– Como le dije, filme algunas tomas muy buenas. Del presidente y del tipo cuando lo matan. Lo tengo todo. Claro que si. Vera, yo seguia al presidente. Me meti justo en medio de todo el follon.

Frank miro al hombre.

– Ahi esta todo, teniente. A ver si le sirve. -Miro la hora-. Vaya, debo irme. Llego tarde a comer. A la parienta no le gusta que llegue tarde. -Camino hacia la puerta. Frank miro la cinta-. Ah, teniente, una cosa mas.

– Si.

– Si sacan algo de provecho de mi cinta, ?cree que mencionaran mi nombre cuando escriban sobre ella?

– ?Escribir sobre que?

– Si, ya sabe, los historiadores -contesto el viejo entusiasmado-. Quiza la llamen la cinta Flanders o algo asi. O el video Flanders. Ya sabe, como la otra vez.

– ?Como la otra vez? -Frank se masajeo las sienes.

– Si, teniente. Ya sabe, como Zapruder con Kennedy.

Por fin, Frank entendio lo que intentaba decir el hombre.

– Me encargare de mencionar su nombre, senor Flanders. Por si acaso, para la posteridad.

– Eso es. -Radiante de orgullo, Flanders le senalo con un dedo-. Posteridad, me gusta la palabra. Que pase un buen dia, teniente.

– ?Alan?

Richmond con un ademan ausente le indico a Russell que entrara y despues continuo con la lectura de las notas en su libreta. Al cabo de unos momentos, cerro la libreta y miro a la jefa de gabinete con una mirada impasible.

Russell vacilo, observo la alfombra, con la manos cruzadas delante de ella. Despues cruzo la habitacion a paso rapido y se dejo caer mas que sentarse en una de las sillas.

– No se muy bien que decir, Alan. Comprendo que no hay excusas para mi comportamiento, algo absolutamente inapropiado. Si pudiese, alegaria locura temporal.

– Entonces, ?no tienes intencion de justificarlo diciendo que fue en favor de mis intereses? -Richmond se reclino en el sillon, sin desviar la mirada de Russell.

– No lo hare. Estoy aqui para presentar mi renuncia.

– Quiza te he subestimado, Gloria -comento el presidente con una sonrisa. Dejo el sillon, rodeo el escritorio y se apoyo contra el mueble, delante de la mujer-. Aunque no lo creas, tu comportamiento fue el mas apropiado. Yo, en tu lugar, habria hecho lo mismo.

Russell le miro con una expresion de asombro.

– No me malinterpretes, Gloria. Espero lealtad como haria cualquier otro ser humano. Sin embargo, no espero que los seres humanos sean algo mas que eso, me refiero a humanos, con todas las debilidades e instintos de supervivencia que eso conlleva. Despues de todo, somos animales. He conseguido mi posicion en la vida sin perder nunca de vista el hecho de que la persona mas importante en el mundo soy yo mismo. En cualquier situacion, ante cualquier obstaculo, nunca he olvidado ese principio basico. Lo que hiciste aquella noche demuestra que tu compartes la misma creencia.

– ?Sabes lo que pretendia?

– Desde luego, Gloria. No te condeno por haber intentado sacar el maximo de provecho de aquella situacion. Caray, es la base sobre la que se sustenta la nacion y esta ciudad en particular.

– Pero cuando Burton te dijo…

El presidente alzo una mano para interrumpirla.

– Admito que aquella noche senti ciertas emociones. Quiza la traicion era la mas fuerte. Pero desde entonces, he llegado a la conclusionde que tu demostraste tu fuerza, y no la debilidad, de caracter.

– ?Debo pensar que no quieres mi renuncia? -pregunto la jefa de gabinete mientras se esforzaba por entender en que acabaria todo aquello.

– Ni siquiera recuerdo que hayas mencionado la palabra, Gloria, -Se inclino para coger una de sus manos-. En ningun momento se me ha pasado por la cabeza interrumpir nuestra relacion despues de haber llegado a conocernos tan bien. No hablemos mas del asunto, ?de acuerdo?

