– Mis companeros del servicio meteorologico y yo nos ocuparemos de inmediato.

– Harley…

– Si, carino.

– Esta noche no ire a cenar a casa.

Heidi se imagino la sonrisa jovial de Harley cuando le respondio:

– Yo tampoco, amor mio. Yo tampoco.

Despues de colgar el telefono, Heidi observo pensativamente la carta a gran escala donde aparecia la zona de huracanes correspondiente al Atlantico norte. Mientras miraba las islas del Caribe mas proximas al monstruo que se acercaba, algo indefinido surgio del fondo de su mente.

Tecleo la orden para que el ordenador le mostrara una lista de los barcos, con una breve descripcion de cada uno y la posicion actual en una zona especifica del Atlantico norte. Habia mas de una veintena que podian sufrir el impacto directo de la tormenta. Preocupada por la posibilidad de que algun barco de crucero -con sus miles de pasajeros y centenares de tripulantes a bordo- estuviese navegando en el camino del huracan, repaso de nuevo la lista. No habia ningun crucero en la vecindad mas inmediata, pero un nombre le llamo la atencion. En un primer momento lo confundio con un barco, y despues lo recordo. No era una nave.

– ?Oh, Dios mio! -gimio.

Sam Moore, un meteorologo con gafas que trabajaba en la mesa vecina, se volvio hacia su companera.

– ?Estas bien? ?Te pasa algo?

Heidi se hundio en la silla.

– El Ocean Wanderer.

– ?Es un crucero?

– No, es un hotel flotante que ahora mismo esta amarrado en el camino del sistema. -Heidi sacudio la cabeza-. No hay manera de poder apartarlo a tiempo. Es un blanco fijo.

– Un barco informo de olas de treinta metros -dijo Moore-. Si una de esas golpea el hotel… -Su voz se apago.

– Tenemos que avisar a la direccion para que lo evacuen de inmediato.

Heidi se levanto de un salto y corrio a la sala de comunicaciones. Rogo para sus adentros que la direccion del hotel actuara sin demora. Si no era asi, mas de un millar de huespedes y todo el personal estaban condenados a una muerte segura.

5

Nunca se habia visto tanta elegancia, tanto lujo, en la superficie del mar. Nunca se habia construido nada que pudiera compararse con la extraordinaria creatividad de su diseno. El hotel submarino Ocean Wanderer era una aventura a la espera de ser vivida, una magnifica oportunidad para sus huespedes de contemplar las maravillas de las profundidades. Se elevaba por encima de las olas con soberbio esplendor a tres kilometros del cabo Cabron, en el extremo sudeste de la Republica Dominicana.

Reconocido por la industria turistica como el hotel mas extraordinario del mundo entero, habia sido construido en Suecia de acuerdo con unas exigencias de calidad que no tenian parangon. El mas alto grado de artesania habia empleado lo ultimo en materiales, combinado con una atrevida utilizacion de lujosas texturas que ilustraban la vida en el mar. Exuberantes tonos de verde, azul y oro se unian para crear un lujosisimo conjunto, magnifico en el exterior y esplendoroso en el interior. En la superficie, la estructura exterior, con una altura de mas de sesenta metros, imitaba las suaves y estilizadas lineas de una nube baja. Los cinco pisos superiores albergaban los alojamientos y despachos de los cuatrocientos empleados, los enormes almacenes, las cocinas y los sistemas de aire acondicionado y calefaccion.

El Ocean Wanderer tambien ofrecia lo mas selecto de la cocina internacional. Habia cinco restaurantes, dirigidos por cinco cocineros de fama mundial. Exoticos platos de pescados acabados de pescar presentados con la mayor exquisitez. Tambien se ofrecia una cena a bordo de un catamaran que partia con la puesta de sol, para aquellos que desearan disfrutar de una cena romantica.

En tres de los pisos habia dos salas de fiestas -donde actuaban artistas de renombre-, una opulenta sala de baile con musica en vivo, y una zona de compras con tiendas de diseno en las que se ofrecian productos dificiles de encontrar en los centros comerciales, y, como si fuese poco, libres de impuestos.

