– Moore.

Se volvio hacia Rizzoli, y capto en el acto la ansiedad de su mirada.

– Acaban de llamar de Crimenes Sexuales -dijo-. Nuestra victima es una dama muy desafortunada.

– ?Que quieres decir?

– Hace dos meses, Nina Peyton fue atacada sexualmente.

La noticia lo aturdio. Penso en las paginas en blanco en la agenda de la victima. Las anotaciones se habian interrumpido hacia ocho semanas. Era alli donde la vida de Nina Peyton habia pegado una brusca frenada.

– ?Hay alguna clase de informe para consultar? -dijo Zucker.

– No solo un informe -dijo Rizzoli-. Se recogieron muestras.

– ?Dos victimas de violacion? -dijo Zucker-. ?Puede ser tan facil?

– ?Crees que es el violador el que vuelve para matarlas?

– Tiene que haber algo mas que una posibilidad azarosa. El diez por ciento de los violadores seriales se comunica con sus victimas. Es la manera que tiene el sujeto de prolongar el tormento. La obsesion.

– La violacion como preludio del asesinato. -Rizzoli lanzo un chasquido de disgusto-. Maravilloso.

Una nueva idea se le ocurrio a Moore.

– Dijiste que hay muestras de la violacion. ?Se hizo un examen vaginal?

– Si. Falta el ADN.

– ?Quien recogio esas muestras? ?Fue a una sala de emergencias? -Estaba casi seguro de que le contestaria: «Hospital Pilgrim».

Pero Rizzoli nego con la cabeza.

– No fue a emergencias. Se dirigio a la Clinica para Mujeres Forrest Hill. Queda al final de la ruta.

Sobre la pared de la sala de espera de la clinica, un poster en colores de los genitales femeninos se desplegaba por encima de las palabras: «Mujer. Fascinante belleza». Aunque Moore estaba de acuerdo en que la mujer era una maravillosa creacion de la naturaleza, se sentia como un sucio voyeur mientras observaba ese diagrama tan explicito. Noto que varias mujeres en la sala de espera lo miraban como las gacelas miran a un depredador en su entorno. El hecho de que lo acompanara Rizzoli no parecia alterar el factor de que se trataba de un varon intruso.

Sintio alivio cuando la recepcionista finalmente dijo:

– Los atendera ahora, detectives. Es la ultima puerta a la derecha.

Rizzoli encabezo la marcha por el pasillo, dejando atras posters como «Los diez indicios de que tu companero es abusivo» o «?Como se si es violacion?». Con cada paso sentia que una mancha de culpabilidad masculina se le adheria como grasa a la ropa. Rizzoli no sentia nada de eso; estaba en un terreno familiar. El territorio de las mujeres. Golpeo una puerta con el cartel: «Sarah Daly, enfermera practicante».

– Adelante.

La mujer que se puso de pie para saludarlos era joven y de aspecto moderno. Bajo su uniforme blanco llevaba unos pantalones y una camiseta negra, y su corte varonil ponia de relieve sus ojos de muchacho y los elegantes pomulos. Pero lo que Moore no pudo dejar de mirar fue el pequeno arito de oro en su narina izquierda. Durante casi toda la entrevista sintio que le hablaba a ese aro.

– Revise su planilla medica despues de que me llamaron -dijo Sarah-. Se que se lleno un formulario policial.

– Lo leimos -dijo Rizzoli.

– ?Y por que razon han venido aqui?

– Nina Peyton fue atacada anoche, en su domicilio. Ahora esta en condiciones criticas.

La primera reaccion de la mujer fue de consternacion. Luego fue de ira. Moore lo noto por la forma en que elevo la barbilla y se le encendieron los ojos.

– ?Fue el?

– ?El?

– ?El hombre que la violo?

– Es una posibilidad que estamos considerando -dijo Rizzoli-. Por desgracia, la victima esta en coma y no puede hablarnos.

– No la llame victima. Tiene un nombre.

La barbilla de Rizzoli se puso a la par de la suya, y Moore supo que se habia ofendido. No era la mejor forma de comenzar una entrevista.

