anne Newman llevaba un vestido negro, un bonito peinado y se habia maquillado ligeramente. Reynolds oyo voces procedentes de la cocina. Al llegar habia visto dos coches aparcados frente a la casa. Probablemente se tratara de familiares o amigos que habian ido a darle el pesame. Tambien reparo en las bandejas de comida que habia sobre la mesa del comedor. Por ironico que resultara, parecia que la comida y las condolencias iban de la mano; por lo visto el dolor se digeria mejor con el estomago lleno.
– Tengo que ver los extractos de vuestras cuentas bancarias. ?Sabes donde estan?
– Bueno, Ken era quien se encargaba de las cuestiones economicas, pero supongo que estan en su estudio. -Condujo a Reynolds por el pasillo y entraron en el estudio de Ken Newman.
– ?Teniais tratos con mas de un banco?
– No. Eso si lo se. Siempre recojo el correo. Solo hay un banco. Y solo tenemos una cuenta corriente, ninguna de ahorros. Ken decia que los intereses que pagaban eran una miseria. Los numeros se le daban muy bien. Tenemos algunas acciones rentables y los ninos tienen sus cuentas para la universidad.
Mientras Anne buscaba los extractos, Reynolds paseo la mirada por la habitacion. Habia numerosas cajas de plastico duro de distintos colores apiladas en una estanteria. Aunque en su primera visita se habia fijado en las monedas empaquetadas en plastico transparente, no habia reparado en aquellos receptaculos.
– ?Que hay en esas cajas?
Anne dirigio la vista hacia donde ella senalaba.
– Oh, son los cromos de beisbol de Ken. Tambien hay monedas. Sabia mucho del tema. Incluso siguio un cursillo y aprendio a clasificar los cromos y las monedas. Casi cada fin de semana asistia a algun que otro evento. -Apunto al techo-. Por eso hay un detector de incendios aqui. Ken tenia miedo de que estallara un incendio, sobre todo en este cuarto. Hay mucho papel y plastico. Arderia en cuestion de