En cuanto llegamos al vestibulo, tuve de nuevo la sensacion de que habiamos estado ausentes mucho tiempo. Era extrano que aquellos lugares desconocidos empezaran a resultar familiares al cabo de un par de dias, pense. Habia una nota para Helen de su tia, que leyo con avidez.
– Me lo imaginaba. Quiere que cenemos con ella esta noche, aqui en el hotel. Supongo que es para despedirse de nosotros.
– ?Se lo diras?
– ?Lo de las cartas? Es probable. Siempre se lo cuento todo a Eva, tarde o temprano.
Me pregunte si le habria contado algo sobre mi que yo no supiera, pero reprimi la idea.
Teniamos poco tiempo para lavarnos y vestirnos en nuestras habitaciones antes de cenar.
Me puse la mas limpia de dos camisas sucias y me afeite en el lavabo, y cuando baje, Eva ya habia llegado, aunque Helen no. Eva se hallaba de pie ante la ventana del frente,dandome la espalda, con la cara vuelta hacia la calle y la luz desfalleciente del anochecer.
Vista de esta manera, no parecia tan vivaz y energica como de costumbre. Su espalda, cubierta por la chaqueta verde oscuro, estaba relajada, incluso un poco encorvada. Se volvio de repente, lo cual me ahorro decidir si debia llamarla o no, y vi preocupacion en su cara antes de que exhibiera su maravillosa sonrisa. Corrio a estrechar mi mano, yo a besarla. No intercambiamos ni una palabra, pero habriamos podido pasar por dos amigos que se encontraban tras una separacion de meses o anos.
Helen aparecio un momento despues, para mi alivio, y nos trasladamos al comedor, con sus manteles blancos y su fea loza. Tia Eva pidio por todos, y yo me recline en la silla, cansado, mientras ellas hablaban unos minutos. Al principio dio la impresion de que intercambiaban bromas afectuosas, pero la cara de Eva no tardo en nublarse, y vi que levantaba el tenedor y lo hacia girar con aire sombrio entre el indice y el pulgar. Despues susurro algo a Helen, y esta tambien fruncio el ceno.
– ?Que pasa? -pregunte por fin inquieto. Ya tenia bastante por hoy de secretos y misterios.
– Mi tia ha hecho un descubrimiento. -Helen bajo la voz, aunque era poco probable que los clientes del comedor supieran ingles-. Algo que puede ser desagradable para nosotros.
– ?Que?
Eva asintio y volvio a hablar en voz muy baja. Helen fruncio el ceno todavia mas.
– Algo malo -dijo en un susurro-. Han interrogado a mi tia acerca de ti…, acerca de nosotros. Me ha dicho que esta tarde recibio la visita de un detective de la policia al que conoce desde hace mucho tiempo. Se disculpo y dijo que era pura rutina, pero la interrogo sobre tu presencia en Hungria, tus intereses y nuestra… nuestra relacion. Mi tia es muy lista en estos asuntos, y cuando le interrogo a su vez, el hombre revelo que habia sido, ?como se dice?, designado para el caso por Geza Jozsef.
Su voz se convirtio en un murmullo casi inaudible.
– Geza. -La mire fijamente.
– Ya te dije que era un incordio. Tambien intento interrogarme en el congreso, pero no le hice caso. Al parecer, se enfado mas de lo que yo suponia. -Hizo una pausa-. Mi tia dice que es miembro de la policia secreta y puede ser muy peligroso para nosotros. A los de la policia secreta no les gustan las reformas liberales del Gobierno y quieren volver a los viejos metodos.
Algo en su tono me impulso a hacerle una pregunta.
– ?Tu ya sabias esto? ?Que cargo tiene?
Asintio con aire culpable.
– Te lo contare mas tarde.
No estaba muy seguro de querer saberlo, pero la idea de ser perseguido por el apuesto gigante me desagradaba profundamente.
– ?Que quiere?
– Al parecer, cree que estas metido en algo mas que una investigacion historica. Cree que has venido en busca de otra cosa.
– Tiene razon -senale en voz baja.
– Esta decidido a descubrir que es. Estoy segura de que sabe adonde hemos ido hoy. Espero que no interroguen tambien a mi madre. Mi tia desvio al detective de… de la pista lo mejor que pudo, pero ahora esta preocupada.
