de Massimo me produjo un escalofrio, antes de que mi padre se pusiera a hablar de politica para matar el tema.

– Pobre Rossi -dijo Massimo-. Un hombre tragico, maravilloso. Resulta raro pensar que alguien a quien has conocido en persona pueda desaparecer asi de golpe, puf.

A la manana siguiente nos sentamos en la piazza situada en lo alto del pueblo, banada por el sol, con las chaquetas abrochadas y los folletos en ristre, mirando a dos chicos que, como yo, deberian estar en el colegio. Gritaban mientras jugaban a la pelota delante de la iglesia, y yo esperaba con paciencia. Habia estado esperando toda la manana, durante la visita guiada a las pequenas capillas «con elementos de Brunelleschi», segun el confuso y aburrido guia, y al Palazzo Pubblico, con su salon de recepciones que habia servido durante siglos de granero del pueblo. Mi padre suspiro y me dio una de las dos primorosas botellas de Orangina.

– Vas a preguntarme algo -dijo en tono algo sombrio.

– No, solo quiero saber que fue del profesor Rossi.

Introduje mi pajita en la botella.

– Eso pensaba. Massimo estuvo falto de tacto al mencionarlo.

Temia la respuesta, pero tenia que preguntar.

– ?El profesor Rossi murio? ?Se referia a eso Massimo cuando dijo que «desaparecio»?

Mi padre miro hacia otro lado de la plaza banada por el sol, con sus cafes y carnicerias.

– Si. No. Bien, fue algo muy triste. ?De veras quieres saberlo?

Asenti. Mi padre paseo la vista a nuestro alrededor con rapidez. Estabamos sentados en un banco de piedra que sobresalia de uno de los antiguos palazzi, solos, a excepcion de los chicos que jugaban en la plaza.

– De acuerdo -dijo por fin.

6

Aquella noche -dijo mi padre-, cuando Rossi me dio el paquete de papeles, le deje sonriente en la puerta de su despacho, y cuando di media vuelta, me embargo la sensacion de que tal vez habria debido volver para hablar con el un poco mas. Sabia que solo era el resultado de nuestra extrana conversacion, la mas extrana de mi vida, y desdene la ocurrencia al instante. Pasaron otros dos estudiantes de nuestro departamento, enfrascados en su conversacion, saludaron a Rossi antes de que este cerrara su puerta, y bajaron la escalera a buen paso detras de mi. La animada conversacion me dio la sensacion de que la vida continuaba como de costumbre, pero aun me sentia inquieto. Mi libro, adornado con el dragon, era una presencia candente en mi maletin, y ahora Rossi habia anadido el paquete de notas cerrado. Me pregunte si deberia examinarlas aquella misma noche, sentado solo a la mesa de mi diminuto apartamento. Estaba agotado. Pense que seria incapaz de enfrentarme a su contenido.

Tambien sospechaba que la luz del dia, a la manana siguiente, me devolveria la confianza y la razon. Tal vez ni siquiera me creeria la historia de Rossi cuando despertara, si bien estaba seguro de que me atormentaria tanto si la creia como si no. ?Y como?, me pregunte al pasar bajo las ventanas de Rossi y alzar la vista de manera involuntaria hacia su lampara, que todavia brillaba, ?como no iba a creer al director de mi tesis en algo relacionado con su especialidad? ?Acaso no significaria eso poner en duda todo el trabajo que habiamos hecho juntos? Pense en los primeros capitulos de mi tesis, que descansaban formando columnas de hojas pulcramente mecanografiadas sobre mi escritorio, y me estremeci. Si no creia la historia de Rossi, ?podriamos seguir trabajando juntos? ?Deberia suponer que estaba loco?

Tal vez debido a que no podia apartar a Rossi de mi mente, cuando pase por debajo de sus ventanas fui muy consciente de que su lampara seguia brillando. En cualquier caso, estaba pisando la isleta iluminada que proyectaba la luz de la lampara contra el pavimento de la calle que conducia a mi barrio, cuando esta se desvanecio literalmente bajo mis pies.

Ocurrio en una fraccion de segundo, pero un estremecimiento de horror me recorrio de pies a cabeza. En un momento dado estaba absorto en mis pensamientos, pisando la isleta iluminada que la lampara arrojaba sobre el pavimento, y al siguiente estaba petrificado.

Habia reparado en dos cosas casi al mismo tiempo. Una era que nunca habia visto esta luz sobre esa zona de pavimento, entre los edificios de aulas goticos, pese a que habia pasado por la calle quizas un millar de veces. Nunca la habia visto porque nunca habia sido visible.

