las condiciones mas extremas.
No es necesario decir que el
Los reporteros de los periodicos y la television no habian encontrado ni el mas minimo rastro para acabar con su anonimato. Su edad y sus antecedentes aun estaban por descubrir. Lo unico que se sabia a ciencia cierta era que habia fundado y dirigido Odyssey, un gigantesco imperio dedicado a la investigacion cientifica y la construccion con presencia en treinta paises, que lo habia convertido en uno de los hombres mas ricos y poderosos del mundo civilizado.
Odyssey no tenia accionistas. No habia informes anuales, ni balances que presentar en asamblea. El imperio Odyssey y el hombre que lo controlaba permanecian envueltos en el secretismo mas absoluto.
A las cuatro de la tarde el silencio del mar turquesa y el cielo azul se vio roto por el rugido de un reactor. Un gran avion de pasajeros pintado con el color lavanda, que era la marca de fabrica de Odyssey, aparecio por el oeste. Los huespedes miraron con curiosidad el aparato cuando el piloto hizo un giro alrededor del
El aparato no se parecia a ninguno de los aviones que se veian habitualmente. El Beriev Be200 de fabricacion rusa habia sido disenado como hidroavion para la lucha contra incendios. Este, en cambio, lo habian construido para llevar dieciocho pasajeros y cuatro tripulantes con todos los lujos. Lo impulsaban dos motores BMW-Rolls Royce montados sobre el ala. Capaz de alcanzar velocidades superiores a los seiscientos cuarenta kilometros por hora, el Be200 estaba preparado para amerizar y despegar hasta con olas de un metro veinte de altura.
El piloto acabo la vuelta con el hidroavion e inicio la aproximacion final hacia el hotel. La enorme quilla rozo las olas al mismo tiempo que los flotadores, y se poso en el agua como un cisne cebado. Despues se acerco lentamente hasta el muelle flotante que se extendia frente a la entrada principal del hotel. Arrojaron los cabos y los tripulantes se encargaron de amarrarlo.
Un comite de bienvenida encabezado por un hombre calvo con gafas que vestia una impecable americana azul esperaba en el muelle bordeado con cordones de terciopelo dorado. Hobson Morton era el director ejecutivo del
Transcurrieron varios minutos antes de que Specter saliera del hidroavion. En contraste con Morton, habria llegado a una estatura de poco mas de un metro sesenta de haber sido capaz de erguirse, pero era tan gordo que le era imposible hacerlo. Mientras caminaba -o, mejor dicho, anadeaba-, parecia una hembra de sapo embarazada en busca de una charca. La enorme barriga tensaba la tela de su traje blanco hecho a medida hasta el punto de que parecia que se saltarian las costuras. Llevaba la cabeza envuelta en un turbante de seda blanco cuya parte inferior le cubria la boca y la barbilla. Resultaba imposible ver la expresion de su rostro; incluso los ojos quedaban ocultos detras de las gafas de sol con cristales de espejo. Las personas del circulo mas inmediato de Specter no sabian como se las arreglaba para ver a traves de ellas; lo que ignoraban era que si se miraba desde el otro lado eran transparentes.
Morton se adelanto y saludo a su jefe con una cortes inclinacion.
– Bienvenido al
No hubo apretones de mano. Specter echo la cabeza hacia atras para contemplar la magnifica estructura. Aunque habia participado en su diseno desde el primer boceto hasta la construccion final, aun no lo habia visto acabado y anclado en el mar.
– Su apariencia excede mis expectativas mas optimistas -comento Specter.
La voz, suave y melodiosa, con un deje sureno norteamericano apenas perceptible, no encajaba con su aspecto. Cuando Morton vio a Specter, habia esperado que su voz fuera aguda y rechinante.
– Estoy seguro de que tambien estara usted encantado con el interior -dijo Morton, con un tono que tenia algo de arrogancia-. Si quiere tener la bondad de seguirme, haremos un recorrido por las instalaciones antes de acompanarlo a la
Specter se limito a asentir y camino a traves del muelle hacia la entrada principal, escoltado por su comitiva.
En la sala de comunicaciones, al otro lado de los despachos de los ejecutivos, un operador controlaba las llamadas via satelite que llegaban del cuartel general de Specter en Laguna, Brasil, y de las filiales repartidas por todo el mundo. Una luz parpadeo en la consola y atendio la llamada.
–
– Soy Heidi Lisherness, del Centro de Huracanes de la NUMA en Key West. ?Puedo hablar con el director del establecimiento?
– Lo siento, pero ahora mismo acompana al propietario y fundador del
– Se trata de un asunto muy urgente. ?Puedo hablar con su ayudante?
– Todos los directivos participan de la visita.
– En ese caso -rogo Heidi-, si es tan amable, informeles de que un huracan de categoria cinco va en la direccion del
El operador anoto el numero de telefono del Centro de Huracanes y a continuacion atendio las varias llamadas que habia puesto en espera mientras hablaba con Heidi. No se tomo en serio el aviso, y espero hasta acabar el turno al cabo de dos horas para rastrear a Morton y transmitirle el mensaje.
Morton miro el mensaje enviado por el operador y lo leyo atentamente antes de entregarselo a Specter.
– Un aviso de tormenta que nos envian desde Key West. Hay un huracan que viene hacia nosotros y nos dicen que debemos evacuar el hotel.
Specter echo una ojeada al mensaje de advertencia y se acerco a uno de los ventanales para mirar hacia el este. No habia ni una nube en el cielo y el mar parecia en calma.
– No es cuestion de tomar decisiones apresuradas -declaro-. Si la tormenta sigue la trayectoria habitual de los huracanes, se desviara hacia el norte y pasara a centenares de kilometros de aqui.
Morton no estaba tan seguro. Era un hombre cauteloso y concienzudo que preferia pecar de precavido.
– No creo, senor, que sea lo mas beneficioso para nuestros intereses arriesgar las vidas de los huespedes y el personal. Le recomiendo que demos la orden de comenzar el procedimiento de evacuacion y disponer el transporte a un lugar seguro en la Republica Dominicana lo antes posible. Tambien tendriamos que avisar a los remolcadores para que nos aparten del camino de la tormenta para evitar mayores consecuencias.
Specter miro de nuevo a traves de la ventana las excelentes condiciones meteorologicas reinantes, como si quisiera tranquilizarse.
– Esperaremos otras tres horas. No quiero perjudicar la imagen publica del