de oro, o vestidos negros y pelo rojizo, hombres con trajes, corbatas y camisas blancas occidentales. Nos llego a la mesa el aliento de un aire tibio y salado, e imagine barcos procedentes de toda Eurasia que llevaban su botin al corazon de un imperio (primero cristiano, luego musulman) y atracaban en una ciudad cuyas murallas se internaban en el mar. La fortaleza arbolada de Vlad Dracula, con sus barbaros rituales de violencia, parecia muy lejos de ese mundo antiguo y cosmopolita.
No era de extranar que Dracula odiara a los turcos, y viceversa, pense. Y no obstante, los turcos de Estambul, con sus piezas de artesania en oro, laton y seda, sus bazares, librerias y numerosos centros religiosos, habrian tenido mas cosas en comun con los bizantinos cristianos a los que habian conquistado que las que pudiera haber tenido Vlad, que los desafiaba desde su frontera. Visto desde ese centro de cultura, parecia un maton inculto, un ogro provinciano, un patan medieval. Recorde la imagen que habia visto de el en la enciclopedia de casa, aquella xilografia de un rostro elegante y bigotudo, enmarcado por un atuendo cortesano. Era una paradoja.
Estaba completamente absorto en esa imagen cuando Turgut volvio a hablar. -Diganme, amigos mios, ?por que estan interesados en este tema de Dracula?
Se habia vuelto hacia nosotros con una sonrisa caballerosa (?o tal vez suspicaz?).
Mire a Helen. -Bien, estoy estudiando el siglo quince en Europa como base de mi tesis -dije, y la sensacion de que esa mentira ya podia haberse convertido en realidad castigo mi falta de sinceridad. Solo Dios sabia cuando volveria a trabajar en mi tesis, pense, y lo ultimo que me hacia falta era un tema mas amplio-. Y usted -insisti-, ?como salto de Shakespeare a los vampiros?
Turgut sonrio, con tristeza, pense, y su serena sinceridad me castigo todavia mas.
– Ah, es algo muy extrano. Hace mucho tiempo, estaba trabajando en mi segundo libro sobre Shakespeare: las tragedias. Me ponia a trabajar cada dia en un…, ?como se dice?, un cubiculo, en nuestra sala inglesa de la universidad. Un dia encontre un libro que nunca habia visto antes. -Se volvio hacia mi de nuevo con aquella triste sonrisa de antes. Mi sangre ya se habia helado en todas las extremidades-. Este libro no se parecia a ningun otro, un libro vacio, muy antiguo, con un dragon en el medio y una palabra: DRAKULYA.
Nunca habia oido hablar de Dracula. Pero el dibujo era muy potente y extrano. Y luego pense, he de saber que es esto. De modo que intente averiguarlo todo.
Helen se habia petrificado a mi lado, pero ahora se removio, como ansiosa.
– ?Todo? -repitio en voz baja.
Barley y yo casi habiamos llegado a Bruselas. Me habia costado mucho tiempo, aunque se me antojaron unos pocos minutos, contar a Barley con toda la sencillez y claridad posibles lo que mi padre habia relatado acerca de sus experiencias en el curso de postgrado. El miraba por la ventanilla las pequenas casas y jardines belgas, que parecian tristes bajo una cortina de nubes. De vez en cuando veiamos un rayo de sol reflejado en la aguja de una iglesia o en la chimenea de una antigua fabrica, a medida que nos acercabamos a Bruselas.
La holandesa roncaba sin hacer mucho ruido y la revista habia caido a sus pies.
Estaba a punto de embarcarme en una descripcion del nerviosismo reciente de mi padre, su palidez malsana y extrano comportamiento, cuando Barley se volvio hacia mi de repente.
– Esto es espantosamente peculiar -dijo-. No se por que deberia creer esta historia inverosimil, pero la creo. Quiero creerla, al menos. -Me di cuenta, sorprendida, de que nunca le habia visto serio, tan solo risueno o, brevemente, irritado. Sus ojos, azules como astillas de cielo, se entornaron mas-. Lo mas curioso es que todo eso me recuerda algo.
– ?Que?
Casi me desmaye de alivio al ver que aceptaba mi historia. -Bien, eso es lo raro. No se me ocurre que. Algo relacionado con Master James. Pero ?que era?
27
Barley meditaba en nuestro compartimiento del tren, con la barbilla apoyada en
sus manos de dedos largos, intentando en vano recordar algo acerca de Master James. Por fin me miro, y me quede impresionada por la belleza de su rostro estrecho y sonrosado cuando estaba serio. Sin aquella nerviosa jovialidad, podria haber sido la cara de un angel, o quiza de un monje en un claustro de Northumberland. Estas comparaciones las percibia de manera difusa. Solo florecieron mas tarde.
