?Te…?
– Si -dijo en voz baja. Instintivamente, nos acercamos mas, para que nadie pudiera oir nuestra conversacion-. Cuando se precipito sobre mi, me mordio en la garganta. -Dio la impresion de que sus labios temblaban un momento, como si fuera a llorar-. No chupo mucha sangre, no hubo tiempo. Y duele muy poco.
– Pero tu… tu…
Yo estaba tartamudeando, sin dar credito a mis oidos.
– No creo que se haya infectado -dijo Helen-. Sangro muy poco y he cerrado la herida lo mejor posible.
– ?Deberiamos ir al hospital? -Me arrepenti en cuanto lo dije, en parte por su aspecto agotado-. ?O podriamos curarla sin ayuda? -Creo que casi estaba imaginando que podriamos eliminar el veneno, como si fuera una mordedura de serpiente. El dolor que expresaba su rostro consiguio oprimirme el corazon. Entonces recorde que ella habia traicionado el secreto del mapa-. Pero ?por que? ?Por que?
– Se lo que te estas preguntando -me interrumpio al punto, y su acento se hizo mas pronunciado-. No se me ocurrio ofrecerle otro cebo, y queria ver su reaccion. No le habria dado el mapa, ni mas informacion. Te lo prometo.
La estudie con suspicacia. Su expresion era seria, su boca cerrada en una curva sombria.
– ?No?
– Te doy mi palabra -se limito a decir-. Ademas -su sonrisa sarcastica sustituyo a la mueca-, no tengo por que compartir lo que puedo utilizar solo en mi beneficio, ?verdad?
Pase esta frase por alto, pero algo en su expresion calmo mis temores.
– Su reaccion fue sumamente interesante, ?no?
Ella asintio.
– Dijo que habrian debido permitirle ir a la tumba, y que a Rossi se lo llevo alguien. Es muy extrano, pero daba la impresion de saber algo sobre el paradero de mi…, del director de tu tesis. Me cuesta creer toda esta historia de Drakulya, pero puede que algun grupo ocultista haya secuestrado al profesor Rossi o algo por el estilo.
Esta vez fui yo quien asintio, aunque mi credulidad era ciertamente superior a la de ella.
– ?Que haras ahora? -pregunto con curiosa indiferencia.
No habia pensado mi respuesta antes de verbalizarla.
– Ir a Estambul. Estoy convencido de que alli hay un documento, como minimo, que Rossi nunca tuvo la oportunidad de examinar, y que tal vez contenga informacion sobre una tumba, quiza la tumba de Dracula en el lago Snagov.
Ella rio.
– ?Por que no te tomas unas pequenas vacaciones en mi Rumania natal? Podrias ir al castillo de Dracula con una estaca de plata en la mano, o visitar Snagov. Me han dicho que es un lugar muy agradable para ir de excursion.
– Escucha -dije irritado-, se que todo esto es muy peculiar, pero debo seguir cualquier pista sobre la desaparicion de Rossi. Y tu sabes muy bien que un ciudadano norteamericano no puede atravesar el Telon de Acero para buscar a alguien. -Mi lealtad debio avergonzarla un poco, porque no contesto-. Quiero preguntarte algo. Cuando saliamos de la iglesia, dijiste que tal vez tu madre poseyera informacion sobre la investigacion de Rossi acerca de Dracula. ?Que querias decir?
– Solo que cuando se conocieron, el le dijo que habia ido a Rumania para estudiar la leyenda de Dracula, y que ella cree en esa leyenda. Tal vez sabe mas sobre la investigacion de Rossi de lo que me ha dicho, no estoy segura. No habla con facilidad de estas cosas, y yo he estado siguiendo esta pequena aficion del querido pater familias por mediacion de canales academicos, no en el seno de la familia. Tendria que haberla interrogado mas a fondo sobre su experiencia.
– Un fallo curioso en una antropologa -replique malhumorado. Convencido una vez mas de que estaba de mi parte, senti toda la irritacion del alivio. Su cara se ilumino, risuena.
– Touchee, Sherlock. Se lo preguntare la proxima vez que la vea.
– ?Cuando sera eso?
– Dentro de un par de anos, supongo. Mi valioso visado no me permite saltar a voluntad del Este a Occidente.
– ?Nunca le escribes o la llamas?
