veces, el mensaje de una postal se continuaba en cuatro o cinco mas, todas numeradas. Lo mas asombroso era que todas estaban firmadas por Helen Rossi e iban dirigidas a mi.
Barley, que miraba por encima de mi hombro, advirtio mi estupor, y ambos nos sentamos en el borde de la cama. La primera era de Roma, una fotografia en blanco y negro de los restos esqueleticos del foro.
Mayo de 1962
Querida hija:
?En que idioma deberia escribirte, hija de mi corazon y de mi cuerpo, a la que no veo desde hace mas de cinco anos? Tendriamos que haber estado hablando durante todo este tiempo, un no idioma de sonidos suaves y besos, miradas, murmullos. Es tan dificil para mi pensar en eso, recordar lo que me he perdido, que hoy debo dejar de escribir, cuando solo he empezado a intentarlo.
Tu madre que te quiere,
Helen Rossi
La segunda postal era en color, ya destenido, de flores y urnas. Los Jardines de Boboli, Boboli.
Mayo de 1962
Querida hija:
Te contare un secreto: odio este ingles. El ingles es un ejercicio de gramatica o una clase de literatura. En el fondo de mi corazon, creo que hablaria mejor contigo en mi propio idioma, el hungaro, o incluso en ese idioma que fluye en el interior de mi hungaro, el rumano. El rumano es el idioma del monstruo que estoy buscando, pero ni siquiera eso me lo ha hecho odioso. Si estuvieras sentada en mi regazo esta manana, mirando estos jardines, te ensenaria la primera leccion: «Ma numesc…». Y despues susurrariamos tu nombre una y otra vez, en la lengua dulce que tambien es tu lengua materna. Te explicaria que el rumano es el idioma de un pueblo valiente, bondadoso, triste, de pastores y agricultores, y de tu abuela, cuya vida arruino el desde lejos. Te hablaria de las cosas hermosas que ella me conto, de las estrellas que brillan por la noche sobre su pueblo, de los faroles en el rio. «Ma numesc…»
Contarte eso significaria una felicidad insoportable para un solo dia.
Tu madre que te quiere,
Helen Rossi
Barley y yo nos miramos, y el rodeo mi cuello con el brazo.
64
Encontramos a Stoichev muy animado frente a la mesa de la biblioteca. Ranov estaba sentado ante el, tamborileando con los dedos, y de vez en cuando echaba un vistazo a un documento que el viejo estudioso habia dejado a un lado. Parecia mas irritado que nunca, lo cual sugeria que Stoichev no habia contestado a sus preguntas. Cuando entramos, profesor alzo la mirada con impaciencia.
– Creo que lo tengo -dijo en un susurro.
Helen se sento a su lado y yo me incline sobre los manuscritos que estaba examinando.
Eran parecidos a las cartas del hermano Kiril en diseno y ejecucion, escritos con letra muy apretada y clara en hojas descoloridas y desmenuzadas en los bordes. Reconoci las letras eslavas de las cartas. Al lado habia dejado nuestros mapas. Descubri que apenas podia respirar, confiando pese a todo en que nos diria algo de verdadera importancia. Tal vez la tumba estaba aqui, en Rila, pense de repente. Tal vez por eso Stoichev habia insistido en venir, porque lo sospechaba. Me dejo sorprendido e intranquilo que quisiera anunciar algo delante de Ranov.
Stoichev paseo la mirada a su alrededor, miro a Ranov, se masajeo su frente arrugada y dijo en voz baja:
– Creo que la tumba no esta en Bulgaria.
Senti que la sangre se retiraba de mi cabeza.
– ?Que?
Helen estaba mirando fijamente a Stoichev, y Ranov aparto la vista y siguio tamborileando con los dedos, como si solo escuchara a medias.
– Lamento decepcionarles, amigos mios, pero tengo claro, despues de leer este manuscrito, el cual hacia anos que no examinaba, que un grupo de peregrinos volvio a Valaquia desde Sveti Georgi hacia 1478. Este manuscrito es un documento aduanero. Concedia permiso para transportar unas reliquias de origen valaco a Valaquia. Lo siento. Tal vez podran ir alli algun dia para ahondar en el asunto. Si desean continuar su investigacion sobre las rutas bulgaras de los peregrinos, les ayudare encantado.
Le mire sin poder hablar. No podiamos ir a Rumania despues de esto, pense. Era un milagro que hubieramos llegado tan lejos.
– Recomiendo que consigan permiso para ver otros monasterios y las rutas en las que se encuentran, en particular el monasterio de Bachkovo. Es un bello ejemplo de nuestro bizantino bulgaro, y los edificios son mucho mas antiguos que los de Rila. Ademas, guardan manuscritos muy raros que los monjes peregrinos regalaron al monasterio. Sera interesante para ustedes, y asi recogeran material para sus articulos.
Ante mi asombro, Helen parecio aceptar de buen grado el plan.
– ?Podria arreglarse, senor Ranov? -pregunto-. Tal vez al profesor Stoichev le gustaria acompanarnos tambien.
– Oh, temo que he de regresar a casa -dijo con pesar Stoichev-. Tengo mucho trabajo que hacer. Ojala pudiera ayudarles en Bachkovo, pero puedo enviar una carta de presentacion al abad. El senor Ranov podra servirles de interprete, y el abad les ayudara a traducir los documentos que deseen. Es un gran especialista en la historia del monasterio.
– Muy bien.
Ranov parecio complacido al saber que Stoichev iba a dejarnos. No podiamos comentar nada acerca de esta terrible situacion, pense. Debiamos seguir fingiendo que ibamos a investigar a otro monasterio, y decidir que hariamos a continuacion. ?Rumania? La imagen de la puerta del despacho de Rossi aparecio de nuevo en mi mente. Estaba cerrada, cerrada con llave. Rossi nunca la volveria a abrir. Mire como atontado a Stoichev cuando devolvio los manuscritos a su caja y cerro la tapa. Helen la subio al estante y le ayudo a salir. Ranov nos siguio en silencio, un silencio en el que, pense, se regodeaba. Ignorabamos que habia conseguido averiguar, y nos quedariamos solos otra vez con nuestro guia. Despues podriamos acabar nuestra investigacion y abandonar Bulgaria lo antes posible.
Al parecer, Irina habia estado en la iglesia. Cruzo el patio banado por el sol en nuestra direccion cuando salimos, y al verla, Ranov se volvio para fumar en una de las galerias, para luego encaminarse a la puerta principal y salir por ella. Pense que caminaba un poco mas deprisa cuando llego a la puerta. Tal vez el tambien necesitaba descansar de nosotros.
Stoichev se dejo caer en un banco de madera cercano a la puerta, con la mano protectora de Irina sobre su hombro.
– Vengan aqui -dijo en voz muy baja, y sonrio como si solo estuvieramos charlando-. Hemos de hablar deprisa, ahora que nuestro amigo no puede oirnos. No era mi intencion asustarles. No existe ningun documento acerca de un peregrinaje a Valaquia que transportara reliquias. Lamento decir que estaba mintiendo. Vlad Dracula esta enterrado sin duda en Sveti Georgi, este donde este, y he descubierto algo muy importante. Stefan decia en la «Cronica» que Sveti Georgi estaba cerca de Bachkovo. Yo no establecia ninguna relacion entre esa zona y los mapas de ustedes, pero existe una carta del abad de Bachkovo dirigida al abad de Rila, de principios del siglo dieciseis. No me atrevi a ensenarsela delante de nuestro acompanante. Esta carta afirma que el abad de Bachkovo ya no necesita la ayuda del de Rila, ni de ningun otro sacerdote, para eliminar la herejia surgida en Sveti Georgi porque el monasterio ha sido incendiado y los monjes se han dispersado. Advierte al abad de Rila de que vigile la