– La condicion de miembro pasa de padres a primogenitos. Cada hijo recibe su… ?Como se dice en ingles…? Su iniciacion a la edad de diecinueve anos. Si un padre tiene hijos indignos, o carece de ellos, deja que el secreto muera con el. -Turgut recupero por fin su taza de cafe abandonada, y la senora Bora se apresuro a llenarla-. La Guardia de la Media Luna era un secreto tan bien guardado que hasta los demas jenizaros ignoraban que algunos de sus miembros pertenecian a dicho grupo. Nuestro amado fatih murio en 1481, pero su Guardia continuo. Los jenizaros detentaron a veces un gran poder, bajo sultanes mas debiles, pero guardamos el secreto. Cuando el imperio desaparecio por fin, incluso de Estambul, nadie sabia de su existencia, y continuamos. El padre de Selim Aksoy guardo a buen recaudo nuestra carta fundacional durante la primera Gran Guerra, y Selim se encargo de ello durante la ultima. Ahora se halla en su poder, en un lugar secreto, como manda nuestra tradicion.
Turgut tomo aliento y dio un sorbo a su cafe.
– ?No nos dijo que su padre era italiano? -pregunto Helen con tono suspicaz-. ?Como ingreso en la Guardia de la Media Luna?
– Si, madame. -Turgut asintio sobre su taza-. Mi abuelo materno era un miembro muy activo de la Guardia, y no podia permitir que la estirpe muriera con el, porque solo tenia una hija. Cuando vio que el imperio moriria para siempre en el curso de su vida…
– ?Su madre! -exclamo Helen.
– Si, querida mia. -La sonrisa de Turgut era nostalgica-. No es usted la unica que puede presumir de una madre notable. Como ya creo que le dije, era una de las mujeres mas cultas de nuestro pais en su epoca, una de las mas esplendidamente cultas, en realidad, y mi abuelo no escatimo en gastos para insuflarle todos sus conocimientos y ambicion, y para prepararla al servicio de la Guardia. Se intereso en ingenieria cuando todavia era una ciencia nueva en nuestro pais, y despues de su iniciacion en la Guardia la dejo ir a Roma a estudiar. Mi abuelo tenia amigos alli. Mi madre era muy competente en matematicas muy
avanzadas y podia leer en cuatro idiomas, incluidos el griego y el arabe. -Comento algo en turco a su mujer y a Selim, y ambos sonrieron en senal de aprobacion-. Sabia montar tan bien como cualquier oficial de caballeria del sultan y, aunque muy poca gente lo sabia, tambien podia disparar como un hombre. -Estuvo a punto de guinar un ojo a Helen, y yo me acorde de su pistolita. ?Donde la guardaria?-. Mi abuelo le enseno muchas cosas sobre la leyenda de los vampiros y como proteger a los vivos de sus malvadas estrategias. Su foto esta alli, si quieren verla.
Se levanto y nos la trajo de una mesa tallada del rincon, para luego depositarla con afecto en las manos de Helen. Era una imagen extraordinaria, con aquella maravillosa y delicada claridad de los retratos fotograficos de principios de siglo. La mujer sentada en un estudio de Estambul parecia paciente y serena, pero el fotografo, bajo su gran tela negra, habia captado algo similar a un brillo risueno en sus ojos. El sepia de su piel era inmaculado sobre el vestido oscuro. Su cara era la de Turgut, pero con la nariz y la barbilla finas en lugar de rotundas, y se abria como una flor sobre el tallo de su esbelta garganta: el rostro de una princesa otomana. Su pelo, bajo un barroco sombrero de plumas, formaba nubes oscuras apiladas. Sus ojos se encontraron con los mios con un destello de humor, y lamente
los anos que nos separaban.
Turgut recupero el pequeno marco con ternura.
– Mi abuelo tomo una decision sabia cuando rompio la tradicion y la convirtio en miembro de la Guardia. Fue ella quien encontro fragmentos dispersos de nuestro archivo en otras bibliotecas y los trajo a la coleccion. Cuando yo tenia cinco anos, mato un lobo en nuestra casa de verano, y cuando tenia once, me enseno a montar y disparar. Mi padre la adoraba, aunque le asustaba debido a su osadia. Siempre dijo que la habia seguido de Roma a Turquia para convencerla de que fuera mas prudente. Al igual que las esposas mas dignas de confianza de miembros de la Guardia, mi padre sabia que ella tambien lo era, y siempre estaba preocupado por su seguridad. Esta alli.
