– Esta bien -dijo Peter. No habia panico en su voz. Ningun signo visible de temor. Se dirigio a una de las enfermeras-. ?Podria conseguirme un cateter Foley frances de dieciseis con globo de treinta centimetros cubicos?

– Pero… ?Doctor Falco? ?Dijo usted un Foley?

– Si. Un cateter urinario.

– Y necesitaremos una jeringa con diez centimetros cubicos de solucion salina -dijo Catherine-. Colocate alli para comprimir.

Ella y Peter no necesitaban explicarse las cosas; ambos entendian cual era el plan.

El cateter Foley, un tubo designado para insertar en la vejiga y extraer la orina, le fue entregado a Peter. Estaban a punto de darle un uso para el que no habia sido creado.

El miro a Catherine.

– ?Estas lista?

– Hagamoslo.

Su pulso palpitaba mas rapido mientras observaba a Peter tomar la barra de metal. Lo vio tirar suavemente y extraerla de la pared del corazon. Mientras emergia, la sangre exploto desde el sitio perforado. Al instante Catherine encajo la punta del cateter urinario en el agujero.

– ?Infla el globo! -dijo Peter.

La enfermera clavo la jeringa, inyectando los diez centimetros cubicos de solucion salina en la bolsa junto a la punta del Foley.

Peter apreto el cateter, clavando el globo contra el interior de la pared del atrio. El borboton de sangre se detuvo. Apenas se filtraba un hilo.

– ?Signos vitales? -pregunto Catherine.

– La sistolica sigue en cincuenta. La sangre esta aqui. Ya la estamos colgando.

Todavia con el corazon agitado, Catherine miro a Peter y vio que le guinaba un ojo detras de las antiparras protectoras.

– ?No fue divertido? -dijo. Se inclino para tomar las pinzas con la aguja cardiaca-. ?Quieres tener el honor?

– ?Cuanto apuestas?

Le paso la empunadura de la aguja. Ella debia coser los bordes de la perforacion, luego quitar el Foley antes de cerrar el agujero por completo. Con cada puntada que daba, sentia la mirada aprobatoria de Peter. Sintio que su cara enrojecia con el rubor del exito. Ya lo podia sentir en los huesos: este paciente viviria.

– Linda manera de comenzar el dia, ?verdad? -dijo el-. Abriendo pechos a desgarrones.

– Es un cumpleanos que nunca olvidare.

– Mi oferta para esta noche sigue en pie. ?Que me dices?

– Tengo guardia.

– Hare que Ames te cubra. Vamos. Comida y baile.

– Pense que la invitacion era un vuelo en tu avioneta.

– Lo que tu quieras. Diablos, hagamos unos ricos sandwiches. Yo llevo el pan.

– ?Ja! Siempre supe que eras un dilapidador.

– Catherine, hablo en serio.

Al notar el cambio en su voz, ella levanto los ojos y encontro su mirada atenta. De repente advirtio que toda la sala estaba en silencio, y que todos escuchaban, ansiosos por saber si la esquiva doctora Cordell sucumbiria finalmente a los atractivos del doctor Falco.

Dio otra puntada mientras pensaba en lo mucho que le agradaba Peter como colega, lo mucho que lo respetaba y que el la respetaba a ella. No queria que eso cambiara. No queria poner en peligro esa preciosa relacion con un mal paso dado en la intimidad.

Pero, oh, como extranaba los dias en que podia disfrutar de una salida. Cuando una noche era algo que esperaba con ansiedad y no con espanto.

La sala seguia en silencio. A la espera.

Por ultimo lo miro.

– Pasa a buscarme a las ocho.

Catherine se sirvio una copa de merlot y se paro junto a la ventana, sorbiendo el vino mientras miraba la noche. Podia escuchar risas y vio gente que pasaba caminando por la avenida Commonwealth. La popular calle Newbury estaba a tan solo una cuadra de distancia, y un viernes de verano por la noche ese barrio de Back Bay era un iman para los turistas. Catherine habia elegido vivir en Back Bay por esa razon; la aliviaba saber que habia mas gente alrededor, aunque se tratara de extranos. El sonido de la musica y las risas significaban que no estaba sola, que no estaba aislada.

Sin embargo, alli estaba, detras de sus ventanas selladas, tomando una solitaria copa de vino, tratando de convencerse de que estaba lista para unirse al mundo exterior.

«Un mundo que Andrew Capra me robo».

Apreto su mano sobre la ventana, los dedos arqueados contra el vidrio, como si quisiera abrirse camino a traves de esa prision esteril.

Vacio la copa con precipitacion y la dejo sobre el alfeizar.

«No seguire siendo una victima, -penso-. No dejare que gane».

Fue a su dormitorio y reviso la ropa de su armario. Saco un vestido de seda verde del placard y se lo puso. ?Cuanto hacia que no se ponia ese vestido? No podia recordarlo.

Desde el cuarto de al lado le llego el alegre anuncio de la computadora: «Tienes un correo electronico». Ignoro el mensaje y fue al bano para maquillarse. «Camuflaje de guerra», penso mientras se aplicaba rimel y se pasaba el lapiz labial. Una mascara de coraje que la ayudara a enfrentar al mundo. Cada pasada de rimel era una capa mas de confianza. Vio en el espejo a una mujer apenas reconocible. Una mujer que no habia visto en dos anos.

– Bienvenida al mundo -murmuro con una sonrisa.

Apago la luz del bano y volvio al living, adaptando sus pies a la tortura de los tacos altos. Peter estaba retrasado; ya eran las ocho y cuarto. Recordo el anuncio de «Tienes un correo electronico» que habia escuchado desde el dormitorio, y fue hacia la computadora para abrir el icono del correo.

Habia un mensaje remitido por SawyDoc con el siguiente asunto: «Informe de laboratorio». Abrio el mensaje.

Doctora Cordell:

Envio adjuntas fotos de patologia que le interesaran.

No llevaba firma.

Movio la flecha al cuadro de dialogo «bajar archivo», luego vacilo, con el dedo suspendido sobre el mouse. No reconocia al remitente, SawyDoc, y por lo general no descargaba archivos de extranos. Pero este mensaje estaba claramente relacionado con su trabajo, y habia sido enviado a su nombre.

Apreto descargar archivo.

Una fotografia en color se materializo en la pantalla.

Sin respirar, salto del asiento como si esta le quemara, y la silla cayo al piso. Tropezo hacia atras, las manos crispadas tapandose la boca.

Corrio hacia el telefono.

Thomas Moore estaba de pie en la puerta, la mirada fija sobre su cara.

– ?La foto todavia esta en pantalla?

– No la he tocado.

Ella se hizo a un lado y el avanzo con su aire de trabajo, siempre en su papel de policia. Vio enseguida al hombre junto a la computadora.

– Este es el doctor Peter Falco -dijo Catherine-. Mi socio en el trabajo.

– Doctor Falco -dijo Moore mientras ambos hombres se daban la mano.

– Catherine y yo planeabamos salir a comer afuera -dijo Peter-. Me demore en el hospital. Llegue justo antes

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