Deteniendose junto a una escotilla, Church corrio los pestillos e hizo ademan a Gottschalk para que le siguiese por una escalerilla, iluminandola con su linterna. Cuando llegaron al fondo de la bodega de equipajes, Church encontro el interruptor y encendio las lamparas del techo, que iluminaron la zona con un resplandor amarillo irreal.
Gottschalk paso por el lado de Church y se encamino directamente a la caja, asegurada por cadenas cuyos ultimos eslabones estaban sujetos con candados a unas armellas fijas en el suelo. Estuvo alli durante unos momentos, contemplandola con una expresion reverente en el semblante y pensando en otro lugar, en otros tiempos.
Church observo de cerca la caja por primera vez. No habia ninguna senal en los lados de dura madera. Calculo que mediria unos tres metros de longitud por uno de profundidad y uno y medio de anchura. No podia calcular el peso, pero sabia que el contenido era pesado. Recordaba como se habia tensado el cable al subirla a bordo. La curiosidad pudo mas que su fingida indiferencia.
– ?Puedo preguntarle que hay en el interior?
Gottschalk siguio mirando la caja.
– Una pieza arqueologica destinada a un museo -contesto vagamente.
– Debe ser muy valiosa -insinuo Church.
Gottschalk no respondio. Algo en el borde de la tapa le habia llamado la atencion. Se calo un par de gafas para leer y miro a traves de los cristales. Le temblaron las manos y se puso rigido.
– ?Ha sido abierta! -jadeo.
– No es posible -dijo Church-. La tapa esta tan fuertemente asegurada con cadenas que los eslabones habran mellado sus bordes.
– Pero mire aqui -dijo el otro, senalando-. Puede ver las marcas de la palanca con que fue forzada la tapa.
– Probablemente, estas senales se produjeron al ser cerrada la caja.
– No estaban aqui cuando yo la comprobe hace dos dias -dijo firmemente Gottschalk-. Alguien de su tripulacion ha manipulado esto.
– Su preocupacion es vana. ?Que tripulante podria interesarse en un objeto viejo que al menos debe pesar dos toneladas? Ademas, ?quien, aparte de usted, tiene la llave de los candados?
Gottschalk se hinco de rodillas y tiro de uno de los candados. Este se desprendio y le quedo en la mano. En vez de acero, habia sido tallado en madera. Ahora parecio aterrorizado. Se levanto despacio, como hipnotizado, miro furiosamente a su alrededor y pronuncio una palabra:
– Zanona.
Fue como el principio de una pesadilla. Los sesenta segundos siguientes fueron horribles. El asesinato del consul general se cometio con tanta rapidez que Church se quedo como petrificado, sin comprender lo que estaban viendo sus ojos.
Una figura salto desde la sombra sobre la caja. Vestia el uniforme de marinero de la Armada, pero las caracteristicas raciales de sus cabellos negros, gruesos y lisos, de los pomulos salientes, de los ojos extremadamente oscuros e inexpresivos, eran innegables.
Sin hacer el menor ruido, el indio sudamericano hundio algo parecido a una lanza en el pecho de Gottschalk, hasta que la punta sobresalio un palmo del cuerpo, por debajo del omoplato. El consul general no cayo inmediatamente. Volvio lentamente la cabeza y miro a Church, desorbitados los ojos que ya no veian. Trato de decir algo, pero no pudo articular una palabra; solamente se oyo una especie de tos horrible, gutural, que tino de rojo sus labios y su barbilla. Cuando empezaba a caer, el indio apoyo un pie en su pecho y arranco la lanza.
Church no habia visto nunca al asesino. El indio no pertenecia a la tripulacion del
Church se apercibio del ataque. Esquivo habilmente la lanzada y arrojo la linterna contra la cara del indio. Se oyo un ruido sordo cuando el tubo de metal choco contra la mandibula derecha y rompio el hueso, haciendo saltar varios dientes. Entonces descargo un punetazo que alcanzo al indio en el cuello. La lanza cayo al suelo y Church agarro el asta de madera y la levanto sobre la cabeza.
De pronto, todo lo que habia dentro del compartimiento de equipajes parecio volverse loco, y Church tuvo que hacer un gran esfuerzo para conservar el equilibrio, puesto que el suelo se inclino casi sesenta grados. De algun modo pudo mantenerse en pie y corrio, impulsado por la gravedad, hasta el inclinado mamparo de proa. El cuerpo inerte del indio rodo detras de el y se paro a sus pies. Entonces observo aterrorizado e impotente como la caja, no retenida por los candados, se deslizaba sobre el suelo, aplastando al indio y sujetando las piernas de Church contra la pared de acero. El impacto hizo que la tapa se abriese a medias, revelando el contenido de la caja.
Church miro aturdido a su interior. La increible vision que captaron sus ojos a la luz vacilante de las lamparas de! techo fue la ultima imagen que se grabo en su mente durante los pocos segundos que lo separaban de la muerte.
En la caseta del timon, el capitan Worley era testigo de algo aun mas espantoso. Fue como si el
En el fondo de las bodegas de carga, sono un terrible estruendo parecido al de un terremoto, haciendo que todo el barco se estremeciese desde la proa hasta la popa. Worley no tuvo tiempo de dar la voz de alarma que paso un instante por su mente. Los puntales habian cedido y el manganeso suelto aumentaba el impulso hacia abajo del
El timonel contemplo a traves del ojo de buey, con mudo asombro, como aquella enorme pared, de la altura de una casa de diez pisos, se abalanzaba rugiendo contra ellos con la rapidez de un alud. La cima estaba encrespada a medias, y habia un hueco debajo de ella. Un millon de toneladas de agua choco furiosamente contra la proa del buque, inundandola completamente y cubriendo tambien la superestructura. Las puertas del puente se rompieron y el agua penetro en la caseta del timon. Worley se agarro al pasamanos, paralizada la mente e incapaz de imaginar lo inevitable.
La ola paso por encima del barco. Toda la seccion de proa se retorcio al partirse los baos de acero y combarse la quilla. Las remachadas planchas del casco se desprendieron como si fuesen de papel. El
Siguio bajando, bajando, hasta que el destrozado casco y las personas aprisionadas en el cayeron sobre la removida arena del fondo del mar, y solo una bandada de asombradas gaviotas fueron testigos de su funesto destino.
Primera parte
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