que Massimo la saco a colacion? ?Por que se habia puesto palido cuando el jefe de comedor del restaurante nos habia hablado de una leyenda sobre muertos vivientes? Lo que atormentaba la memoria de mi padre era fruto de este lugar, que deberia haber sido mas sagrado que horrible, aunque para el era horrible, tanto que cuadraba los hombros para protegerse.

Deberia trabaja como habia hecho Rossi, para reunir mis propias pistas. Me estaba volviendo sabia a la manera de la historia.

11

En mi siguiente visita a la biblioteca de Amsterdam, descubri que el senor Binnerts me habia buscado algunas cosas durante mi ausencia. Cuando entre en la sala de lectura, directamente desde el colegio, con la bolsa de libros todavia a la espalda, me miro con una sonrisa.

– Aqui estas -dijo en su hermoso ingles-. Mi joven historiadora. Tengo algo para ti, para tu proyecto. -Le segui hasta su escritorio y saco un libro-. No es un libro tan antiguo -dijo-, pero contiene algunas historias muy viejas. No constituyen una lectura alegre, querida mia, pero tal vez te ayudaran a redactar tu trabajo.

El senor Binnerts me acomodo en una mesa, y mire agradecida como se alejaba con pasos pausados. Resultaba conmovedor que me confiaran algo terrible.

El libro se titulaba Cuentos de los Carpatos, un deslustrado tomo del siglo XIX publicado de manera privada por un coleccionista ingles llamado Robert Digby. El prefacio de Digby resumia sus andanzas entre montanas feroces e idiomas todavia mas feroces, aunque tambien habia acudido a fuentes rusas y alemanas para ayudarse en su trabajo. Sus cuentos tambien poseian un sonido feroz, y la prosa era bastante romantica, pero cuando los examine mucho despues descubri que sus versiones eran mejores al compararlas con las de posteriores coleccionistas y traductores. Habia dos cuentos sobre el «principe Dracula», y los lei con ansia. El primero narraba como se refocilaba Dracula extramuros entre los cadaveres de sus subditos empalados. Un dia, lei, un criado se quejo delante de Dracula del terrible hedor, tras lo cual el principe ordeno a sus hombres que empalaran al criado sobre los demas, para que el hedor no ofendiera el delicado olfato del sirviente agonizante. Digby presentaba otra version, en la cual Dracula pedia a gritos una estaca tres veces mas larga que las otras utilizadas.

La segunda historia era igual de horripilante. Explicaba que el sultan Mehmet II envio dos embajadores a Dracula. Cuando los embajadores llegaron ante su presencia, no se quitaron los turbantes, Dracula quiso saber por que le faltaban al respeto de aquella manera, ellos contestaron que solo estaban actuando de acuerdo con sus costumbres. «En tal caso, os ayudare a fortalecer vuestras costumbres», replico el principe, y ordeno que les clavaran los turbantes a la cabeza.

Copie las versiones de Digby de estas dos historias en mi libreta. Cuando el senor Binnerts vino para saber como me iba, le pregunte si podiamos buscar informacion sobre Dracula escrita por sus contemporaneos, en caso de existir.

– Desde luego -dijo, y asintio con gravedad. Tenia que volver a su escritorio, me explico, pero buscaria algo en cuanto tuviera un poco de tiempo. Tal vez despues de eso (meneo la cabeza, sonriente), tal vez despues de eso yo me buscaria un tema mas agradable, arquitectura medieval, por ejemplo. Le prometi (tambien sonriente) que me lo pensaria.

No hay lugar de la tierra mas exuberante que Venecia en un dia ventoso, calido y sin nubes. Las gondolas se mecen y oscilan en la laguna como si se lanzaran sin tripulacion a la aventura. Las fachadas adornadas brillan a la luz del sol. El agua huele bien, por una vez.

Toda la ciudad se hincha como una vela, un barco baila sin amarras, preparado para zarpar.

