– No me entere de que Faith habia acudido al FBI hasta despues de su desaparicion.

– No solo la busca el FBI. Tambien hay otras personas. Estaban en el aeropuerto. Y llevaban algo que solo he visto en un seminario sobre antiterrorismo.

– ?Quien patrocinaba el seminario?

La pregunta sorprendio a Lee.

– Lo del contraterrorismo estaba organizado por los de la secreta. Ya sabe, supongo que era la CIA.

– Bueno, por lo menos se ha encontrado con el enemigo y sigue vivo -comento Buchanan-. Ya es algo.

– ?De que esta hablando…? -De repente sintio que la sangre se le agolpaba en las sienes-. ?Se refiere a lo que creo que se refiere?

– Digamoslo asi, senor Adams: Faith no es la unica que trabaja para una oficina federal importante. Por lo menos su implicacion era voluntaria. La mia no.

– Oh, mierda.

– Si, es una forma suave de decirlo. ?Donde estan ustedes?

– ?Por que?

– Porque necesito verlos.

– ?Y como va a hacerlo sin atraer a la mayor brigada de asesinos del pais? Supongo que esta bajo vigilancia.

– Bajo una vigilancia increiblemente estrecha y rigida -reconocio Buchanan.

– Pues entonces no podra acercarse a nosotros.

– Senor Adams, la unica salida que nos queda es colaborar. No podemos hacerlo a distancia. Tengo que ir a verlos porque no creo que sea muy sensato que Faith y usted vengan aqui.

– No me convence.

– No vendre si no logro despistarlos.

– ?Despistarlos? -exclamo Lee-. ?Quien se cree que es, la reencarnacion de Houdini? Permitame que le diga que ni siquiera Houdini seria capaz de despistar al FBI y a la CIA juntos.

– No soy ni espia ni mago. No soy mas que un cabildero, pero tengo una ventaja: conozco esta ciudad mejor que nadie. Y tengo amigos tanto en las altas esferas como en los bajos fondos. Ademas, ahora mismo son igual de valiosos para mi. Descuide, llegare solo. Entonces quiza sobrevivamos a esto. Ahora quiero hablar con Faith.

– No estoy seguro de que sea buena idea, senor Buchanan.

– Si que lo es.

Lee se dio vuelta y vio a Faith de pie en las escaleras vestida con una camiseta.

– Ha llegado la hora, Lee. De hecho, la hora paso hace tiempo.

Lee respiro a fondo y le alargo el telefono.

– Hola, Danny -saludo ella.

– Cielos, Faith, siento todo esto. -La voz de Buchanan se quebro a media frase.

– Soy yo quien deberia disculparse. Yo desencadene esta pesadilla al acudir al FBI.

– Bueno, tenemos que acabar con esto. Mas vale que lo hagamos juntos. ?Que tal es Adams? ?Es competente? Vamos a necesitar apoyo.

Faith echo una ojeada a Lee, quien la observaba ansioso. -Por lo que he visto, en ese sentido no tenemos problemas. De hecho, probablemente sea nuestra mejor baza.

– Dime donde estais e ire alli lo antes posible.

Faith le dio la informacion y le conto a Buchanan todo lo que Lee y ella sabian. Cuando colgo, miro a Lee.

El se encogio de hombros.

– Me figure que era nuestra unica alternativa. 0 eso o pasarnos el resto de nuestra vida huyendo -declaro el.

Faith se sento sobre sus rodillas, doblo las piernas y apoyo la cabeza contra su pecho.

– Hiciste lo correcto. Quienquiera que este metido en esto, tendra que verselas con Danny, que no es poco.

Sin embargo, las esperanzas de Lee se habian ido a pique. La CIA. Asesinos a sueldo, gente experta en todo tipo de tecnicas: ordenadores, satelites, operaciones encubiertas, pistolas de aire comprimido con balas envenenadas; disponian de todo eso para encontrarlos. Si hubiese tenido un dedo de frente, habria obligado a Faith a montarse en la Honda y se habrian largado de alli a todo gas.

– Voy a darme una ducha -anuncio Faith-. Danny ha dicho que vendra en cuanto pueda.

– De acuerdo -dijo Lee con la mirada ausente.

Mientras Faith subia las escaleras, Lee tomo su telefono, lo observo y se quedo petrificado. Lee Adams no habia estado tan anonadado en su vida. Y eso que, habida cuenta de los acontecimientos de los ultimos dias, el liston de lo que le sorprendia estaba situado al nivel del sol. El mensaje de texto que aparecia en la pantalla del telefono era conciso y a punto estuvo de detener las latidos de su robusto corazon.

«Faith Lockhart por Renee Adams», decia, e incluia un numero al que llamar. Querian a Faith a cambio de su hija.

40

Reynolds estaba sentada en la sala de su casa con una taza de te entre las manos y con la mirada perdida en el fuego, que se apagaba lentamente. La ultima vez que recordaba haber estado en casa a esas horas era durante la baja por maternidad despues de tener a David. Su hijo se habia sorprendido tanto de verla entrar por la puerta como Rosemary. Ahora David estaba echandose una siesta y Rosemary lavaba la ropa. Para ellos era otro dia normal. Reynolds se limitaba a contemplar las ascuas de la chimenea, deseando que algo en su vida, cualquier cosa, fuera normal.

Habia empezado a llover con fuerza, en perfecta consonancia con la profunda depresion que la embargaba. Suspendida de su cargo. Se sentia desnuda sin su pistola y las credenciales. Todos esos anos en el FBI, sin una sola tacha en su expediente, y ahora estaba a un paso de la ruina de su carrera. ?Que haria entonces? ?Adonde iria? Sin trabajo, ?intentaria su esposo arrebatarle a los ninos? ?Podria evitarlo en caso de que lo hiciera?

Dejo la taza, se quito los zapatos y se hundio en el sofa. Las lagrimas empezaron a brotar con rapidez y se paso el brazo por la cara para secarlas y amortiguar sus sollozos. El sonido del timbre de la puerta hizo que se levantara, se frotara el rostro y se dirigiera a la entrada. Echo una ojeada por la mirilla y vio a Howard Constantinople.

Connie se situo frente al fuego que acababa de avivar para calentarse las manos. Reynolds, nerviosa, se enjugaba las lagrimas con un panuelo. Era imposible que Connie no hubiera reparado en sus ojos enrojecidos y en los regueros de sus mejillas, pero habia tenido el tacto de no decirle nada.

– ?Han hablado contigo? -pregunto ella.

Connie se volvio y se dejo caer en una silla, negando con la cabeza.

– Y por poco consigo que me suspendan a mi tambien. Me han faltado dos

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