entonarlas en voz alta, cuando me detuve y cerre los labios. Crearon una especie de poesia en mi cabeza, no obstante, que ejecuto una danza infernal durante un par de segundos.
Deje los mapas a un lado. Era aterrador verlos ahi, exactamente como Rossi los habia descrito, pero resultaba extrano no ver los originales, sino las copias dibujadas con su mano. ?Que podia demostrarme que no se habia inventado toda la historia y habia dibujado esos mapas a modo de broma? En este asunto yo carecia de informacion fidedigna, aparte de sus cartas. Tamborilee con los dedos sobre el escritorio. Daba la impresion de que esa noche el reloj del estudio sonaba mas alto de lo habitual, y la penumbra urbana parecia demasiado inmovil detras de mis persianas. Hacia horas que no probaba bocado y me dolian las piernas, pero ya no podia parar. Eche un breve vistazo al mapa de carreteras de los Balcanes, pero no vi nada extrano, en principio. No habia marcas escritas a mano, por ejemplo. El folleto de Rumania no contenia nada sorprendente, aparte del peculiar ingles en que estaba impreso: «Aprovechense de nuestra frondosa y deliciosa campina», por ejemplo.
Solo me quedaba por examinar las notas escritas por Rossi, y aquel pequeno sobre cerrado en el que habia reparado al empezar a inspeccionar los papeles. Habia dejado el sobre para el final porque estaba cerrado, pero ya no podia esperar mas. Localice mi abrecartas entre los papeles diseminados sobre mi escritorio, rompi el sello con mucho cuidado y saque una hoja de libreta.
Era otra vez el tercer mapa, con su forma de dragon, el rio serpenteante, los altos picos montanosos. Estaba copiado en tinta negra, como en la version de Rossi, pero la caligrafia era algo diferente, un buen facsimil, pero ilegible, arcaico, un poco recargado, cuando te fijabas con detenimiento. La carta de Rossi tendria que haberme preparado para distinguir la unica diferencia con la primera version del mapa, pero aun asi me afecto como un punetazo: sobre el emplazamiento de la tumba y su dragon guardian se curvaban las palabras BARTOLOMEO ROSSI.
Rechace suposiciones, temores y conclusiones, y me obligue a dejar el papel aparte y leer las paginas de las notas de Rossi. Al parecer, habia escrito las dos primeras en los archivos de Oxford y la biblioteca del Museo Britanico, y no me revelaron nada que el no me hubiera contado ya. Habia un breve resumen de la vida y hazanas de Dracula y una lista de algunos documentos literarios e historicos en los que se le mencionaba. Seguia otra pagina, de una libreta diferente, anotada y fechada de su viaje a Estambul. «Reconstruida de memoria», decia su veloz pero cuidadosa caligrafia, y comprendi que debian ser notas escritas despues de su experiencia en el archivo, cuando habia dibujado los mapas de memoria antes de abandonar Grecia.
Esas notas contenian la lista de los documentos que albergaba la biblioteca de la epoca de Mehmet II (al menos los que habian interesado a Rossi para sus investigaciones), los tres mapas, rollos de pergamino con cuentas de las guerras carpatas contra los otomanos, y libros mayores de mercancias intercambiadas entre mercaderes otomanos en el limite de la region. Nada de esto me parecio muy esclarecedor, pero me pregunte en que punto habia interrumpido el burocrata de aspecto ominoso el trabajo de Rossi. ?Podian los rollos de cuentas y libros mayores mencionados contener pistas sobre el fallecimiento o entierro de Vlad Tepes? ?Los habia examinado Rossi, o solo habia tenido tiempo de consignar las posibilidades en el archivo antes de que el miedo le hubiera alejado de el?
Habia un ultimo elemento en la lista del archivo, y este me pillo por sorpresa, de modo que lo examine durante varios minutos. «Bibliografia, Orden del Dragon (parte de un rollo)».
Lo que me sorprendio de la nota y me hizo vacilar fue el hecho de que fuera tan poco informativa. Por lo general, las notas de Rossi eran minuciosas y esclarecedoras. Ese era el objetivo de tomar notas, decia. ?Era esta bibliografia que mencionaba tan de pasada una lista que el bibliotecario habia confeccionado, para consignar todo el material perteneciente a la Orden del Dragon que obraba en su poder? En tal caso, ?por que seria «parte de un rollo»? Debia ser algo antiguo, pense, tal vez de los tiempos de la Orden del Dragon. Pero ?por que no habia aportado Rossi mas explicaciones en esa muda nota de papel de libreta?
?Acaso habia comprobado que la bibliografia, fuera cual fuera, no tenia valor para su investigacion?
