– No hacia esto desde mis anos en el instituto -confeso Lee, sonriendo-. Aunque entonces estaba de moda Three Dog Night y no Benny Goodman.

Faith guardo silencio mientras daba vueltas alrededor de el.

Sus movimientos eran cada vez mas atrevidos y seductores, parecia una bailarina de flamenco envuelta en llamas de color blanco.

Se levanto la falda para gozar de mayor libertad de movimiento y el corazon de Lee se acelero cuando vio sus muslos palidos.

Incluso se aventuraron a entrar en el agua, chapoteando con fuerza mientras seguian dando unos pasos de baile cada vez mas complejos. Se cayeron algunas veces sobre la arena y hasta en el agua salada y fria, pero se levantaron y continuaron bailando. En alguna ocasion, una combinacion realmente espectacular, ejecutada a la perfeccion, los dejaba sin aliento y risuenos como jovencitos en el baile del colegio.

Por fin llego el momento en que ambos se callaron, sus sonrisas se desvanecieron y se acercaron mas el uno al otro. Los giros y vueltas finalizaron, su respiracion se hizo mas lenta y descubrieron la proximidad de sus cuerpos a medida que se estrechaban los circulos que describian al bailar. Acabaron deteniendose por completo y permanecieron de pie balanceandose ligeramente; entregados al ultimo baile de la noche, abrazados con los rostros muy cerca, mirandose a los ojos mientras el viento ululaba en torno a ellos, las olas rompian con fuerza en la orilla y las estrellas y la luna los observaban desde el cielo.

Al final Faith se separo de el, con los ojos entrecerrados, mientras empezaba de nuevo a mover las extremidades sensualmente al son de una melodia silenciosa.

Lee extendio los brazos para tomarla por la espalda.

– No me apetece bailar mas, Faith. -El significado de sus palabras era claro como el agua.

Ella tambien hizo ademan de abrazarlo y entonces, con la rapidez de un rayo, le dio un fuerte empujon en el pecho, y Lee cayo hacia atras sobre la arena. Faith se volvio y echo a correr, prorrumpiendo en carcajadas al tiempo que el la miraba atonito. Sonrio, se incorporo y corrio tras ella. La alcanzo en las escaleras que conducian a la casa de la playa. La agarro por el hombro y la guio el resto del camino mientras ella agitaba piernas y brazos fingiendo resistirse. Habian olvidado que la alarma de la casa estaba conectada y entraron por la puerta posterior. Faith tuvo que correr como una loca hasta la puerta delantera para desactivarla a tiempo.

– Cielos, nos hemos librado por los pelos. Solo nos faltaria que viniera la policia a ver que ocurre -dijo.

– No quiero que venga nadie.

Faith agarro con fuerza la mano de Lee y lo condujo al dormitorio de ella. Se sentaron sobre la cama durante unos minutos abrazandose, meciendose suavemente y a oscuras, como adaptando los movimientos de la playa a un lugar mas intimo.

Al final, Faith se separo un poco de Lee y le llevo la mano al menton.

– Hace bastante tiempo, Lee. De hecho, hace mucho tiempo.

Habia cierto deje de verguenza en su voz, y Faith se sintio un tanto incomoda por hacer tal confesion. No queria decepcionarlo.

Lee le acaricio los dedos con dulzura sin despegar los ojos de ella, mientras el sonido de las olas les llegaba a traves de la ventana abierta. Resultaba reconfortante, penso Faith, el agua, el viento, las caricias; un momento que quiza no volveria a experimentar en mucho tiempo, si es que llegaba a repetirse.

– Nunca lo tendras mas facil, Faith.

Ese comentario la sorprendio.

– ?Por que dices eso?

Tenia la impresion de que, incluso en la oscuridad, el brillo de sus ojos la rodeaba, la sostenia, la protegia. ?Se consumaria por fin el idilio del instituto? De hecho, no estaba con un jovencito, sino con un hombre. Un hombre unico, por derecho propio. Ella lo estudio. No, definitivamente no era un jovencito.

– Porque no creo que jamas hayas estado con un hombre que sienta lo que yo siento por ti.

– Eso es facil de decir -murmuro ella, aunque de hecho sus palabras la habian conmovido profundamente.

– No para mi -declaro Lee.

Pronuncio esas tres palabras con tal sinceridad, con una falta de hipocresia tan absoluta, tan distinta del mundo en el que Faith se habia desenvuelto durante los ultimos quince anos, que ella no supo como reaccionar. Sin embargo, ya no era momento para el dialogo. Sin mas preambulos, empezo a desnudar a Lee y, a continuacion, el hizo lo propio con ella. Le masajeo los hombros y el cuello mientras la desvestia. Los grandes dedos de Lee eran sorprendentemente suaves al tacto, muy diferentes de como los habia imaginado.

Todos sus movimientos eran pausados, naturales, como si hubieran hecho todo aquello miles de veces en el transcurso de un matrimonio largo y feliz, buscando las partes correctas en las que detenerse para dar placer al otro.

Se deslizaron bajo las sabanas. Al cabo de diez minutos, Lee se dejo caer, respirando agitadamente. Faith estaba debajo de el, tambien jadeando. Le beso el rostro, el pecho, los brazos. Sus respectivos sudores se fundieron, entrelazaron las extremidades, se quedaron tumbados charlando y besandose despacio durante otras dos horas mas, durmiendose y despertandose de vez en cuando. Alrededor de las tres de la manana, volvieron a hacer el amor. Acto seguido, ambos se sumieron en un sueno profundo, agotados.

36

Reynolds estaba sentada en su despacho cuando recibio una llamada. Se trataba de Joyce Bennett, la abogada que la representaba en el divorcio.

– Tenemos un problema, Brooke. El abogado de tu esposo acaba de llamar, despotricando contra tus bienes ocultos. Brooke no daba credito a sus oidos.

– ?Hablas en serio? Bueno, dile que me explique donde estan, no me vendria mal un poco de dinero extra.

– No es broma. Me ha enviado por fax unos extractos de cuenta que dice que acaba de descubrir. A nombre de los ninos.

– Por el amor de Dios, Joyce, son las cuentas de los ninos para la universidad. Steve sabe que existen, por eso no las inclui en mi lista de bienes. Ademas, solo contienen unos pocos cientos de dolares.

– De hecho, segun los extractos que tengo delante, el saldo es de cincuenta mil dolares cada una.

A Reynolds se le seco la boca.

– Eso es imposible. Debe de haber algun error.

– El otro asunto preocupante es que las cuentas estan sujetas a la ley de Menores. Eso significa que son revocables a discrecion del donante y administrador. Tu eres la administradora y supongo que tambien eres la donante del capital. En suma, es tu dinero. Tenias que habermelo contado, Brooke.

– Joyce, no habia nada que contar. No tengo la menor idea de donde ha salido ese dinero. ?Que aparece en los extractos como origen de esos ingresos?

– Son varios giros telegraficos de cantidades parecidas. No se especifica de donde proceden. El abogado de Steve amenaza con denunciarte por fraude. Brooke, tambien dice que ha llamado

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