El dirigible pendia inmovil en el aire tropical, equilibrado y tranquilo, como un pez suspendido en un acuario. Su proa golpeaba ligeramente el mastil amarillo de amarre al balancearse delicadamente sobre una sola rueda de aterrizaje. Era una vieja aeronave de aspecto cansado; su piel antano de plata se habia arrugado, habia perdido el color y estaba salpicada de numerosos parches. La barquilla de mando que pendia debajo de su panza tenia aspecto de embarcacion antigua, y sus ventanillas de cristal estaban amarillas por los anos. Solo sus motores Wright Whirlwind de 200 caballos parecian nuevos, al haber sido cuidadosamente restaurados y devueltos a sus primitivas condiciones.
A diferencia de sus hermanos mas jovenes que sobrevolaban los estadios de futbol, su cubierta impermeable al gas era de aluminio con junturas remachadas, en vez de poliester revestido de caucho, y era sostenida por doce armazones circulares como el dorso de un pez. En forma de cigarro, tenia cincuenta metros de longitud y contenia siete mil quinientos metros cubicos de helio y, si no soplaban vientos contrarios sobre su redondeada proa, podia navegar entre las nubes a sesenta y dos millas por hora. Su denominacion original habia sido ZMC-2, Zeppelin Metal Ciad Number Two, y habia sido construido en Detroit y entregado a la Marina de los Estados Unidos en 1929- A diferencia de la mayoria de los dirigibles, que tenian cuatro grandes aletas estabili-zadoras, este llevaba ocho aletas pequenas en la afilada cola. Muy avanzado en su epoca, habia prestado grandes y seguros servicios hasta 1942, en que habia sido desmantelado y olvidado.
Durante cuarenta y siete anos, el ZMC-2 languidecio en un hangar de una base aerea naval abandonada cerca de Key West, Florida. En 1988, la propiedad fue vendida por el Gobierno a un grupo financiero presidido por un acaudalado editor, Raymond LeBaron, que pretendia convertirla en un lugar de vacaciones.
Recien llegado de la sede de su corporacion en Chicago, para inspeccionar la nueva adquisicion, LeBaron tropezo, en la base naval, con los polvorientos y deteriorados restos del ZMC-2 y aquello le intrigo. Cargandolo a los gastos de promocion, hizo montar de nuevo la vieja nave mas ligera que el aire y reconstruir los motores, y la llamo
LeBaron aprendio a gobernar el
LeBaron disfrutaba con este desafio. El regocijo de adivinar el comportamiento de la antigua bolsa de gas y combatir sus antojos aerodinamicos superaba en mucho las satisfacciones que experimentaba al pilotar uno de los cinco aviones a reaccion propiedad de su corporacion. Aprovechaba todas las oportunidades que tenia de abandonar la sala de juntas para viajar a Key West y dar una vuelta sobre las islas del Caribe. El
Sin embargo, LeBaron, como la mayoria de los empresarios de la elite del poder, tenia una mente inquieta y sentia el impulso incoercible de buscar nuevos proyectos. Despues de casi un ano, su interes en el viejo dirigible empezo a desvanecerse.
Entonces, una noche, conocio en un bar de la zona portuaria a una vieja rata de muelle llamado Buck Caesar, que dirigia una empresa de recuperacion de objetos en el mar, con la grandilocuente denominacion de «Exotic Artifact Ventures, Inc.».
Durante una conversacion, mientras tomaban varias rondas de ron con hielo, Buck Caesar pronuncio la palabra magica que ha enloquecido a la mente humana desde hace mas de cinco mil anos y que ha causado probablemente mas danos que la mitad de las guerras:
Despues de escuchar a Caesar contando historias sobre galeones espanoles hundidos en las aguas del Caribe, con sus cargamentos de oro y plata mezclados con el coral, incluso un astuto financiero con el agudo sentido de los negocios como era LeBaron se dejo convencer. Con un apreton de manos, constituyeron una sociedad.
Entonces renacio el interes de LeBaron en el
Estaba despuntando la aurora sobre los estrechos de Florida cuando el personal de tierra, compuesto de diez hombres, se reunio alrededor del
Casi todos los miembros del personal de tierra eran jovenes de piel tostada, e iban vestidos de cualquier manera, con shorts o trajes de bano o pantalones de algodon. Apenas si prestaron atencion al largo Cadillac que rodo por la pista y se detuvo junto al gran camion que servia de taller de reparacion del dirigible, de oficina del jefe de personal y de cuarto de comunicaciones.
El chofer abrio la portezuela y LeBaron se apeo del asiento de atras, seguido de Buck Caesar, que se dirigio inmediatamente a la barquilla del dirigible con un rollo de cartas marinas debajo del brazo. LeBaron, muy elegante y al parecer lleno de salud a sus sesenta y cinco anos, dejaba a todos pequenos con su estatura cercana a los dos metros. Sus ojos tenian un color de roble claro; llevaba bien peinados los cabellos grises, y tenia la mirada lejana y preocupada del hombre cuyos pensamientos estaban a varias horas en el futuro.
Se inclino y dijo unas pocas palabras a una atractiva mujer que iba dentro del coche. La beso ligeramente en la mejilla, cerro la portezuela y echo a andar en direccion al
El jefe del personal de tierra, un hombre de aire competente y que llevaba una inmaculada chaqueta blanca, se acerco y estrecho la mano que le tendia LeBaron.
– Los depositos de carburante estan llenos, senor LeBaron. Se han hecho todas las comprobaciones necesarias para emprender el vuelo.
– ?Como esta la fuerza de sustentacion?
– Tendra que calcular una carga adicional de doscientos cincuenta kilos debido a la humedad.
LeBaron asintio reflexivamente con la cabeza.
– Se aligerara con el calor del dia.
– Los controles deberian responder mejor. Los cables elevadores presentaban senales de herrumbre; por consiguiente, los hice cambiar.
– ?Cual es la prevision del tiempo?
– Nubes bajas dispersas durante la mayor parte del dia. Pocas probabilidades de lluvia. Se encontraran con un viento del sudeste que soplara de frente a cinco millas por hora en el trayecto de ida.
– Y un viento de cola en el trayecto de vuelta. Prefiero esto.