invadidas de libros, hojas mecanografiadas, ficheros y cuadernos de notas. La chica no podia sentarse en otro sitio, comprendi, pero de pronto senti la necesidad de proteger los documentos de Rossi. Temia la mirada involuntaria de los ojos de un extrano. ?Se le antojarian obra de un demente? ?Pensaria que era yo el loco?

Estaba a punto de recoger los papeles con sumo cuidado, a fin de conservar el orden original y llevarmelos, con esos movimientos lentos y educados que pretenden falsamente convencer a la otra persona que acaba de sentarse a la mesa de la cafeteria, con aire de disculpa, de que de veras te vas a marchar, cuando me fije de pronto en el libro que la joven habia dejado abierto ante ella. Ya estaba pasando las paginas de la parte central, con una libreta y una pluma al lado. Mire el titulo del libro y al cabo de unos segundos su rostro, estupefacto, y despues me fije en el otro libro que habia dejado cerca. Luego, volvi a mirar su cara.

Era un rostro joven, pero que ya estaba empezando a envejecer, de forma muy lenta y hermosa, con las leves arrugas de la piel que yo reconocia cada manana en el espejo alrededor de mis ojos, una fatiga apenas velada, por lo que debia estar estudiando para la licenciatura. Tambien era un rostro elegante y anguloso, que no habria estado fuera de lugar en el cuadro de un altar medieval, salvado de un aspecto severo por el delicado ensanchamiento de los pomulos. Su tez era palida, pero podria adquirir un tono aceitunado despues de una semana de tomar el sol. Tenia la vista inclinada sobre el libro, la boca firme y las cejas anchas, como en estado de alerta debido a lo que sus ojos leian en la pagina. Su pelo oscuro, casi como el hollin, se retiraba de su frente con mas vigor del conveniente en aquellos tiempos tan peripuestos. El titulo de su lectura, en ese lugar de incontables investigaciones (lo mire otra vez, estupefacto), era Los Carpatos. Bajo el codo cubierto con un jersey oscuro descansaba el Dracula de Bram Stoker.

En aquel momento la joven alzo la vista y sus ojos se encontraron con los mios, y cai en la cuenta de que la habia estado mirando directamente, lo cual debia ser ofensivo. De hecho, la mirada profunda y oscura que recibi era de lo mas hostil. Yo no era lo que la gente llama un «mujeriego». En realidad, era una especie de recluso. No obstante, sabia que debia sentirme avergonzado y me apresure a dar explicaciones. Mas tarde, descubri que su hostilidad era la defensa que erige una mujer atractiva a la que miran una y otra vez. -Perdone -dije a toda prisa-. No pude evitar fijarme en sus libros. Me refiero a lo que esta leyendo.

Me miro sin pestanear, con el libro abierto delante de ella, y enarco las curvas oscuras de sus cejas.

– Resulta que estoy estudiando el mismo tema -insisti. Las cejas se elevaron un poco mas, pero yo indique los papeles que tenia delante-. No, de veras. He estado leyendo acerca de…

Mire las pilas de documentos de Rossi y calle con brusquedad. La desdenosa inclinacion de sus parpados consiguio ruborizarme.

– ?Dracula? -pregunto ella con sarcasmo-. Da la impresion de que ahi tiene documentacion de primera mano.

Tenia un marcado acento que no consegui identificar, y su voz era suave, pero como la que se usa en una biblioteca, lo cual presagiaba que podia adquirir una gran energia si se le daba rienda suelta.

Probe una tactica diferente. -?Lo lee para pasar el rato? Como diversion, quiero decir. ?O esta investigando algo?

– ?Diversion?

El libro continuaba abierto, tal vez para desalentarme con todas las armas posibles.

– Bien, es un tema poco habitual, y si tambien se ha procurado una obra sobre los Carpatos, significa que ha de estar muy interesada en el tema. -No habia hablado tan deprisa desde el examen oral del master-. Estaba a punto de consultar ese libro. Los dos, de hecho.

– Vaya -dijo ella-. ?Y por que?

– Bien -me arriesgue-, tengo unas cartas de… de una fuente historica insolita…, y hablan de Dracula. Giran en torno a Dracula.

Un tenue interes se insinuo en su mirada, como si la luz ambar se hubiera encendido y me enfocase a reganadientes. Se arrellano un poco en la silla, relajada con una especie de desenvoltura masculina, sin apartar las manos del libro. Pense que habia presenciado este gesto un centenar de veces, esta disminucion de la tension que acompanaba al pensamiento, esta introduccion a la conversacion. ?Donde lo habia visto?