– Bien -dijo por fin-, tal como yo lo veo, existen dos posibilidades. O estas loca, en cuyo caso he de quedarme contigo y devolverte a casa sana y salva, o no estas loca, en cuyo caso te vas a meter en un monton de lios, y tambien he de quedarme contigo. Se supone que manana debo estar en clase, pero ya pensare en como solucionar eso. -Suspiro y me miro, al tiempo que se reclinaba en su asiento de nuevo-. No se por que, pero creo que Paris no es tu destino final. ?Podrias aclararme que piensas hacer despues?
Si el profesor Bora nos hubiera dado una bofetada en aquel agradable restaurante de Estambul, no nos habria asombrado mas que su «aficion excentrica». No obstante, fue una bofetada beneficiosa. Ahora estabamos completamente despiertos. Mi jet lag habia desaparecido, y con el mi falta de esperanzas de encontrar mas informacion sobre la tumba de Dracula. Habiamos ido al lugar perfecto. Tal vez (el corazon me dio un vuelco, y no solo debido a la renovada esperanza), tal vez la tumba de Dracula se hallaba en la mismisima Turquia.
Nunca se me habia ocurrido antes, pero ahora pense que era logico. Al fin y al cabo, uno de los esbirros de Dracula habia reprendido severamente a Rossi. ?Era posible que los No Muertos vigilaran no solo el archivo, sino tambien la tumba? La arraigada presencia de los vampiros, a la que Turgut se habia referido, ?podia ser un legado de la perenne invasion a la que Dracula habia sometido a la ciudad? Repase lo que ya sabiamos sobre la carrera y leyenda de Vlad el Empapador. Si en su juventud le habian encarcelado aqui, ?no podria haber regresado despues de su muerte al lugar donde le habian instruido desde muy temprana edad en las artes de la tortura? Tal vez sentia nostalgia por el lugar, como la gente que, cuando se jubila, vuelve a vivir a la ciudad donde crecio. Y si habia que dar credito a la novela de Stoker en lo tocante a las costumbres de los vampiros, era posible que el
monstruo se trasladara de un sitio a otro, que escogiera su tumba donde le apeteciera. En la novela habia viajado en su ataud a Inglaterra. ?Por que no habria podido ir a Estambul, viajando de noche, despues de su muerte, al corazon del imperio cuyos ejercitos habia aniquilado? Al fin y al cabo, habria sido una venganza apropiada sobre los otomanos.
Pero aun no podia formular estas preguntas a Turgut. Acababamos de conocernos, y todavia me estaba preguntando si podiamos confiar en el. Parecia sincero, pero su aparicion en nuestra mesa con su «aficion» era demasiado extrana para ser casual. Ahora estaba hablando con Helen, y ella, por fin, estaba hablando con el.
– No, querida madame, la verdad es que no lo se «todo» sobre la historia de Dracula. De hecho, mis conocimientos estan lejos de ser arrebatadores, pero sospecho que tuvo una gran influencia malefica sobre nuestra ciudad y eso me impele a seguir investigando. ?Y ustedes,
amigos mios? -Paseo una mirada penetrante entre Helen y yo-. Parecen muy interesados en el tema. ?Exactamente sobre que versa su tesis, joven?
– El mercantilismo holandes en el siglo diecisiete -dije de manera poco convincente. A mi me sono poco convincente, en cualquier caso, y estaba empezando a preguntarme si siempre habia sido un empeno baldio. Al fin y al cabo, los comerciantes holandeses no vagaban de siglo en siglo atacando a la gente para robarle su alma inmortal.
– Ah. -Pense que Turgut parecia perplejo-. Bien -dijo por fin-, si le interesa tambien la historia de Estambul, puede venir conmigo manana por la manana a ver la coleccion del sultan Mehmet.
Fue un esplendido tirano. Coleccionaba muchas cosas interesantes, ademas de mis documentos favoritos. Ahora he de volver a casa con mi esposa, pues debe de estar preocupada por mi tardanza. -Sonrio, como si ello le pareciera agradable-. Sin duda deseara que vengan a cenar con nosotros manana, al igual que yo. -Medite sobre sus palabras un momento. Las esposas turcas debian ser todavia tan sumisas como en los harenes legendarios. ?O queria decir que su mujer era tan hospitalaria como el? Imagine que Helen resoplaria, pero guardo silencio y nos miro a los dos-. Bien, amigos mios – Turgut se levanto. Tuve la impresion de que sacaba dinero como por arte de magia y lo deslizaba bajo su plato. Despues, brindo por nosotros una ultima vez y vacio los restos de su te-. Adieu, hasta manana.
