– Una cosa. -Jack apreto un boton del mando a distancia-. A ver que le parece. -La cinta avanzo a doble velocidad. Las figuras se movian como los actores en una pelicula muda-. Atento.

Las imagenes mostraron a Luther cuando salia de la furgoneta. Miraba el suelo; los grilletes le dificultaban la marcha. De pronto, el presidente seguido por una columna de gente aparecio en la pantalla. Luther quedo parcialmente oscurecido. Jack congelo la imagen.

– Mire.

Frank observo la imagen, mientras masticaba una galleta y se acababa el cafe. Sacudio la cabeza.

– Mire la cara de Luther -le indico Jack-. Alli, entre los trajes. Mire su cara.

Frank se inclino hasta casi tocar la pantalla con la nariz. De pronto se echo hacia atras, con los ojos bien abiertos.

– Maldita sea, parecia decir algo.

– No, parece como si le estuviera diciendo algo a alguien. -?Cree que reconocio a alguien, quizas al tipo que le mato? -pregunto el detective.

– Dadas las circunstancias, no pienso que estuviese de charla con algun desconocido.

Frank volvio a ensimismarse en la contemplacion de la imagen. Por fin sacudio la cabeza.

– Necesitaremos la ayuda de algun talento especial. -Se levanto-. Vamos.

– ?Donde? -pregunto Jack, al tiempo que cogia el abrigo.

Frank sonrio mientras rebobinaba la cinta. Despues se puso el sombrero.

– Primero lo llevare a cenar. Soy un hombre casado, mas viejo y mas gordo que usted. Por lo tanto, no me basta con un punado de galletitas. Despues iremos a la comisaria. Quiero presentarle a una persona.

Dos horas mas tarde, Seth Frank y Jack entraron en la comisaria de Middleton, ahitos de comida. Laura Simon les esperaba en el laboratorio con el equipo preparado.

Despues de las presentaciones, Laura metio la cinta en el magnetofono. Las imagenes aparecieron en la pantalla de cuarenta y seis pulgadas del televisor instalado en un rincon del laboratorio. Frank avanzo la cinta hasta el lugar apropiado.

– Alli -senalo Jack-, alli esta.

Frank congelo la imagen.

Laura se sento delante de un teclado y escribio una serie de ordenes. En la pantalla, la parte del encuadre correspondiente a la imagen de Luther se separo del resto y se amplio como un globo que se hincha, hasta que el rostro de Luther ocupo casi toda la pantalla.

– Es el maximo que da la maquina. -Laura hizo girar la silla y le hizo una sena a Frank. El teniente apreto un boton del mando a distancia y las imagenes volvieron a moverse.

La banda sonora era muy confusa: los alaridos, los gritos, el ruido del trafico y el rumor de la multitud impedian entender lo que decia Luther. Miraron mientras sus labios se abrian y cerraban.

– Esta cabreado. No se que dice, pero esta cabreado. -Frank saco un cigarrillo, pero lo guardo al ver la mirada de Simon.

– ?Alguien sabe leer los labios? -pregunto Laura.

Jack miro la pantalla. ?Que cono decia Luther? Ya habia visto antes la expresion de su cara. Si pudiera recordar cuando… Habia sido hacia poco, estaba seguro.

– ?Ve algo que nosotros no vemos? -pregunto Frank.

Jack miro al detective.

– No lo se -contesto. Se paso la mano por la cara-. Alli hay algo, pero no consigo recordar que es.

Frank le dijo a Simon que apagara el equipo. Dejo la silla y se desperezo.

– Bueno, vayase a dormir. Si manana cuando se despierte recuerda algo, llameme. Gracias por venir, Laura.

Los dos hombres se marcharon juntos. Frank miro a Jack, extendio una mano y le toco la nuca.

– Caray, tiene los musculos a punto de estallar.

– Vaya, no se por que. No me casare con la mujer con quien estaba prometido, la mujer con la que me quiero casar me acaba de decir que desaparece para siempre de mi vida, y estoy casi seguro que manana ya no tendre trabajo. Ah y eso sin mencionar que asesinaron a una persona que estimaba y que quiza nunca encontraremos al asesino. Cono, mi vida no podria ser mas perfecta.

– Quizas ahora venga la buena racha.

– Si. -Jack abrio la puerta del Lexus-. Por cierto, si conoce a alguien que quiera comprar un coche casi nuevo, aviseme.

