Massey se mostro sumamente inquieto al oir esa ultima frase. Parecio encogerse en el asiento bajo la mirada fulminante de Connie.
– Fred -dijo Fisher-, necesitamos una fuente independiente…
– Puedo ser independiente -lo interrumpio Connie-. Si me equivoco, entonces Brooke acabara en prision y yo sere el primero en darle la noticia. Pero apuesto lo que sea a que regresara para recoger su placa y su arma. De hecho, la veo dirigiendo este cotarro dentro de diez anos.
– No se, Connie… -empezo a decir Massey.
– Creo que alguien me debe esa oportunidad, Fred -dijo Connie con voz queda-. ? Que te parece?
Se produjo una larga pausa mientras Fisher miraba a uno y a otro hombre alternativamente.
– De acuerdo, Connie, siguela -accedio Massey-. Y mantenme informado a intervalos regulares. De todo lo que veas, con exactitud. Ni mas, ni menos. Cuento contigo. Por los viejos tiempos.
Connie se levanto de la mesa y dedico una mirada victoriosa a Fisher.
– Gracias por el voto de confianza, caballeros. No os decepcionare.
Fisher siguio a Connie hasta el vestibulo.
– No se como lo has conseguido, pero recuerda esto: tu carrera ya tiene una mancha negra, Connie. No puedes permitirte otra. Y yo tambien quiero estar al corriente de todo lo que informes a Massey.
Connie arrincono a Fisher, que era mucho mas alto que el, contra la pared.
– Escuchame, Paul. -Se callo con el pretexto de quitar una pelusa de la camisa de Fisher-. Se que, oficialmente, tu eres mi superior. Sin embargo, no confundas eso con la realidad.
– Estas entrando en terreno peligroso, Connie.
– Me gusta el peligro, Paul, por eso entre en el FBI. Por eso llevo pistola. He matado con la mia. ?Y tu?
– Estas perdiendo el sentido comun. Vas a tirar tu carrera por la borda. -Fisher sentia la pared en su espalda; se le estaba enrojeciendo el rostro mientras Connie continuaba inclinado sobre el como un roble contra una valla.
– ?Eso crees? Bueno, permiteme que te explique la situacion. Alguien le ha tendido una trampa a Brooke. ?Y quien podria ser? Tiene que ser el infiltrado del FBI. Alguien quiere desacreditarla, hundirla. Y, por lo que veo, Paul, tu estas intentando precisamente eso con todas tus fuerzas.
– ?Yo? ?Me acusas de ser el infiltrado?
– No estoy acusando a nadie de nada. Me limito a recordarte que, para mi, mientras no encontremos al infiltrado, nadie, y me refiero a nadie, desde el director hasta los tipos que limpian los lavabos, esta libre de sospecha. -Connie se aparto de Fisher-. Que pases un buen dia, Paul. Tengo que ir a perseguir a los malos.
Fisher lo observo mientras se alejaba, moviendo la cabeza lentamente, con cierta expresion de temor en el rostro.
El numero de telefono al que Lee llamo correspondia a un buscapersonas que Buchanan llevaba siempre encima. Cuando sono, Buchanan estaba en casa preparando el maletin para una reunion con un bufete de abogados de la ciudad que trabajaba para uno de sus clientes. Ya habia perdido la esperanza de que el busca llegara a sonar. Cuando lo oyo, creyo que iba a sufrir un ataque.
El dilema que se le presentaba era obvio: como escuchar el mensaje y devolver la llamada sin que Thornhill se enterara. Entonces discurrio un plan. Llamo a su chofer. Era un hombre de Thornhill, por supuesto, como siempre. Fueron al centro en el coche hasta el bufete.
– Tardare un par de horas. Telefoneare cuando termine -dijo al conductor.
Buchanan entro en el edificio. Ya habia estado alli antes y conocia bien la distribucion del mismo. No se dirigio a la zona de ascensores sino que atraveso el vestibulo principal y cruzo una puerta al fondo que tambien hacia las veces de entrada posterior para el aparcamiento. Tomo el ascensor y bajo dos plantas. Recorrio el vestibulo subterraneo y entro en el garaje. Justo al lado de la puerta habia una cabina de telefono. Introdujo unas monedas y marco el numero de la central de mensajes. Su razonamiento era claro: si Thornhill era capaz de interceptar una llamada hecha desde un telefono publico situado bajo toneladas de cemento, sin duda era el mismo diablo y Buchanan no tenia posibilidad alguna de vencerlo.
En el escueto mensaje Lee hablaba con voz tensa. Sus palabras causaron gran impresion a Buchanan. Habia dejado un numero. Buchanan lo marco. Un hombre respondio al momento.
– ?Senor Buchanan? -pregunto Lee.
– ?Faith esta bien?
Lee exhalo un suspiro de alivio. Habia deseado que esa fuera la primera pregunta del hombre. Aquello decia mucho. Aun asi, debia mostrarse precavido.
– Quiero verificar que se trata verdaderamente de usted. Me envio un paquete con informacion. ?Como lo mando y que contenia? Y dese prisa al responder.
– Mensajero. Utilizo Dash Services. El paquete incluia una foto de Faith, cinco paginas de informacion sobre ella y mi empresa, el telefono de contacto, un resumen de mis preocupaciones y lo que queria de usted. Tambien contenia cinco mil dolares en billetes de cincuenta y veinte. Ademas, lo llame hace tres dias a la oficina y deje un mensaje en el contestador. Ahora, por favor, digame que Faith esta bien.
– Por ahora esta bien, pero tenemos algunos problemas.
– Y que lo diga. Para empezar, ?como se que usted es Adams? Lee penso con rapidez.
– Tengo un anuncio en las Paginas Amarillas con una lupa cursi y todo eso. Tengo tres hermanos. El pequeno trabaja en una tienda de motocicletas en el sur de Alexandria. Lo llaman Scotty, pero su apodo en el instituto era Scooter porque jugaba al futbol y corria muy deprisa. Si quiere, puede telefonearlo, comprobar lo que le digo y volverme a llamar.
– No es necesario -aseguro Buchanan-. Ya me ha convencido. ?Que ocurrio? ?Por que huyeron?
– Bueno, usted tambien huiria si alguien intentara matarlo.
– Cuentemelo todo, senor Adams. Con pelos y senales.
– Se quien es, pero no se si confiar en usted. ?Que piensa hacer al respecto?
– Digame entonces por que Faith acudio al FBI. De eso estoy enterado. Luego le contare con quien se enfrenta en realidad. Y no soy yo. Cuando le diga de quien se trata, deseara que fuera yo.
Lee reflexiono por unos instantes. Oyo que Faith se habia levantado y que probablemente se dirigia a la ducha. «Vamos, alla», penso.
– Estaba asustada. Dijo que usted se comportaba de forma extrana, con nerviosismo. Intento hablar con usted al respecto, pero usted no le hizo caso e incluso le pidio que dejara la empresa. Eso la asusto. Tenia que las autoridades les hubieran descubierto. Acudio al FBI con la idea de lograr que usted testificara contra la gente que estaban sobornando. De ese modo los dos llegarian a un acuerdo con los federales y quedarian libres.
– Eso nunca habria dado resultado.
– Bueno, como a ella le gusta decir, es facil cuestionarlo a posteriori.
– ?Entonces se lo ha contado todo?
– Mas o menos -respondio Lee-. Faith penso que quiza fuera usted quien queria matarla. Pero yo la convenci de lo contrario. -«Espero no haberme equivocado», penso.