Habia un cine con comodas butacas, donde se proyectaban las ultimas novedades recibidas via satelite. El casino, aunque no era muy grande, sobrepasaba a cualquiera de Las Vegas. Los peces nadaban en acuarios que serpenteaban entre las mesas de juego y las maquinas tragaperras. Tambien el techo era un gigantesco acuario con una gran variedad de especies marinas, que nadaban perezosamente por encima de las cabezas de los jugadores.

En los pisos intermedios funcionaba un balneario de la maxima categoria, atendido por profesionales. Los huespedes podian escoger todo tipo de masajes y tratamientos especiales, y ademas habia saunas y banos turcos en salas que reproducian jardines tropicales, con plantas y flores exoticas. Para los mas activos, encima del techo del balneario habia pistas de tenis, un minigolf que recorria la cubierta, y un campo de practicas donde los aficionados podian lanzar bolas a las plataformas flotantes, separadas por una cuarentena de metros.

Aquellos que buscaban aventuras mas fuertes, tenian a su disposicion varios toboganes de agua a cual mas espectacular, con entradas a diferentes niveles a los que se llegaba en ascensor. Habia uno que comenzaba en el techo del hotel y bajaba los quince pisos hasta el mar. No se habian descuidado los deportes acuaticos y se podia practicar el windsurf, el esqui y las carreras con motos de agua, y por supuesto habia una multitud de actividades subacuaticas, siempre dirigidas por instructores profesionales. Los huespedes tambien podian disfrutar de las excursiones submarinas a los arrecifes de coral y los primeros niveles de la zona profunda, y de la vision de la vida marina en los niveles sumergidos del hotel. Las conferencias y las clases sobre peces estaban a cargo de profesores universitarios licenciados en ciencias oceanicas.

Todo era extraordinario, pero de lo que mas disfrutaba la clientela era de la aventura que vivian en la gigantesca estructura en forma de vaina ubicada debajo de la superficie. Como si se tratara de un iceberg hecho por el hombre, el Ocean Wanderer no tenia habitaciones; tenia nada menos que cuatrocientas diez suites, todas debajo de la superficie, con una pared que era una gigantesca ventana de cristal blindado que permitia ver las maravillas de la vida submarina. Las suites estaban pintadas con tonos azules y verdes, y la iluminacion tambien era de colores para aumentar la sensacion de que los huespedes estaban viviendo de verdad debajo del agua.

En aquel fantastico espectaculo visual, los ocupantes veian a los grandes depredadores, los tiburones y las barracudas, que nadaban en su entorno natural. Los multicolores angeles de mar, los peces loros y los graciosos delfines se amontonaban al otro lado de las ventanas. Las mantarrayas y los enormes meros nadaban entre las hermosas medusas, que eran empujadas por las corrientes entre el bosque de coral. Por la noche, los huespedes veian desde la cama el interminable ballet que ejecutaban los peces iluminados con las luces de colores.

A diferencia de la lujosa flota de barcos de crucero que recorrian los siete mares, el Ocean Wanderer no tenia motores. Era una isla flotante, amarrada a unos gigantescos pilotes de acero enterrados en el fondo marino. A estos pilotes se enganchaban los gruesos cables de acero que sujetaban toda la estructura.

De todas maneras, no era un amarre permanente. Consciente de que los viajeros ricos pocas veces repetian el lugar de vacaciones, la empresa propietaria del Ocean Wanderer habia instalado amarres en mas de una docena de exoticos lugares por todo el mundo. Cinco veces al ano, dos remolcadores de cuarenta metros de eslora acudirian a su cita con el hotel flotante. Tras vaciar los tanques de lastre hasta que solo quedaran dos niveles debajo del agua, se soltarian las amarras y los remolcadores -dotado cada uno con motores diesel Hunewell de tres mil caballos de potencia- arrastrarian el hotel flotante hasta un nuevo escenario tropical, donde quedaria sujeto nuevamente. Los huespedes podrian escoger entre regresar a sus casas o permanecer a bordo durante el viaje.

Cada cuatro dias se realizaban practicas de evacuacion, en las que participaban los huespedes y la tripulacion. Unos ascensores con su propio suministro de energia -para el caso de que no hubiera electricidad- podian evacuar rapidamente a todos hasta el segundo nivel, donde estaban los botes salvavidas capaces de mantenerse a flote en

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