– Lo siento, no conozco a nadie que pueda permitirselo -contesto el detective con una mirada picara.

– Yo tampoco -afirmo Jack con una sonrisa.

En el camino de regreso, Jack miro la hora en el reloj del coche. Era casi medianoche. Paso por delante del edificio de Patton, Shaw, vio las oficinas a oscuras, y decidio entrar. Utilizo la tarjeta para abrir la puerta del garaje, saludo con la mano a la camara de seguridad instalada junto a la puerta, y al cabo de unos minutos subia en uno de los ascensores.

No sabia muy bien por que estaba alli. Sus dias en Patton, Shaw estaban contados. Sin Baldwin como cliente, Kirksen le echaria a patadas. Sintio un poco de pena por Lord. Le habia prometido proteccion. Pero no pensaba casarse con Jennifer Baldwin solo para que Lord siguiera cobrando un salario estupendo. Ademas, le habia mentido respecto a la marcha de Barry Alvis de la firma. Pero Lord se salvaria. Jack creia con toda sinceridad que Lord saldria adelante. Cualquier bufete le contrataria de inmediato. El futuro de Lord era mucho mejor que el de Jack.

Se abrieron las puertas del ascensor y Jack entro en la recepcion de la planta. Solo estaban encendidas las lamparas de pared y la penumbra le hubiera intranquilizado un poco de no haber sido por su ensimismamiento. Camino por el pasillo hacia su oficina, y se detuvo un momento en la cocina para servirse un vaso de gaseosa. Por lo general, incluso a medianoche, siempre habia unas cuantas personas ocupadas en acabar algun trabajo urgente. Esta noche el lugar se veia desierto.

Jack encendio la luz de su oficina y cerro la puerta. Echo una ojeada a su nuevo dominio conseguido gracias a su ascenso a socio. Su reino, aunque solo fuera por un dia mas. Era impresionante. El mobiliario de primera calidad, la alfombra y el tapizado de las paredes, de lujo. Se paseo delante de sus diplomas enmarcados. Algunos los habia conseguido con esfuerzo, otros se los habian concedido solo por ser abogado. Vio que habian recogido los papeles desparramados por el escritorio, obra de la eficaz cuadrilla de limpieza acostumbrada al desorden de los abogados y a sus ocasionales rabietas.

Se sento en el sillon de cuero y se echo hacia atras. Era mucho mas comodo que su cama. Se imagino a Jennifer hablando con su padre. Ransome Baldwin se pondria rojo de furia ante lo que interpretaria como un insulto imperdonable a su preciosa hijita. El hombre llamaria por telefono manana por la manana y su carrera como abogado de empresa se habria acabado.

No le importaba en lo mas minimo. Lo unico que lamentaba era no haberlo hecho antes. Con un poco de suerte le aceptarian otra vez en la oficina del defensor publico. Aquello era lo suyo. Nadie se lo impediria. Sus problemas habian comenzado cuando intento ser alguien que no era. No cometeria el mismo error nunca mas.

Penso en Kate. ?Donde iria? ?Iba en serio lo de dejar el trabajo? Jack recordo la expresion fatalista en su rostro y llego a la conclusion de que si, ella lo habia dicho en serio. El habia vuelto a suplicarle. Como habia hecho cuatro anos antes. Le habia suplicado que no se fuera, que no volviera a desaparecer de su vida. Pero habia habido algo imposible de atravesar. Quizas era la culpa que sentia. O quiza se trataba sencillamente de que ella no le queria. ?Alguna vez se lo habia planteado? La verdad era que no. Al menos conscientemente. Le ponia los pelos de punta pensar en la respuesta. Sin embargo, ahora ?que mas daba?

Luther estaba muerto; Kate se marchaba. Su vida no habia cambiado mucho a pesar de la reciente actividad. Por fin, los Whitney le habian abandonado para siempre.

Miro la pila de mensajes rosados. Pura rutina. Entonces apreto un boton del telefono para escuchar el contestador automatico, cosa que no habia hecho en un par de dias. Patton, Shaw permitia a sus clientes la eleccion de dejar los anticuados mensajes escritos u optar por el moderno contestador. A los clientes mas quisquillosos les encantaba este ultimo. Al menos asi no tenian que esperar para despacharse a gusto.

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