– Collin no llego a disparar.

– Pero…

– Pero alguien lo hizo. Lo se. -Burton se bebio de un trago la mitad de la copa. Russell penso servirse una, pero desistio-. Walter Sullivan. Ese hijo de puta. Richmond se lo dijo, ?no?

– ?Cree que Sullivan estaba detras de esto?

– ?Quien si no? Piensa que el tipo mato a su esposa. Tiene el dinero para contratar a los mejores tiradores del mundo. El era la unica otra persona que sabia exactamente donde y cuando lo iban a detener. -El agente miro a la jefa de gabinete y sacudio la cabeza en un gesto de disgusto-. No sea estupida, senora, no tenemos tiempo para estupideces.

Burton se levanto para pasearse arriba y abajo.

– Pero el hombre esta detenido -insistio Russell al recordar lo que habia visto en la television-. Se lo dira todo a la policia. He pensado que eran ellos los que llamaban a la puerta.

– El tipo no le dira nada a la policia. Al menos por ahora -afirmo Burton que dejo de pasearse por un momento.

– ?De que esta hablando?

– Hablo de un hombre que hara cualquier cosa para que su ninita continue con vida.

– ?Usted le amenazo?

– Le transmiti el mensaje con toda claridad.

– ?Como lo sabe?

– Los ojos no mienten, senora. El conoce el juego. Si habla, adios a su hija.

– Usted, usted no puede…

Burton tendio las manos, sujeto a la jefa de gabinete, y la levanto en el aire como si fuera una pluma hasta el nivel de sus ojos.

– Matare a cualquier cabron que pueda joderme, ?esta claro? -El tono era feroz. La arrojo sobre la silla.

Ella le miro, con el rostro sin sangre, los ojos aterrorizados.

– Usted fue la que me metio en esto -anadio Burton, furioso-. Yo queria llamar a la policia desde el primer momento. Hice mi trabajo. Quiza mate a la mujer, pero ningun jurado en el mundo me hubiera encontrado culpable. Pero usted me engano como a un chino, senora, con todo aquel rollo del desastre mundial y la preocupacion por el presidente, y yo me lo trague como un imbecil. Y ahora mismo estoy a un paso de perder veinte anos de mi vida y no me hace nada feliz. Si no lo entiende, alla usted.

Permanecieron sentados sin hablar durante un momento. Burton sostenia la copa y miraba la alfombra, mientras pensaba. Russell le vigilaba de reojo al tiempo que hacia todo lo posible por dominar los temblores. No se atrevia a mencionarle a Burton la nota que habia recibido. ?Para que? Bill Burton era muy capaz de sacar la pistola y matarla alli mismo. La idea de estar tan cercana a una muerte violenta le helo la sangre.

Russell consiguio sentarse en la silla. El tictac de un reloj sonaba al fondo; parecia contar los ultimos instantes de su vida.

– ?Esta seguro de que el no dira nada? -Miro a Burton.

– No estoy seguro de nada.

– Pero acaba de decir…

– Dije que el tipo hara cualquier cosa para asegurarse de que no maten a su hija. Si consigue eliminar la amenaza, entonces dormiremos durante el resto de nuestras vidas en la carcel.

– ?Como hara para eliminar la amenaza?

– Si supiera la respuesta, no estaria tan preocupado. Pero le garantizo que en este momento Luther Whitney esta sentado en la celda pensando como hacerlo.

– ?Que podemos hacer?

Bill Burton recogio el abrigo y despues sujeto a Russell por un brazo y la obligo a levantarse.

– Vamos, es hora de hablar con Alan Richmond.

Jack repaso las notas y despues miro a los que estaban sentados alrededor de la mesa. Su equipo consistia en cuatro asociados, tres pasantes y dos socios. El exito de Jack con Sullivan era la comidilla de la firma. Cada uno de los presentes miraba a Jack con asombro, respeto y un poco de miedo.