Helen me miro fijamente.
– Ay, Occidente es un lugar tan inocente -dijo por fin-. ?Crees que tiene telefono?
?Crees que no abren y leen mis cartas cada vez que llega una?
Me quede en silencio, mortificado.
– ?Cual es ese documento que tanto ansias encontrar, Sherlock? -pregunto-. ?Es bibliografia, algo sobre la Orden del Dragon? Lo vi en la ultima lista de sus papeles. Es lo unico que no describe con minuciosidad. ?Es eso lo que quieres encontrar?
Lo habia adivinado, por supuesto. Me estaba haciendo una buena idea de sus poderes intelectuales, y pense con cierta nostalgia en conversaciones que podriamos compartir si las circunstancias fueran diferentes. Por otra parte, no me gustaba que fuera tan perspicaz.
– ?Por que lo quieres saber? -replique-. ?Para tu investigacion?
– Por supuesto -contesto con seriedad-. ?Te pondras en contacto conmigo cuando vuelvas?
De repente, me senti muy cansado.
– ?Cuando vuelva? No tengo ni idea de en que me estoy metiendo, y mucho menos de cuando volvere. Quiza me ataque el vampiro cuando llegue adonde sea.
Habia intentado expresarme con ironia, pero fui consciente de la irrealidad de toda la situacion en cuanto hable. Ahi estaba yo, delante de la biblioteca, como tantos cientos de veces antes, solo que esa vez estaba hablando de vampiros (como si creyera en ellos) con una antropologa rumana, y estabamos viendo un enjambre de conductores de ambulancia y agentes de policia en el lugar de una muerte en la que yo estaba implicado, al menos de manera indirecta. Intente no contemplar su siniestra ocupacion. Pense que debia marcharme del patio cuanto antes, pero sin aparentar prisa. No podia permitir que la policia me detuviera en ese momento, ni siquiera para interrogarme unas pocas horas. Tenia mucho que hacer, y cuanto antes. Necesitaria un visado para Turquia, y un billete de avion, y dejar en casa una copia de la informacion que ya poseia. Ese trimestre no daba clases, gracias a Dios, pero deberia presentar una excusa aceptable para el departamento, y dar una explicacion a mis padres que les ahorrara preocupaciones.
Me volvi hacia Helen.
– Senorita Rossi -dije-, Si no dices nada de esto a nadie te prometo que te llamare en cuanto regrese. ?Puedes contarme algo mas? ?Se te ocurre alguna manera de ponerme en contacto con tu madre antes de marchar?
– Ni yo misma puedo ponerme en contacto con ella, excepto por carta -dijo la joven-. Ademas, no habla ingles. Cuando vuelva a casa dentro de dos anos, la interrogare acerca de estos asuntos.
Suspire. Dos anos era demasiado tarde. Ya estaba experimentando una especie de angustia por tener que separarme de esa extrana companera de pocos dias (horas, en realidad), la unica persona, ademas de mi, que sabia todo sobre la naturaleza de la desaparicion de Rossi. Despues de esto, estaria solo en un pais en el que apenas habia pensado nunca. No obstante, tenia que hacerlo. Extendi la mano.
– Gracias por aguantar a un lunatico inofensivo durante un par de dias. Si vuelvo sano y salvo, no dudes de que te informare… Quiero decir que si regreso con tu padre sano y salvo…
Hizo un vago ademan con la mano enguantada, como si no le interesara en absoluto el regreso de Rossi, pero despues estrecho mi mano con cordialidad. Tuve la impresion de que su firme apreton era mi ultimo contacto con el mundo que conocia.
– Adios -dijo-. Te deseo la mejor suerte posible en tu investigacion.
Dio media vuelta y se abrio paso entre la multitud. Los conductores de la ambulancia estaban cerrando las puertas. Yo tambien di media vuelta. Empece a bajar la escalera para atravesar el patio. A unos treinta metros de la biblioteca, me detuve y mire hacia atras, con la esperanza de ver la figura vestida de negro entre los curiosos. Sorprendido, vi que corria hacia mi. Me alcanzo enseguida y vi que un rubor acentuado cubria sus pomulos. Su expresion era perentoria.
– He estado pensando -dijo, y entonces enmudecio. Dio la impresion de que respiraba hondo-. Esto concierne