Ahora lo era porque todas las farolas de la calle se habian apagado de repente. Estaba solo en la calle, y el unico sonido que persistia era mi ultimo paso. A excepcion de aquellos fragmentos luminosos procedentes del estudio donde habiamos estado sentados diez minutos antes, la calle estaba a oscuras.

Mi segundo descubrimiento, si es que en realidad puede hablarse de un segundo descubrimiento, se abatio sobre mi como una paralisis cuando me detuve. Digo que se abatio porque asi fue como lo percibio mi vista, no mi razon o mi instinto. En aquel momento, paralizado como estaba, la luz calida procedente de la ventana de mi mentor se apago. Quiza pienses que es de lo mas normal: la jornada laborable termina y el ultimo profesor que abandona el edificio apaga las lamparas, dejando a oscuras una calle cuyas farolas han fallado momentaneamente.

Por un momento me quede sin aliento. Me volvi, aterrorizado, y vi las ventanas a oscuras, casi invisibles sobre la calle tambien a oscuras, y corri hacia ellas guiado por un impulso.

La puerta por la que habia salido estaba cerrada con llave. No brillaban mas luces en la fachada en el edificio. A esta hora, debia ser normal que hubieran cerrado la puerta tras salir el ultimo visitante. Estaba sopesando la posibilidad de correr hacia alguna de las demas puertas, cuando las farolas se encendieron de nuevo, y me senti avergonzado. No vi ni rastro de los dos estudiantes que habian salido detras de mi. Pense que debian haberse marchado en otra direccion.

Pero ahora desfilaba otro grupo de estudiantes, riendo. La calle ya no estaba desierta. ?Y si Rossi salia de un momento a otro, como sin duda haria despues de apagar las luces y cerrar con llave la puerta de su despacho, y me encontraba alli esperando? Habia dicho que no queria seguir hablando de lo que habiamos hablado. ?Como podria explicarle mis temores irracionales, en el umbral de la puerta, cuando habia dejado caer un telon sobre el tema, sobre todos los temas morbosos, tal vez? Di media vuelta, avergonzado, antes de que me sorprendiera, y corri a casa. Deje el sobre sin abrir en mi maletin y dormi (aunque no muy bien) toda la noche.

Estuve ocupado los dos dias siguientes y no me permiti pensar en los papeles de Rossi. De hecho, aparte de mi mente categoricamente todo tema esoterico. Por consiguiente, me pillo por sorpresa que un companero de mi departamento me parara en la biblioteca, ya avanzada la tarde del segundo dia.

– ?Te has enterado de lo de Rossi? -pregunto, al tiempo que agarraba mi brazo y me obligaba a girar en redondo-. ?Espera, Paolo!

Si, lo has adivinado. Era Massimo. Ya era grande y vocinglero de estudiante, tal vez mas vocinglero que ahora. Lo cogi por el brazo.

– ?Rossi? ?Que? ?Que le ha pasado?

– Ha desaparecido. La policia esta registrando su despacho.

Corri sin parar hasta el edificio, que ahora parecia vulgar, brumoso por dentro debido al sol del atardecer y abarrotado de estudiantes que salian de las aulas. En el segundo piso,

delante del despacho de Rossi, un policia de la ciudad estaba hablando con el jefe del departamento y varios hombres que yo no habia visto nunca. Cuando llegue, dos hombres con chaquetas oscuras estaban saliendo del estudio del profesor. Cerraron la puerta con firmeza a sus espaldas y se encaminaron hacia la escalera y las aulas. Me abri paso y hable con el policia.

– ?Donde esta el profesor Rossi? ?Que le ha pasado?

– ?Le conoces? -pregunto el policia, mientras me miraba de arriba abajo.

– Es el director de mi tesis. Estuve aqui hace dos noches. ?Quien dice que ha desaparecido?

El jefe del departamento avanzo y estrecho mi mano.

– ?Sabes algo de esto? Su ama de llaves telefoneo a mediodia para avisar de que no habia vuelto a casa anoche, ni la noche anterior. No llamo para que le sirviera la cena ni el desayuno. La mujer dice que nunca lo habia hecho. Dejo de acudir a una reunion del departamento esta tarde sin telefonear antes, cosa que tampoco habia hecho nunca. Un estudiante vino a comentar que su despacho estaba cerrado con llave, cuando habian concertado una cita en horas de tutoria, y que Rossi no habia hecho acto de aparicion. Hoy no dio su clase, y al

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