Lee se habia despertado muy tarde con una resaca terrible y habia decidido superarla corriendo. Al principio, cada uno de los pasos por la arena le enviaba dardos letales al cerebro. Luego, a medida que se desentumecia, respiraba el aire fresco y notaba la brisa salada en el rostro, cuando hubo recorrido mas de un kilometro y medio, los efectos del vino y de las Red Dog desaparecieron. Cuando volvio a la casa de la playa, se acerco a la piscina y recupero su ropa y su pistola. Se sento un rato en una tumbona para sentir el calor del sol. Al entrar en la casa, olio a huevos y a cafe.
Faith estaba en la cocina sirviendose una taza de cafe. Llevaba unos vaqueros, una camisa de manga corta e iba descalza. Cuando lo vio entrar, tomo otra taza y la lleno. Por unos instantes, aquel sencillo acto de companerismo le resulto placentero, pero acto seguido su comportamiento de la noche anterior hizo que esa sensacion se desvaneciera como un castillo de arena arrasado sin piedad por las olas.
– Pensaba que dormirias todo el dia -dijo ella. Lee penso que le hablaba con un tono excesivamente desenfadado aunque no lo miro al hablar.
Aquel podia considerarse el momento mas embarazoso de toda su vida. ?Que se suponia que debia decir?: «0ye, siento lo de la agresion sexual de anoche.»
Se acerco a los quemadores toqueteando la taza, deseando hasta cierto punto que el gran nudo que se le habia formado en la garganta acabara por ahogarlo.
A veces el mejor remedio despues de hacer algo estupido e inexcusable es correr hasta caer extenuado. -Echo un vistazo a los huevos-. Huelen bien.
– Nada comparado con la cena que preparaste anoche. Pero bueno, ya te dije que no soy una gran cocinera. A mi me va mas lo de llamar al servicio de habitaciones. Aunque supongo que ya te habras percatado de ello. -Cuando ella se acerco a los quemadores, Lee advirtio que cojeaba ligeramente. Tampoco pudo evitar reparar en los cardenales que tenia en las munecas. Dejo la pistola sobre la encimera para no sucumbir a la tentacion de pegarse un tiro.
– ?Faith?
Ella continuo revolviendo los huevos en la sarten sin darse vuelta.
– Si quieres que me marche, me marchare -dijo Lee. Mientras ella parecia pensarselo, el decidio contarle lo que habia estado cavilando durante su carrera matutina-. Lo que ocurrio anoche, lo que te hice anoche, no tiene justificacion. Nunca, nunca he hecho una cosa semejante en mi vida. Yo no soy asi. No puedo culparte si no te lo crees, pero es la verdad.
De repente, ella se volvio hacia el con los ojos brillantes.
– Bueno, no voy a decir que no se me habia pasado por la cabeza que ocurriera algo entre nosotros, aun a pesar de la pesadilla en que estamos metidos. Pero no pense que seria asi… -Se le quebro la voz y aparto la vista enseguida.
Lee bajo los ojos y asintio ligeramente porque las palabras de Faith le resultaban demoledoras por partida doble.
– Sabes -murmuro-, me enfrento a una especie de dilema. El instinto y la conciencia me dicen que salga de tu vida para que no tengas que recordar lo que sucedio anoche cada vez que me veas. Pero no quiero dejarte sola en esto. Sobre todo porque hay alguien que quiere matarte.
Ella apago el quemador, repartio los huevos en dos platos, unto con mantequilla dos tostadas y lo dejo todo sobre la mesa. Lee no se movio. Se limito a observarla mientras actuaba con lentitud, con la humedad de las lagrimas en las mejillas. Los cardenales de las munecas eran para el como unos grilletes que le aprisionaban el alma.
Lee se sento frente a ella y empezo a comerse los huevos.
– Podria haberte detenido anoche -afirmo Faith con rotundidad. Las lagrimas le resbalaban por el rostro pero no hizo ademan de enjugarselas.
Lee sintio que a el tambien se le humedecian los ojos. -Ojala lo hubieras hecho.