Las olas que lamen el borde de la plaza de San Marco se embravecen en la estela de las lanchas motoras, y producen una niusica festiva pero vulgar, como el entrechocar de unos cimbalos. En Amsterdam, la Venecia del Norte, este clima gozoso conseguiria que la ciudad reluciera con renovados brios. Aqui terminaba exhibiendo grietas en la perfeccion, una fuente cubierta de malas hierbas en una plaza escondida, por ejemplo, cuyo chorro deberia brotar con generosidad, en lugar de ser un oxidado goteo sobre el borde de la pila.

Los caballos de San Marcos cabriolaban zarrapastrosos bajo la luz rutilante. Las columnas del palacio de los dux parecian desagradablemente sucias.

Comente este aire de celebracion pobretona y mi padre rio.

– Tienes buen ojo para la atmosfera -dijo-. Venecia es famosa por su teatralidad, y no le importa arruinarse un poco con tal de que el mundo venga a adorarla. -Indico con un ademan circular el cafe al aire libre (nuestro local favorito despues del Florian), los turistas sudorosos, sus sombreros y camisas color pastel, que aleteaban con la brisa procedente del agua-. Espera a la noche y no te llevaras ninguna decepcion. Un escenario necesita una luz mas suave que esta. La transformacion te sorprendera.

De momento, mientras sorbia mi naranjada, estaba demasiado comoda para moverme, de todos modos. Esperar una agradable sorpresa era justo lo que anhelaba. Era la ultima ola de calor del verano antes de que llegara el otono. Con el otono vendria mas colegio, y con suerte, un poco de estudio viajero con mi padre, mientras el trazaba un mapa de negociaciones, compromisos y amargos regateos. Este otono volveria a ir a la Europa del Este, y yo ya estaba conspirando para que me llevara con el.

Mi padre vacio su cerveza y paso las paginas de una guia.

– Si. -Dio un pequeno bote de repente-. Aqui esta San Marcos. Venecia fue rival del mundo bizantino durante siglos, y tambien un gran poder maritimo. De hecho, Venecia robo a Bizancio algunas cosas notables, incluyendo esos animales de carrusel que ves alli.

– Mire desde debajo de nuestro toldo hacia San Marcos, donde los caballos cobrizos parecian arrastrar el peso de las cupulas de plomo tras ellos. Toda la basilica parecia fundida bajo esta luz, brillante y ardiente, un infierno de tesoros-. En cualquier caso – continuo mi padre-, San Marcos fue disenada en parte como una imitacion de Santa Sofia de Estambul.

– ?Estambul? -pregunte con astucia, mientras buscaba el hielo de la bebida-. ?Te refieres a que se parece a Santa Sofia?

– Bien, es evidente que Santa Sofia fue conquistada por el imperio otomano, por eso estan esos minaretes que vigilan el exterior, y dentro los enormes escudos con textos sagrados musulmanes. Alli se ve con claridad la colision entre Oriente y Occidente. Pero encima estan las grandes cupulas, claramente cristianas y bizantinas, como las de San Marcos.

– ?Y se parecen a estas?

Senale al otro lado de la plaza.

– Si, se parecen mucho a estas, pero son mas grandiosas. La escala del lugar es abrumadora. Te deja sin aliento.

– Oh -dije-. ?Puedo tomar otro refresco, por favor?

Mi padre me miro de repente, pero era demasiado tarde. Ahora sabia que el habia estado en Estambul.

12

16 de diciembre de 1930

Trinity College, Oxford

Mi querido y desafortunado sucesor:

En este punto, mi historia casi me ha atrapado, o yo a ella, y debo narrar acontecimientos que transportaran mi relato hasta el presente.

Como ya he referido, al final volvi a coger mi extrano libro, como un hombre espoleado por una adiccion. Me habia dicho antes que mi vida habia recobrado la normalidad, que mi experiencia en Estambul habia sido extrana pero sin duda explicable, y habia adquirido exageradas proporciones en mi cerebro agotado por el viaje. De modo que volvi a coger literalmente el libro, y pienso que deberia contarte ese momento en los terminos mas

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