Estas meditaciones sobre un archivo muy lejano, que Rossi habia examinado tan a fondo mucho tiempo atras, no parecian constituir un camino directo que condujera a su desaparicion, y deje caer la hoja disgustado, cansado de pronto de las trivialidades de la investigacion. Anhelaba respuestas. A excepcion de lo que contuvieran los rollos de cuentas, los libros mayores y aquella bibliografia antigua, Rossi habia sido sorprendentemente minucioso a la hora de compartir conmigo sus descubrimientos. Esta concision era muy propia de el. Ademas, se habia permitido el lujo, si puede decirse asi de explicarse en muchas paginas de cartas. No obstante, yo sabia poca cosa, salvo lo que debia hacer a continuacion. El sobre ya estaba vacio por completo, y los documentos que contenia no me habian revelado mucho mas de lo que ya habia descubierto gracias a sus cartas.
Tambien me di cuenta de que debia actuar lo antes posible. Ya habia pasado otras noches en vela, y durante la hora siguiente tal vez podria recopilar lo que Rossi me habia contado sobre las amenazas anteriores a su vida, tal como el lo veia.
Me levante con las articulaciones doloridas, y fui a mi deprimente cocina para prepararme una sopa. Cuando baje una olla limpia, me di cuenta de que mi gato no habia venido a cenar la unica comida que compartiamos. Era un vagabundo, y sospechaba que nuestro acuerdo no era del todo monogamo. No obstante, mas o menos a la hora de cenar aparecia en mi estrecha cocina, mirando desde la escalera de incendios para avisarme de que queria su lata de atun o, cuando deseaba mimarle, su plato de sardinas. Habia llegado a apreciar el momento en que saltaba a mi soso apartamento, se estiraba y maullaba en una extravagante demostracion de afecto. Solia quedarse un rato despues de cenar, durmiendo en un extremo del sofa o mirandome mientras planchaba mis camisas. A veces creia ver una expresion de ternura en sus ojos amarillos de una redondez perfecta, aunque tal vez era de compasion.
Era fuerte y nervudo, de suave pelaje blanco y negro. Le habia puesto el nombre de Rembrandt. Pensando en el, alce el borde de la persiana, levante la ventana y llame, a la espera del ruido sordo de patas felinas sobre el antepecho de la ventana. Solo oi el trafico nocturno a lo lejos, en el centro ciudad. Baje la cabeza y me asome.
Su forma lleno el espacio de una manera grotesca, como si hubiera rodado hasta alli jugando y despues se hubiera desplomado. Lo entre en la cocina con manos carinosas y aprensivas, consciente de la columna vertebral rota y la cabeza oscilante. Rembrandt tenia los ojos mas abiertos que nunca, la boca retraida en un chillido de miedo y las garras delanteras desplegadas y erizadas. Supe enseguida que no habia podido caer alli con tamana precision, sobre el estrecho antepecho. Haria falta una mano grande y fuerte para matar al animal. Acaricie su pelaje suave, y la rabia se impuso al terror. Tal vez el culpable habia recibido aranazos, hasta mordiscos feroces. Pero mi amigo estaba definitivamente muerto.
Lo deposite con ternura sobre el suelo de la cocina, y mis pulmones se llenaron de un odio brumoso, y entonces me di cuenta de que su cuerpo aun estaba caliente.
Gire en redondo, cerre la ventana con pestillo y pense freneticamente en mi siguiente movimiento. ?Como podria protegerme? Todas las ventanas estaban cerradas, y la puerta con doble pasador. Pero ?que sabia yo sobre los horrores del pasado? ?Se colaban en las casas como niebla, por debajo de la puerta, o las ventanas estallaban y algo se materializaba ante ti? Busque un arma. No tenia pistola, pero en las peliculas de vampiros las balas no servian de nada contra Bela Lugosi, a menos que el heroe fuera provisto de una bala de plata especial. ?Que habia aconsejado Rossi? «Yo no iria por ahi con ajos en los bolsillos, no». Y tambien algo mas: «Estoy seguro de que llevas contigo tu bondad, tu sentido moral, como quieras llamarlo. De todos modos, me gusta pensar que la mayoria somos capaces de eso».
Encontre una toalla limpia en un cajon de la cocina y envolvi el cuerpo de mi amigo con ella, para luego sacarlo al vestibulo. Tendria que enterrarlo al dia siguiente, si es que el dia llegaba como de costumbre. Lo enterraria en el patio trasero del edificio de apartamentos, a una buena profundidad, donde los perros no pudieran encontrarlo. Me costaba pensar en comida en este momento, pero prepare mi taza de caldo y me corte una rebanada de pan para seguir trabajando.
Despues me sente al escritorio, guarde los documentos de Rossi en un sobre y lo cerre. Deje encima mi misterioso libro del dragon, con cuidado de que no se abriera. Coloque encima mi ejemplar del clasico de Hermann Golden Age of Amsterdam, que era uno de mis libros favoritos desde hacia mucho tiempo. Abri mis notas para la tesis sobre el centro del escritorio y apoye en vertical delante de mi un folleto sobre los gremios de comerciantes de Utrecht, una reproduccion de la biblioteca que aun no habia examinado. Deje mi reloj al lado y vi con un estremecimiento supersticioso que indicaba las doce menos cuarto. Por la manana, me dije, iria a la