El presidente estaba sentado tras su mesa del Salon Oval envuelto en un albornoz, con la cabeza baja y los codos apoyados en los brazos del sillon. Su semblante macilento denotaba cansancio.

Levanto bruscamente la cabeza y dijo:

– ?Esta seguro de que Houston no puede establecer contacto con el Gettysburg?

Martin Brogan asintio.

– Asi lo afirma Irwin Mitchell, de la NASA. Sus senales son anuladas por una interferencia exterior.

– ?Esta Jess Simmons en el Pentagono?

– Tenemos una linea directa con el -respondio Dan Fawcett.

El presidente vacilo y, cuando hablo, lo hizo en un murmullo.

– Entonces sera mejor que le diga que ordene a los pilotos de los aviones de combate que esten alerta.

Fawcett asintio gravemente con la cabeza y descolgo el telefono.

– ?Alguna noticia de su gente, Martin?

– Lo ultimo que sabemos es que desembarcaron en la playa -dijo Brogan, desalentado-. Aparte de esto, nada.

El presidente sintio el peso de la desesperacion.

– ?Dios mio, estamos atrapados en el limbo!

Sono uno de los cuatro telefonos y Fawcett respondio a la llamada.

– Si, si, esta aqui. Si, se lo dire. -Volvio a colgar, con expresion sombria-. Era Irwin Mitchell. El Gettysburg se ha desviado demasiado hacia el sur para poder aterrizar en Cabo Canaveral.

– Todavia podria caer en el agua -dijo Brogan, sin entusiasmo.

– Siempre que pueda ser avisado a tiempo -anadio Fawcett.

El presidente sacudio la cabeza.

– Seria inutil. Su velocidad de aterrizaje es de mas de trescientos kilometros por hora. Se haria pedazos.

Los otros guardaron silencio, buscando las palabras adecuadas. El presidente se volvio en su sillon de cara a la ventana, con corazon angustiado.

Al cabo de unos momentos, se volvio de nuevo a los hombres que estaban de pie alrededor de su mesa.

– Que Dios me perdone por firmar la sentencia de muerte de todos esos valientes.

55

Pitt bajo al sotano y echo a correr por el pasillo a toda velocidad. Hizo girar el tirador y abrio la puerta de la celda de Giordino y Gunn con tanta fuerza que a punto estuvo de arrancarla de sus goznes.

La pequena habitacion estaba vacia.

El ruido le delato. Un guardia doblo la esquina de un pasillo lateral y miro pasmado a Pitt. Esta vacilacion de una fraccion de segundo le costo cara. Mientras levantaba el canon de su arma, el bate de beisbol le alcanzo en un lado de la cabeza. Pitt le agarro de la cintura antes de que cayese al suelo y le arrastro al interior de una celda proxima. Le arrojo sobre una cama y, al mirarle a la cara, vio que era el joven ruso que le habia acompanado al despacho de Velikov. El muchacho respiraba normalmente, y Pitt penso que solo estaba conmocionado.

– Estas de suerte, jovencito. Nunca he disparado contra alguien de menos de veintiun anos.

Quintana aparecio en el pasillo en el momento en que Pitt cerraba la puerta de la celda y echaba a correr de nuevo. Este ya no trataba de ocultar su presencia. Habria recibido de buen grado la oportunidad de romperle la cabeza a otro guardia. Llego a la puerta de la celda de Jessie y le abrio de una patada.

Tampoco ella estaba alli.

Sintio que le embargaba un miedo atroz. Siguio corriendo por los pasillos hasta llegar a la habitacion numero seis. Nada habia en ella, salvo el hedor de las torturas.

El miedo fue sustituido por un frio e incontenible furor. Pitt se convirtio en otra persona, un hombre sin conciencia ni normas morales, incapaz de controlar sus emociones; un hombre para quien el peligro era simplemente una fuerza que habia que ignorar. El miedo a la muerte habia dejado totalmente de existir.

Quintana alcanzo a Pitt y le agarro de un brazo.

– ?Maldito seas, vuelve a la playa! Conoces las ordenes…

No dijo mas. Pitt apoyo el grueso canon de la AK-74 en la panza de Quintana y le empujo despacio contra la pared. Quintana se habia enfrentado muchas veces con la muerte antes de este momento, pero al contemplar la helada expresion de aquel rudo semblante, al ver pintada una indiferencia asesina en aquellos ojos verdes, comprendio que tenia un pie en el ataud.

Pitt no dijo nada. Retiro el arma, se cargo el bate de beisbol al hombro y se abrio paso entre los hombres de Quintana. De pronto se detuvo y se volvio.

– El ascensor esta por ahi -dijo en voz baja.

Quintana hizo ademan a sus hombres de que le siguiesen. Pitt hizo un rapido calculo mental. Eran veinticinco, incluido el mismo. Corrio hacia el ascensor que subia a las plantas superiores. No aparecieron mas guardias en su camino. Los pasillos estaban desiertos. Si los prisioneros habian muerto, penso, probablemente Velikov consideraba que era inutil tener mas de un guardia en el ultimo sotano.

Llegaron al ascensor, Pitt estaba a punto de apretar el boton cuando los motores empezaron a zumbar. Con un ademan, hizo que todos se pegaran a la pared. Esperaron, escuchando como se detenia el ascensor en una de las plantas de arriba, y oyeron un murmullo de voces y una risa apagada. Permanecieron inmoviles y observaron el brillo de la luz interior a traves de la rendija de la puerta, mientras el ascensor descendia.

Todo acabo en diez segundos. Se abrio la puerta, salieron dos tecnicos en batas blancas y murieron sin el mas ligero gemido con un cuchillo clavado en el corazon. A Pitt le sorprendio tanta eficacia. Ninguno de los cubanos mostraba la menor expresion de remordimiento en los ojos.

– Hay que tomar una decision -dijo Pitt-. Solo caben diez hombres en el ascensor.

– Solamente faltan catorce minutos para el aterrizaje de la nave espacial -dijo, apremiante, Quintana-. Tenemos que encontrar y destruir la fuente de energia.

– Hay cuatro plantas encima de nosotros. El despacho de Velikov esta en la mas alta. Tambien estan alli las habitaciones particulares. Elija entre las otras tres.

– Como echandolo a cara o cruz.

– No podemos hacer otra cosa -dijo rapidamente Pitt-. Ademas, estamos demasiado apretados. Mi consejo es que nos dividamos en tres grupos y que cada grupo se encargue de una planta. Asi cubriremos mas territorio con mas rapidez.

– Me parece bien -asintio apresuradamente Quintana-. Hemos llegado aqui sin que nadie haya venido a recibirnos. No esperaran que aparezcan visitantes al mismo tiempo en diferentes

Вы читаете Cyclops
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату