todo.
No me gustaba la idea, pero dije que lo haria. Mi padre llego a casa temprano aquella noche y me leyo en voz alta Grandes esperanzas. Despues sacamos algunos albumes de fotografias y los miramos juntos: Paris, Londres, Boston, mis primeros patines, mi graduacion en tercer grado, Paris, Londres, Roma. Siempre estaba yo sola, delante del Panteon o las puertas del cementerio de Pere Lachaise, porque mi padre tomaba las fotos y solo estabamos el y yo. A las nueve comprobo todas las puertas y ventanas y me fui a la cama.
La siguiente vez que me iba a retrasar llame a la senora Clay. Le explique que algunos companeros de clase y yo ibamos a hacer los deberes juntos mientras merendabamos. Dijo que le parecia bien. Colgue y me fui sola a la biblioteca de la universidad. Johann Binnerts, el bibliotecario de la coleccion medieval de Amsterdam, ya se estaba acosumbrando a verme, pense. Al menos, sonreia con gravedad siempre que yo le hacia una nueva pregunta, y siempre me preguntaba por mis trabajos de historia. El senor Binnerts me encontro un pasaje de un texto del siglo XIX que me complacio sobremanera, y pase un rato tomando notas. Ahora tengo una copia del texto en mi estudio de Oxford. Volvi a encontrar el libro hace anos en una libreria: Historia de Europa Central, de lord Gelling. Despues de tantos anos le he tomado carino, aunque nunca lo abro sin un mal presagio. Recuerdo muy bien la vision de mi propia mano, suave y joven, copiando parrafos en mi cuaderno escolar:
Ademas de desplegar una gran crueldad, Vlad Dracula poseia gran valor. Su osadia era tal que en 1462 cruzo el Danubio y ataco de noche a caballo el campamento del mismisimo sultan Mehmet II y su ejercito, que se habia congregado alli para atacar Valaquia. Durante esta incursion Dracula mato a varios miles de turcos, y el sultan escapo en el ultimo instante gracias a que la guardia otomana obligo a los valacos a retroceder.
Una cantidad similar de material podria desenterrarse en relacion con el nombre de cualquier gran senor feudal de esta epoca en Europa. Mas que esta, en muchos casos, y mucho mas, en unos pocos. Lo extraordinario de la informacion disponible sobre Dracula es su longevidad, es decir, su rechazo a morir como presencia historica, la persistencia de su leyenda. Las pocas fuentes disponibles en Inglaterra se refieren directa o indirectamente a otras fuentes, cuya diversidad despertaria la curiosidad de cualquier historiador. Da la impresion de haber sido famoso en Europa incluso en vida, un gran logro en unos tiempos en que Europa era un mundo inmenso y, segun nuestros criterios actuales, desarticulado, cuyos gobiernos se comunicaban mediante emisarios a caballo y cargueros fluviales, y cuando la crueldad mas horripilante era una caracteristica habitual entre la nobleza. La fama de Dracula no termino con su misteriosa muerte y extrano entierro en 1476, sino que da la impresion de haber continuado casi incolume hasta que se eclipso debido al brillo del Siglo de las Luces en Occidente.
La entrada sobre Dracula terminaba aqui. Ya tenia suficiente historia para reflexionar durante un dia, pero entre en la seccion de literatura inglesa y me alegro descubrir que la biblioteca poseia un ejemplar del Dracula de Bram Stoker. De hecho, me costo unas cuantas visitas leerlo. Ignoraba si estaba permitido sacar libros de aquella zona, pero aunque hubiera podido, no habria querido llevarlo a casa, donde me habria enfrentado a la dificil eleccion de esconderlo, o dejarlo con cuidado a la vista. En cambio, lei Dracula sentada en una silla junto a una ventana de la biblioteca. Si miraba fuera, veia uno de mis canales favoritos, el Singel, con su mercado de flores y gente comprando arenques en un puesto callejero. Era un lugar maravillosamente aislado, y la parte posterior de una estanteria me protegia de los demas lectores de la sala.
Alli, en aquella sala, permiti poco a poco que el horror gotico de Stoker, alternado con amables historias de amor victorianas, me absorbiera. Ignoro que deseaba yo del libro.
Segun mi padre, el profesor Rossi lo habia considerado una fuente de informacion inutil sobre el verdadero Dracula. El repulsivo y elegante conde de la novela era una figura atrayente, pensaba yo, aunque no tuviera nada en comun con Vlad Tepes. Pero el propio Rossi estaba convencido de que Dracula se habia convertido en uno de los No Muertos en vida, en el curso de la historia. Me pregunte si una novela poseeria el poder de conseguir que algo tan extrano ocurriera en realidad. Al fin y al cabo. Rossi habia hecho su descubrimiento mucho despues de la publicacion de Dracula. Por otra parte, Vlad Dracula habia sido una fuerza del mal casi cuatrocientos anos antes del nacimiento de Stoker. Era muy desconcertante.
?Acaso no habia dicho tambien el profesor Rossi que Stoker habia desenterrado montones de informacion util sobre el mito de los vampiros? Yo nunca habia visto una pelicula de vampiros (a mi padre no le gustaba el terror de ningun tipo), y las convenciones de la narracion eran nuevas para mi. Segun Stoker, un vampiro solo podia atacar a sus victimas entre el ocaso y el amanecer. El vampiro vivia indefinidamente, se alimentaba de la sangre de los mortales y los convertia a su vez en No Muertos. Podia adoptar la forma de un murcielagos, de un lobo o de niebla. Era posible repelerlo con ajos o un crucifijo. Se le podia destruir atravesandole el corazon con una estaca y llenando su boca de ajos, mientras dormia en su ataud durante el dia. Tambien se le podia destruir disparandole una bala de plata en el corazon.
Nada de eso me habria asustado. Todo parecia demasiado remoto, emasiado supersticioso, pintoresco. Pero habia un aspecto de la historia que me atormentaba despues de cada sesion, una vez que devolvia el libro a su estante, tras anotar con cuidado el numero de la pagina en que lo habia dejado. Era la idea que me perseguia cuando bajaba la escalera de la biblioteca y recorria los puentes sobre los canales, hasta llegar a nuestra puerta. El Dracula surgido de la imaginacion de Stoker tenia un tipo favorito de victimas: mujeres jovenes.
Mi padre dijo que anhelaba mas que nunca el sur en primavera. Queria que yo tambien viera sus bellezas. De todos modos, mis vacaciones se acercaban, y sus reuniones en Paris solo le retendrian unos dias. Yo habia aprendido que no debia presionarle, ni para viajar ni para que me contara historias. Cuando estaba preparado, llegaba la siguiente, pero nunca, nunca, cuando estabamos en casa. Creo que no queria introducir abiertamente aquella presencia oscura en nuestra casa.
Tomamos el tren a Paris y luego fuimos en coche al corazon de las Cevennes. Por las mananas redactaba dos o tres trabajos, en mi frances cada vez mas brillante, y los enviaba por correo al colegio. Todavia conservo uno. Incluso ahora, tantos anos despues, hojearlo me devuelve aquella sensacion del intraducible corazon de Francia en mayo, el olor de la hierba que no era hierba, sino l'herbe, fresca y comestible, como si toda la vegetacion francesa fuera fantasticamente gastronomica, los ingredientes de una ensalada o algo que pudiera mezclarse con queso artesanal.
Nos deteniamos en granjas cercanas a la carretera para comprar delicias que no habriamos podido encontrar en ningun restaurante: cajas de fresas nuevas que proyectaban un brillo rojizo bajo el sol y no parecia necesario lavarlas; pesados cilindros de queso de cabra con moho gris en la corteza, como si los hubieran enrollado sobre el suelo de una bodega. Mi padre bebia vino tinto de un rojo oscuro, sin etiqueta y que solo costaba unos centimes la botella, que volvia a tapar con el corcho despues de cada comida. Viajaba tambien con una pequena copa envuelta en una servilleta. De postre devorabamos hogazas enteras de pan recien salido del horno de la ultima poblacion, dentro de las cuales introduciamos tabletas de chocolate oscuro. Mi estomago gemia de placer, y mi padre decia con pesar que deberia hacer dieta de nuevo cuando regresaramos a nuestra vida normal.
La carretera nos condujo hacia el sudeste, y uno o dos dias despues avistamos una cadena de montanas.
– Les Pyrenees-Orientales -dijo mi padre, mientras desplegaba nuestro mapa de carreteras sobre la mesa donde comiamos-. Hace anos que queria venir aqui.
Segui nuestra ruta con el dedo y descubri que estabamos sorprendentemente cerca de Espana. Esta idea, y la hermosa palabra «orientales», me estremecio. Nos estabamos acercando a los limites de mi mundo conocido, y por primera vez me di cuenta de que quizas algun dia llegaria mucho mas alla. Mi padre dijo que queria ver un monasterio en particular.
– Creo que podremos llegar a la poblacion que se halla al pie esta noche, y manana subiremos andando.
– ?Esta muy alto? -pregunte.
– A mitad de camino de la cumbre. Estas montanas lo protegieron de todo tipo de invasores. Fue construido justo en el ano 1000. Increible. Un pequeno lugar tallado en la roca, de dificil acceso hasta para los peregrinos mas entusiastas. El pueblo te gustara tanto o mas. Es una antigua poblacion con balnearios de aguas termales. Es encantadora.
Mi padre sonrio cuando dijo esto, pero estaba inquieto, doblo el mapa demasiado deprisa.
Presenti que pronto me contaria otra historia. Quizas esta vez no tendria que pedirselo.
Me gusto Les Bains cuando entramos al atardecer. Era un pueblo con casas de piedra color arena, esparcido sobre una pequena terraza. Los imponentes Pirineos se cernian sobre el y casi sumian en sombras sus calles mas anchas, que se estiraban hacia los valles y granjas de secano de mas abajo. Los platanos podados que rodeaban una serie de plazas polvorientas no daban sombra a los paseantes, ni a las mesas donde ancianas vendian