– Estabas borracho. No digo que eso sirva de excusa, pero tambien se que no lo habrias hecho si hubieras estado sobrio. Ademas no llegaste hasta el final. Prefiero creer que nunca caerias tan bajo. De hecho, si no estuviera absolutamente segura de ello, te habria pegado un tiro con tu pistola cuando perdiste el conocimiento. -Se callo y parecio buscar la combinacion de palabras correcta-. Pero quiza lo que yo te he hecho sea mucho peor que lo que tu podrias haberme hecho anoche. -Aparto el plato y contemplo por la ventana lo que parecia el principio de un hermoso dia. Cuando volvio a hablar, empleo un tono nostalgico, ausente, a la vez que esperanzador y tragico-. Cuando era pequena, tenia toda mi vida planificada. Iba a ser enfermera y luego medico. Me casaria y tendria diez hijos. La doctora Faith Lockhart salvaria vidas durante el dia y luego regresaria a casa para estar junto a un hombre maravilloso que la amaria y seria la madre perfecta para sus hijos perfectos. Tras ir de aqui para alla durante todos aquellos anos, lo unico que queria era un hogar donde vivir el resto de mis dias. Mis hijos siempre, siempre sabrian donde encontrarme. Parecia tan sencillo, tan… alcanzable, cuando tenia ocho anos. -Al final se seco los ojos con la servilleta de papel, como si acabara de darse cuenta de que tenia el rostro humedo. Miro de nuevo a Lee-. Pero resulta que llevo esta vida. -Recorrio la agradable estancia con la vista-. De hecho no me puedo quejar. He ganado mucho dinero. ?Por que iba a quejarme? Este es el sueno americano, ?no? Dinero, poder, cosas bonitas… Incluso acabe haciendo el bien, en cierto modo, aunque fuera de forma ilegal. Pero luego lo estropee todo. Como mi padre. Tienes razon, de tal palo tal astilla. -Volvio a callarse y se puso a juguetear con los cubiertos: formo un angulo recto con el tenedor y el cuchillo de postre-. No quiero que te marches. -Acto seguido, se levanto, atraveso la cocina a toda prisa y subio las escaleras corriendo.
Lee oyo que daba un portazo tras entrar en su dormitorio.
Respiro a fondo, se puso en pie y se sorprendio al sentir las piernas tan gomosas. Sabia perfectamente que no era por la carrera. Se ducho, se cambio y regreso a la planta baja. La puerta de Faith seguia cerrada, y el no tenia la menor intencion de interrumpir lo que estuviera haciendo, fuera lo que fuera. Puesto que estaba un poco mas tranquilo, decidio dedicar una hora a la tarea mundana de limpiar la pistola a conciencia. El inconveniente de la sal y el agua residia en que estropeaban las armas y, de todos modos, las pistolas automaticas eran especialmente delicadas. Si la municion no era de la mejor calidad, seguro que el arma erraba el tiro y luego se encasquillaba. Un poco de arena y polvo podian provocar el mismo fallo. Ademas, las pistolas automaticas no se podian vaciar apretando el gatillo sin mas y sacando un cilindro limpio, como se hace con un revolver. Antes de que uno acabase de cargar la pistola, ya lo habrian matado. Y teniendo en cuenta la suerte de Lee hasta el momento, ocurriria justo cuando necesitara que el arma disparara sin problemas. Sin embargo, una de las ventajas era que las balas Parabellum de 9 milimetros que disparaba la Smith amp; Wesson compacta resultaban de lo mas eficaces. Derribaban todo cuanto alcanzaban. No obstante, Lee rezaba por no tener que utilizarla porque, con toda probabilidad, eso significaria que alguien dispararia contra el primero.
Relleno de nuevo el cargador de quince municiones, lo introdujo en la empunadura y coloco una bala en la recamara. Puso el seguro y enfundo la pistola. Penso en ir con la Honda a la tienda a buscar el periodico pero decidio que carecia de la energia y las ganas para desempenar incluso una tarea tan sencilla. Por otro lado, no le parecia bien dejar a Faith sola. Queria estar presente cuando ella bajara.
Fue a buscar un vaso de agua al fregadero, miro por la ventana y estuvo a punto de sufrir un ataque al corazon. ?Al otro lado de la calzada, sobre un alto muro de maleza espesa que se extendia hasta donde la vista alcanzaba, aparecio de repente una avioneta! Entonces Lee recordo la pista de aterrizaje de la que Faith le habia hablado. Estaba frente a la casa y quedaba protegida por ese seto.
Lee se dirigio rapidamente a la puerta principal para observar el aterrizaje pero cuando llego al exterior, la avioneta ya habia desaparecido. Entonces avisto la cola del avion por encima del muro de arbustos. Brillo ante el y continuo su trayectoria a toda velocidad.
Subio a la galeria de la segunda planta y observo el aterrizaje del avion y el desembarco de los pasajeros. Un coche los esperaba para recogerlos. Descargaron las maletas y las introdujeron en el coche, que se alejo con los pasajeros tras salir por una pequena abertura practicada en el seto bastante cercana a la casa de Faith. El piloto bajo del bimotor, comprobo varias cosas y volvio a subirse. Pocos minutos despues la avioneta rodo hasta el otro extremo de la pista y dio media vuelta. El piloto acelero y el aparato rugio por la pista en la misma direccion en que habia aterrizado antes de elevarse en el aire con elegancia. Se dirigio hacia el mar, giro y no tardo en desaparecer en el horizonte.