Senalo un retrato al oleo en el que yo habia reparado antes, colgado junto a las ventanas. El hombre que nos miraba era una persona corpulenta, serena y peculiar, vestida de oscuro, de ojos y cabello negros y expresion placida. Turgut nos habia dicho que su padre era historiador especializado en el Renacimiento italiano, pero no me costaba imaginar al hombre del retrato jugando a las canicas con su hijo pequeno, mientras su mujer se encargaba de la educacion mas seria del nino.
Helen se removio a mi lado y estiro las piernas con discrecion.
– Ha dicho que su abuelo era un miembro activo de la Guardia de la Media Luna. ?Que significa eso? ?Cuales son sus actividades? Turgut meneo la cabeza con aire pesaroso.
– Eso, querida madame, no se lo puedo explicar con detalle. Algunas cosas han de permanecer secretas. Les hemos contado todo esto porque lo pregunto, casi adivino, y porque queremos que tengan fe en que les prestaremos toda nuestra ayuda. Es por el bien de la Guardia que deberian ir a Bulgaria, y lo antes posible. Hoy, la Guardia es pequena, solo quedamos unos pocos. -Suspiro-. Yo, ay, no tengo hijos a los que transmitir mi herencia, aunque el senor Aksoy esta educando a su sobrino en nuestras tradiciones. No duden de que todo el poder de la determinacion otomana les acompanara de una forma u otra.
Resisti a la tentacion de grunir de manera audible otra vez. Quiza podria haber discutido con Helen, pero discutir con el poder secreto del imperio otomano estaba mas alla de mis posibilidades. Turgut alzo un dedo.
– He de haceros una advertencia, y muy seria, amigos mios. Hemos depositado en vuestras manos un secreto que ha sido guardado con cuidado, creernos que con exito, durante quinientos anos. Carecemos de motivos para pensar que nuestro viejo enemigo lo sabe, aunque seguro que odia y teme a nuestra ciudad, tal como hizo en vida. En la carta fundacional de la Guardia, nuestro Conquistador plasmo sus reglas. Cualquiera que traicione los secretos de la Guardia a nuestros enemigos sera ejecutado al punto. Eso no ha pasado nunca, que yo sepa, pero os pido que seais cautelosos, tanto por vuestro bien como por el nuestro.
No habia la menor insinuacion de malicia o amenaza en su voz, solo una solemne
profundidad, y percibi en ella la implacable lealtad que habia convertido a su sultan en conquistador de la Gran Ciudad, la antes inexpugnable, arrogante ciudad de los bizantinos.
Cuando habia dicho «trabajamos para el sultan», habia querido decir exactamente eso, aunque hubiera nacido medio milenio despues de la muerte de Mehmet. El sol estaba descendiendo al otro lado de las ventanas, y una luz rosada bano el rostro enorme de Turgut, al cual ennoblecio de repente. Pense por un momento en que Rossi se habria sentido fascinado por el, en que le habria considerado la personificacion viva de la historia,
y me pregunte que interrogantes (interrogantes que yo ni siquiera habia empezado a barruntar) le habria planteado.
Fue Helen, no obstante, quien dijo lo correcto. Se puso en pie, imitada al mismo tiempo por todos, y extendio la mano a Turgut.
– Es un honor que nos haya contado esto -dijo con una expresion de orgullo en la cara-. Protegeremos su secreto y los deseos del sultan con nuestras vidas.
Turgut beso su mano, claramente conmovido, y Selim Aksoy le hizo una reverencia. Me parecio inutil anadir algo mas. Helen, que habia dejado de lado por un momento el odio tradicional de su pueblo a los opresores otomanos, habia hablado por los dos.
Podriamos habernos quedado asi todo el dia, mirandonos sin decir palabra mientras caia el crepusculo, si el telefono de Turgut no hubiera sonado de repente. Se excuso y cruzo la sala para contestar, mientras la senora Bora colocaba los restos de nuestra cena en una bandeja de laton. Turgut escucho unos minutos, hablo con cierto nerviosismo, y despues colgo con brusquedad. Se volvio hacia Selim y le hablo muy deprisa en turco. Selim se puso al instante su raida chaqueta.
– ?Ha pasado algo? -pregunte.
– Si. -Se dio un golpe en el pecho-. Es el bibliotecario, el senor Erozan. El hombre que deje vigilandole se ausento un momento, y ha llamado ahora para decir que mi amigo ha sido atacado de nuevo. Esta inconsciente, y el hombre ha ido en busca de un medico. Esto es muy grave. Es el tercer ataque, justo al anochecer.
Yo tambien cogi la chaqueta, estremecido, y Helen se calzo, aunque la senora Bora apoyo una mano suplicante en su brazo. Turgut beso a su esposa, y mientras saliamos a toda prisa, me volvi y la vi palida y aterrada en la puerta de su apartamento.
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