– ?Que son exactamente esas cartas? -pregunto con su serena voz extranjera.

Pense apesadumbrado en que tendria que haberme presentado, a mi mismo y mis credenciales, antes de meterme en este lio. Por algun motivo, creia que no podia empezar de cero en este momento, no podia extender la mano de repente para estrechar la suya y decirle en que departamento estaba, etcetera. Tambien me vino a la mente de pronto que nunca la habia visto, de modo que no podia estar en el Departamento de Historia, a menos que fuera nueva, que hubiera pedido el traslado desde alguna otra universidad. ?Debia mentir para proteger a Rossi? Opte por no hacerlo. Me limite a callar su nombre.

– Estoy trabajando con alguien que tiene ciertos problemas, y escribio estas cartas hace mas de veinte anos. Me las confio pensando que podria ayudarle en su actual… situacion…

Esta relacionada con sus estudios, quiero decir, con lo que estaba estudiando…

– Entiendo -dijo ella con fria cortesia. Se levanto y empezo a recoger sus libros, sin prisas, de manera decidida. Levanto su maletin. De pie parecia tan alta como yo me la habia imaginado, un poco nervuda, de hombros anchos.

– ?Por que estudia a Dracula? -pregunte desesperado.

– Bien, debo decirle que eso a usted no le importa -replico sin mas, y dio media vuelta-, pero estoy planeando un viaje futuro, aunque no se cuando lo hare.

– ?A los Carpatos? De pronto, me senti desconcertado por toda la conversacion.

– No. -Me lanzo las ultimas palabras con desden. Y despues, como si no pudiera contenerse, pero con tanto desprecio que no me atrevi a seguirla-: A Estambul.

– Santo Dios -exclamo mi padre de repente, y alzo la vista hacia el cielo gorjeante. Las ultimas golondrinas estaban volando sobre nuestras cabezas, y la poblacion, con sus luces veladas, se iba hundiendo en el valle-. No deberiamos estar sentados aqui, teniendo en cuenta la excursion que nos espera manana. Se supone que los peregrinos se retiran pronto, estoy seguro. Con la llegada de la oscuridad, o algo por el estilo.

Movi las piernas. Un pie se me habia dormido debajo del cuerpo, y de repente senti las piedras del cementerio afiladas, imposiblemente incomodas, sobre todo pensando en la cama que me esperaba. Padeceria agujetas de vuelta al hotel. Tambien sentia una fuerte irritacion, mucho mas aguda que las sensaciones de mi pie. Una vez mas, mi padre habia interrumpido la historia demasiado pronto.

– Mira -dijo, y senalo justo enfrente de nosotros-. Creo que debe ser Saint-Matthieu.

Segui su gesto hacia la oscura masa de montanas y vi, a mitad de camino de la cumbre, una pequena luz fija. No brillaba ninguna otra luz cerca de esta, ni se veian otros lugares habitados. Era como una sola chispa sobre inmensos pliegues de tela negra, a considerable altura aunque lejos de los picos mas elevados. Colgaba entre el pueblo y el cielo nocturno. -Si, ahi debe estar el monasterio, estoy seguro -repitio mi padre-. Y manana nos espera una buena subida, aunque vayamos por la carretera. Mientras recorriamos las calles a oscuras, experimente esa tristeza que te asalta cuando desciendes de un punto elevado y todo lo demas queda por encima de ti. Antes de doblar la esquina del viejo campanario, mire hacia atras de nuevo para grabar aquel diminuto punto de luz en mi memoria. Ahi estaba otra vez, brillando sobre la pared de una casa coronada de buganvilla oscura. Me pare un momento y la mire fijamente. Entonces, solo una vez, la luz parpadeo.

9

14 de diciembre de 1930

Trinity College, Oxford

Mi querido y desventurado sucesor:

Concluire mi relato con la mayor prontitud posible, puesto que has de extraer informacion vital de el si ambos queremos…, ah, sobrevivir, como minimo, y sobrevivir en un estado de bondad y misericordia. Existen diversas formas de supervivencia, aprende el historiador para su mal. Los peores impulsos de la humanidad pueden sobrevivir generaciones, siglos, incluso milenios. Y lo mejor de nuestros esfuerzos individuales puede morir con

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