– Sam, tu coordinaras las ventas de materias primas a traves de Kiev. El tipo que tenemos alli es un listillo de cuidado; no le pierdas de vista pero dejale que se encargue de hacer las cosas.

Sam, socio desde hacia diez anos, cerro su maletin.

– Hecho -respondio.

– Ben, he revisado tu informe sobre los contactos con los lobbys. Estoy de acuerdo contigo. Creo que nos conviene insistir con la gente de relaciones exteriores. No nos vendra mal tenerlos de nuestro lado. -Jack abrio otra carpeta-. Tenemos un mes para montar y poner en marcha la operacion. Nuestra preocupacion principal es la delicada situacion politica de Ucrania. Hay que tenerlo todo atado lo antes posible. No vaya a ser que los rusos se anexionen a nuestro cliente. Ahora quiero dedicar unos minutos…

Se abrio la puerta y la secretaria de Jack asomo la cabeza. Parecia inquieta.

– Lamento mucho interrumpir.

– Esta bien, Martha, ?que pasa?

– Le llaman por telefono.

– Le avise a Lucinda que retuviera todas las llamadas excepto en caso de emergencia. Manana devolvere todas las llamadas.

– Pienso que esta es una emergencia.

– ?Quien es? -pregunto Jack.

– Una tal senora Kate Whitney.

Cinco minutos mas tarde, Jack estaba en su coche; un flamante Lexus 300 color cobre. Pensaba a todo maquina. Kate estaba histerica.

Lo unico que habia entendido era que Luther estaba detenido. Por que, no lo sabia.

Kate abrio la puerta a la primera llamada, y casi se desplomo en sus brazos. Pasaron varios minutos antes de que pudiera respirar con normalidad.

– ?Kate, que pasa? ?Donde esta Luther? ?De que le acusan?

Ella le miro, con el rostro tan hinchado y enrojecido como si le hubiesen dado una paliza.

Cuando por fin consiguio pronunciar la palabra, Jack se sento atonito.

– ?Asesinato? -Miro a su alrededor sin darse cuenta de lo que veia-. Eso es imposible. ?A quien cono creen que ha asesinado?

Kate se irguio en la silla y se aparto el pelo de la cara. Le miro a los ojos. Esta vez sus palabras fueron claras, directas y se clavaron en Jack como astillas de cristal.

– Christine Sullivan.

Jack permanecio inmovil durante unos instantes y despues se levanto de un salto. Miro a la joven, intento hablar pero no pudo. Se acerco tambaleante a la ventana, la abrio y dejo que el frio le golpeara. Sintio el acido en el estomago; le llego a la garganta como si fuera fuego. Lentamente, las piernas recuperaron las fuerzas. Cerro la ventana y volvio a sentarse junto a ella.

– ?Que paso, Kate?

Ella se seco los ojos con un panuelo de papel hecho una bola. Tenia el pelo revuelto. No se habia quitado el abrigo. Los zapatos estaban junto a una silla, donde habian ido a parar cuando se los quito a puntapies. Se rehizo lo mejor que pudo. Aparto un mechon de pelo que le caia sobre la boca, y por fin miro a Jack. Las palabras salieron de su boca, entrecortadas.

– Le han detenido. La policia cree que entro en la casa de los Sullivan. Se suponia que alli no habia nadie. Pero, en realidad, estaba Christine Sullivan. -Hizo una pausa para inspirar con fuerza-. Piensan que Luther la mato. -En cuanto pronuncio estas ultimas palabras cerro los ojos; los parpados parecieron bajar arrastrados por un peso insoportable. Sacudio la cabeza, la piel de la frente arrugada mientras el dolor iba en aumento.

– Eso es una locura, Kate. Luther nunca mataria a nadie.

– No lo se, Jack. Ya no se que pensar.

Jack se levanto y recogio el abrigo. Se paso una mano por el pelo mientras intentaba pensar con claridad. La

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