– ?Tu tia sabe que o, mejor dicho, a quien estoy buscando? Helen guardo silencio un momento, y cuando alzo los ojos, habia algo similar a un ruego en ellos.
– Si. Pense que podria ayudarnos de alguna manera.
– ?Te ha dado algun consejo?
– Solo ha dicho que lo mejor sera que nos vayamos de Hungria manana. Nos aconseja no hablar con desconocidos antes de irnos.
– Por supuesto -replique airado-. Puede que a Geza le apetezca estudiar la
documentacion de Dracula con nosotros en el aeropuerto.
– Por favor. -Su voz era apenas un susurro-. No bromees con esto, Paul. Puede ser muy grave. Si alguna vez quiero volver…
Me sumi en un silencio avergonzado. No habia querido bromear, solo era una expresion de mi exasperacion. El camarero vino a traer los postres, pastas y cafes que tia Eva nos animo a devorar con preocupacion materna, como si al engordarnos un poco mas pudiera protegernos de los males del mundo. Mientras comiamos, Helen hablo a su tia de las cartas de Rossi, y Eva asintio poco a poco, se volvio hacia mi y Helen tradujo con la vista clavada en el suelo.
– Mi querido joven -dijo Eva, y apreto mi mano como su hermana habia hecho horas antes-, no se si volveremos a vernos, aunque yo espero que si. Entretanto, cuide de mi querida sobrina, o al menos deje que ella cuide de usted -dirigio a Helen una mirada de astucia, que esta fingio no ver-, y procure que los dos vuelvan sanos y salvos a sus estudios. Helen me ha hablado de su mision, y es muy loable, pero si no la cumple pronto, ha de volver a casa con el convencimiento de que hizo lo que pudo. Despues continue su vida, amigo mio, porque es joven y la tiene toda por delante.
Se seco los labios con la servilleta y se levanto. Abrazo en silencio a Helen en la puerta del hotel y se inclino hacia delante para besarme en cada mejilla. Estaba seria, y no brillaban lagrimas en sus ojos, pero vi en su rostro un dolor profundo. El coche elegante estaba esperando. Mi ultimo vislumbre de ella fue su sobrio saludo desde la ventanilla trasera.
Durante unos segundos Helen parecio incapaz de hablar. Se volvio hacia mi, desvio la vista. Despues se recupero y me miro con determinacion.
– Vamos, Paul. Esta es nuestra ultima noche libre en Budapest. Manana tendremos que ir corriendo al aeropuerto. Quiero dar un paseo.
– ?Un paseo? ?Que me dices de la policia secreta y de su interes por mi?
– Quieren saber lo que tu sabes, no apunalarte en un callejon oscuro. Y no seas presumido -dijo sonriente-, tambien estan interesados en mi. Nos quedaremos en lugares bien iluminados, en la calle principal, pero quiero que veas la ciudad una vez mas.
Me apetecia el plan, sabiendo que tal vez era la ultima vez que veria Budapest, y salimos a la noche templada. Paseamos hacia el rio, tomando siempre las principales arterias, tal como Helen habia prometido. Nos detuvimos ante el gran puente, y despues ella se interno por el y paso la mano por la barandilla con aire pensativo. Nos paramos sobre el inmenso brazo de agua y miramos las dos partes de Budapest. De nuevo experimente su majestuosidad y la explosion de la guerra, que casi la habia destruido. Las luces de la ciudad brillaban por todas partes, temblaban en la superficie negra del agua. Helen estuvo un rato apoyada en la barandilla y despues se volvio como a reganadientes para regresar hacia Pest. Se habia quitado la chaqueta, y cuando se volvio vi una forma de bordes irregulares en la parte posterior de su blusa. Me acerque y me di cuenta de que era una enorme arana. Habia tejido una tela sobre su espalda. Vi con claridad los filamentos centelleantes. Recorde entonces que habia visto telaranas a lo largo de la barandilla del puente, en el punto donde ella habia pasado la mano.
– Helen -dije con suavidad-, no te pongas nerviosa. Tienes algo en la espalda.
– ?Que?
Se quedo petrificada.
– Te la voy a quitar -dije con placidez-. Solo es una arana.