Russell se levanto dispuesta a marcharse. El presidente volvio a su sillon.

– Ah, Gloria, quiero repasar una serie de temas contigo esta noche. La familia esta de viaje. Asi que quiza trabajaremos en mis habitaciones. -La jefa de gabinete le miro-. Quiza se nos haga la madrugada. Trae ropa para cambiarte. -El presidente no sonrio. Su mirada parecio atravesar el cuerpo de la mujer. Despues volvio a su trabajo.

A Russell le temblaban las manos mientras cerraba la puerta.

Jack aporreo la puerta con tanta fuerza que se hizo dano en los nudillos. El ama de llaves abrio la puerta y Jack paso junto a ella sin darle oportunidad de abrir la boca.

Jennifer Baldwin bajo las escaleras y cruzo el vestibulo. Llevaba un elegante vestido de noche muy escotado, y el pelo le caia sobre los hombros. Su expresion era seria.

– Jack, ?que haces aqui?

– Quiero hablar contigo

– Jack, voy a salir. Tendras que esperar.

– ?No! -El la sujeto de una mano, miro a su alrededor, abrio la puerta que tenia mas cerca y la arrastro a la biblioteca. Jennifer aparto la mano.

– ?Te has vuelto loco, Jack?

El miro la habitacion con las estanterias hasta el techo llenas de libros encuadernados en cuero y lomos dorados. Solo servian de muestra, nadie los habia abierto. No eran mas que parte del decorado.

– Solo quiero que me respondas a una pregunta y despues me ire.

– Jack…

– Una pregunta. Y despues me ire.

La joven le miro con suspicacia; cruzo los brazos.

– ?De que se trata?

– ?Llamaste o no a mi firma y les dijiste que despidieran a Barry Alvis porque me hizo trabajar la noche que estuvimos en la Casa Blanca?

– ?Quien te lo dijo?

– Solo responde a la pregunta, Jenn.

– Jack, ?por que es tan importante?

– ?Entonces hiciste que le despidieran?

– Jack, quiero que dejes de pensar en eso y pienses mas en nuestro futuro. Si…

– ?Responde a la punetera pregunta!

– ?Si! -grito Jennifer-. Si, hice que despidieran a ese cretino. ?Y que? Se lo merecia. Te trato como a un subalterno. Y se equivoco. El no era nada. Jugo con fuego y se quemo. No siento ninguna pena por el. -Jennifer le miro sin una pizca de remordimiento.

En cuanto escucho la respuesta que va se esperaba, Jack se sento en una silla y miro el gran escritorio al otro extremo de la habitacion. El sillon de respaldo alto miraba hacia el otro lado. Contemplo los oleos originales colgados en las paredes, las ventanas enormes con unas cortinas que debian valer una fortuna, el trabajo de marqueteria, las esculturas de metal y marmol. El techo estaba pintado con una legion de personajes medievales. El mundo de los Baldwin. Se lo podian meter donde les cupiera. Cerro los ojos.

Jennifer se echo hacia atras el pelo, y miro a su prometido, un tanto angustiada. Por un momento, vacilo. Despues se acerco a el, se arrodillo a su lado y le toco el hombro. El se sintio envuelto por el aroma de su perfume. La muchacha le hablo en voz baja, con la boca casi pegada a su oreja.

– Jack, te lo dije antes, no tienes que aguantar esa clase de comportamientos. Ahora que se ha acabado ese ridiculo caso de asesinato podemos continuar con nuestras vidas. Nuesta casa esta lista, es algo fantastico, de veras. Y tenemos que acabar con los preparativos de la boda. Carino, ahora todo puede volver a la normalidad. - Le toco el rostro, lo volvio hacia ella. Jennifer le dedico su mirada mas seductora y despues le beso con ansiedad, y cuando aparto los labios lo hizo muy lentamente. Sus ojos buscaron los de Jack. No encontro lo que buscaba.

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