– La orden viene directamente del comandante en jefe de la Casa Blanca. ?Le basta con esto?
– Si, senor -dijo lentamente Hollyman-. Supongo que si.
?Dios mio!, penso desesperadamente. No habia manera de eludir la orden.
– Altura treinta y cinco kilometros; nueve minutos para el aterrizaje - dijo Burkhart a Jurgens, leyendo los instrumentos-. Tenemos luces a nuestra derecha.
– ?Que pasa, Houston? -pregunto Jurgens, frunciendo el entrecejo-. ?Adonde diablos nos llevan?
– Tranquilo -respondio la voz impasible del director de vuelo Foley-. Siguen el rumbo exacto. Les haremos aterrizar.
– El radar y los indicadores de navegacion dicen que vamos a aterrizar en el centro de Cuba. Por favor, comprueben.
– No hace falta,
– No comprendo, Houston. Repito: ?donde nos estan obligando a aterrizar?
No hubo respuesta.
– Escuchenme -dijo Jurgens, al borde de la desesperacion-. Voy a emplear los mandos manuales.
– No, Dave. Deje actuar el mando automatico. Todos los sistemas estan dispuestos para el aterrizaje.
Jurgens apreto los punos, ahora desesperado.
– ?Por que? -pregunto-. ?Por que estan haciendo esto?
No hubo respuesta.
Jurgens miro a Burkhart.
– Pon el freno de velocidad al cero por ciento. Pasamos a TAEM [1]. Quiero mantener esta nave en el aire hasta que pueda conseguir alguna respuesta clara.
– No haras mas que prolongar lo inevitable durante un par de minutos -dijo Burkhart.
– No podemos quedarnos sentados aqui y permitir que esto suceda.
– No depende de nosotros -dijo tristemente Burkhart-. No tenemos otro lugar adonde ir.
El verdadero Merv Foley estaba sentado delante de una consola en el Centro de Control de Houston, furioso e impotente. Su rostro, palido como la cera, tenia una expresion de incredulidad. Golpeo con el puno el borde de la consola.
– Les estamos perdiendo -dijo, desesperado.
Irwin Mitchell, del «circulo privado», estaba inmediatamente detras de el.
– Nuestros encargados de las comunicaciones estan haciendo todo lo que pueden para establecer contacto.
– ?Demasiado tarde, maldita sea! -grito Foley-. Estan en la ultima fase de acercamiento. -Se volvio y agarro a Mitchell del brazo-. Por el amor de Dios, Irv, pida al presidente que les deje aterrizar. Entreguen la lanzadera a los rusos; que saquen de ella todo lo que puedan. Pero, por el amor de Dios, no permitan que mueran estos hombres.
Mitchell miro torvamente las pantallas de datos.
– Esta es la mejor manera -dijo, en tono vago.
– Esos colonos de la Luna… son sus paisanos. Despues de todo lo que han logrado, despues de anos de luchar por conservar la vida en un medio hostil, no pueden simplemente eliminarlos cuando estan a punto de volver a casa.
__Usted no conoce a esos hombres. Nunca permitirian que los resultados de sus esfuerzos fuesen a parar a manos de un gobierno hostil. Si yo estuviese alla arriba y Eli Steinmetz aqui abajo, el no vacilaria en hacer anicos el
Foley miro a Mitchell durante un largo instante. Despues se volvio y hundio la cabeza entre las manos, abrumado por el dolor.
57
Jessie levanto la cabeza y miro a Pitt, nublados los ojos castanos y con lagrimas rodando sobre las moraduras de sus mejillas. Ahora estaba temblando, tanto de espanto por los muertos que le rodeaban como de inmenso alivio. Pitt la abrazo, obedeciendo un subito impulso, sin decir nada, y le quito delicadamente la pistola de la mano. Despues la solto, corto rapidamente las ataduras de Giordino, dio un apreton tranquilizador al hombro de Gunn y se acerco al enorme mapa de la pared.
Lo golpeo con los nudillos, calculando su grosor. Entonces se echo atras y dio una patada al centro del oceano indico. El panel oculto cedio, giro sobre sus goznes y choco contra la pared.
– Volvere en seguida -dijo Pitt, y desaparecio en un pasillo.
El interior estaba bien iluminado y alfombrado. Pitt corrio descuidadamente, sosteniendo la pistola delante de el. El corredor tenia aire acondicionado y estaba fresco, pero el sudor brotaba de sus poros con mas intensidad que nunca. Se enjugo la frente con una manga, dejando de ver por un breve instante, y a punto estuvo esto de costarle la vida.
En el momento exacto en que llegaba a un pasillo lateral, y como en una escena de una vieja pelicula muda de Mack Sennett, choco con dos guardias que doblaban la esquina.
Pitt paso entre ellos, empujandoles hacia los lados; despues giro en redondo y se dejo caer al suelo. El factor sorpresa le favorecio. Los guardias no habian esperado encontrar a un enemigo tan cerca del despacho del general Velikov. Pitt lo aprovecho y disparo cuatro veces antes de que los sorprendidos guardias tuviesen oportunidad de hacerlo con sus rifles. Se puso de pie de un salto, mientras estaban todavia cayendo.
Durante dos segundos, tal vez tres (le parecio una hora), contemplo las figuras inertes, extranado de no verse afectado por sus muertes, pero pasmado de que todo hubiese ocurrido tan deprisa. Mental y emocionalmente, estaba agotado; pero fisicamente, se sentia razonablemente en forma. Pitt respiro profundamente hasta despejar el cerebro, y despues trato de imaginar cual era el pasillo que conducia al centro electronico del edificio.
Los pasillos laterales tenian el suelo de hormigon; por consiguiente, siguio avanzando por el que estaba alfombrado. Habia recorrido solamente quince metros cuando sus celulas cerebrales volvieron a funcionar como era debido, y entonces se maldijo por su torpeza al no haber pensado en apoderarse de un rifle de los guardias. Saco el cargador de la pistola. Estaba vacio; solo quedaba una bala en la recamara. Borro este error de la mente y siguio adelante.
Fue entonces cuando vio un resplandor delante de el y oyo voces. Aminoro el paso, se asomo a un portal y observo con la cautela de un raton al salir de su madriguera.
A dos metros delante de el, vio la baranda de una galeria que dominaba una vasta habitacion llena de ordenadores y consolas, en limpias hileras y debajo de dos grandes pantallas de datos. Al menos diez tecnicos e ingenieros estaban sentados alli manejando aquella serie de aparatos electronicos, mientras otros cinco o seis conversaban animadamente entre ellos.