– Senorita Daly -dijo-, este fue un crimen increiblemente brutal, y necesitamos…

– Nada es increible -retruco Sarah-. No cuando hablamos de lo que los hombres hacen a las mujeres-. Tomo una carpeta de su escritorio y se la alcanzo. -Su informe medico. A la manana siguiente de la violacion vino a esta clinica. Yo fui quien la atendio ese dia.

– ?Fue tambien usted la que le hizo el examen?

– Hice todo. La entrevista, el examen pelvico. Realice el analisis vaginal y confirme que habia esperma bajo el microscopio. Peine el vello pubico, recogi muestras de unas para el analisis de violacion. Le di la pildora del dia despues.

– ?No acudio a emergencias para mas examenes?

– Cualquier victima de violacion que atraviesa estas puertas es sometida aqui a todos los examenes por una sola persona. Lo ultimo que necesita es un desfile de caras distintas. De modo que extraigo sangre y la envio al laboratorio. Hago las llamadas necesarias a la policia si la victima asi lo desea.

Moore abrio la carpeta y vio la hoja de datos de la paciente. La fecha de nacimiento de Nina Peyton, su direccion, numero de telefono y empleador figuraban alli. Paso a la pagina siguiente, escrita con una letra apretada y pequena. La fecha de la primera entrada era del diecisiete de mayo.

Queja principal: ataque sexual.

Historia de la enfermedad actual: mujer blanca de veintinueve anos, cree que fue sexualmente atacada. La noche anterior tomaba tragos en el Gramercy Pub, se sintio mareada y recuerda haber caminado hasta el bano. No tiene registro de lo que sucedio mas tarde…

– Desperto en su casa, sobre su propia cama -dijo Sarah-. No recordaba como llego alli. No recordaba haberse desnudado. Por cierto no recordaba haber rasgado su blusa. Pero alli estaba, desnuda. Sintio algo tirante en la piel de los muslos que considero semen seco. Tenia un ojo hinchado, y moretones en ambas munecas. Pronto imagino lo que habia sucedido. Y tuvo la misma reaccion que otras victimas de violacion. Penso: «Es culpa mia. No deberia haber sido tan descuidada». Pero es asi como funciona con las mujeres. -Miro a Moore a los ojos-. Nos culpamos por todo, incluso cuando es el hombre el que nos viola.

Ante tamana furia, no habia nada que pudiera agregar. Miro la carpeta y leyo el examen fisico.

La paciente esta desarreglada, abstraida, y habla en un tono monocorde. No vino acompanada, y camino hasta la clinica desde su casa…

– Seguia hablando de las llaves de su auto -dijo Sarah-. Fue golpeada, un ojo estaba cerrado por la hinchazon, y en lo unico que podia concentrarse era en que habia perdido las llaves del auto y que necesitaba encontrarlas porque no podria ir a su trabajo. Me tomo algo de tiempo sacarla de ese pensamiento encinar y hacer que me hablara. Se trataba de una mujer a la que nunca le habia sucedido nada malo. Era educada, independiente. Una representante de ventas para Suministros Cientificos Lawrence. Trata con gente todos los dias. Y aqui estaba, practicamente paralizada. Obsesionada con las estupidas llaves de su auto. Finalmente abrio la cartera y las busco en todos los bolsillos, y las llaves estaban ahi. Solo entonces pudo prestarme atencion, y contarme lo que le habia sucedido.

– ?Y que le dijo?

– Llego al Gramercy Pub cerca de las nueve para encontrarse con una amiga. La amiga nunca aparecio, de modo que Nina dio vueltas por un rato. Se pidio un Martini, hablo con un par de tipos. Miren, he estado alli, y todas las noches esta lleno de gente. Una mujer se sentiria segura. -Luego agrego con un tono amargo-: Como si hubiera algun lugar seguro.

– ?Recordaba al hombre que la llevo a su casa? -pregunto Rizzoli-. Eso es lo que necesitamos saber.

Sarah la miro.

– ?Solo se trata del criminal, verdad? Eso era todo lo que los dos policias de Crimenes Sexuales querian escuchar. Los criminales acaparan toda la atencion.

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