Moore pudo sentir como subia la temperatura del cuarto con la furia de Rizzoli. Se apresuro a comentar:
– Los detectives dicen que fue incapaz de proporcionar una descripcion.
– Yo estaba en el cuarto cuando la interrogaron. Me pidio que me quedara, asi que escuche la historia completa dos veces. Ellos insistian en que les hablara de su aspecto, y ella no pudo decirles nada. Honestamente no podia recordar nada sobre el.
Moore paso a la pagina siguiente de la carpeta.
– Usted la vio por segunda vez en julio. Hace solo una semana.
– Volvio para hacerse otro analisis de sangre. Al VIH le lleva seis semanas tras la exposicion para dar positivo. Esa es la atrocidad final. Primero ser violada, y luego enterarte de que tu atacante te contagio una enfermedad fatal. Son seis semanas de agonia para estas mujeres, a la espera de saber si tienen o no sida. Preguntandose si el enemigo esta dentro de ellas, multiplicandose en su sangre. Cuando vienen para este examen de control, tengo que darles una charla para animarlas. Y jurarles que las llamare en cuanto tenga los resultados.
– ?No analiza los examenes aqui?
– No. Van todos al laboratorio Interpath.
Moore paso a la ultima pagina de la carpeta y vio la hoja de los resultados. «Analisis VIH: negativo. VDRL (sifilis): negativo».
La hoja era muy fina, seguramente el duplicado al carbon del formulario original. Las noticias mas importantes de nuestras vidas suelen llegar en este tipo de papeles endebles. Telegramas. Notas de examen. Analisis de sangre.
Cerro la carpeta y la deposito sobre el escritorio.
– Cuando vio a Nina por segunda vez, el dia que vino para el examen de control, ?como la encontro?
– ?Quiere decir si todavia se encontraba traumada?
– No dudo de que lo estuviese.
Su respuesta razonable parecio perforar la burbuja henchida de rabia de Sarah. Se reclino en el asiento como si, eliminada la furia, hubiera perdido algun combustible vital. Por un momento sopeso la pregunta.
– Cuando volvi a ver a Nina esa segunda vez, era como un muerto en vida.
– ?Como?
– Se sento en esa silla donde esta la detective Rizzoli, y senti que casi podia ver dentro de ella. Como si fuera transparente. No habia vuelto al trabajo desde la violacion. Creo que le resultaba dificil enfrentar a la gente, en particular a los hombres. Estaba paralizada por todas estas extranas fobias. Temerosa de tomar agua de la canilla, o cualquier cosa que no estuviera envasada. Tenia que ser todo de una lata o una botella sin abrir, algo que no pudiera estar envenenado o con drogas. Temia que los hombres la miraran y advirtieran que habia sido violada. Estaba convencida de que el violador habia dejado esperma sobre sus sabanas y su ropa, y pasaba horas del dia lavando una y otra vez todas sus cosas. Fuera quien fuese Nina Peyton, esa mujer habia muerto. Lo que vi en su lugar fue un fantasma. -La voz de Sarah se extinguio y se quedo rigida en su asiento, observando a Rizzoli, mirando en realidad a otra mujer en esa silla. Una sucesion de mujeres, distintas caras, distintos fantasmas, un desfile de victimas.
– ?Le comento algo acerca de persecuciones? ?Que el atacante hubiera reaparecido en su vida?
– Un violador nunca desaparece de tu vida. Mientras estes viva, siempre seras de su propiedad. -Sarah hizo una pausa-. Tal vez el volvio para reclamar lo suyo.
Nueve
No eran virgenes lo que sacrificaban los vikingos, sino prostitutas.
En el ano 922 de nuestro Senor, el diplomatico arabe Ibn Fadlan presencio uno de esos sacrificios entre las personas que el denominaba los Rus. Los describe altos y rubios, hombres de fisico perfecto que viajaban desde Suecia, bajando por los rios rusos, hasta los mercados meridionales de Razaria y el Califato, donde intercambiaban ambar y pieles por seda y plata de Bizancio.
Fue en esa ruta comercial, en un lugar llamado Bulgar, en la brecha del Volga, que un vikingo muerto de gran importancia se preparaba para su trayecto final al Valhalla.
Ibn Fadlan presencio el funeral.
La nave del hombre muerto fue arrastrada a la costa y ubicada sobre pilotes de madera de abedul. Se levanto un pabellon sobre la cubierta, y dentro de este pabellon habia un divan cubierto de brocado griego. El cadaver, enterrado diez dias atras, fue entonces exhumado.
Para sorpresa de Ibn Fadlan, la carne ennegrecida no tenia olor.
El cuerpo recien desenterrado fue luego adornado con finas telas: pantalones y medias, botas y una tunica, y un caftan de brocado con botones de oro. Lo depositaron sobre el colchon dentro del pabellon, y lo elevaron mediante almohadones hasta dejarlo sentado. A su alrededor colocaron pan y carne y cebollas, bebidas intoxicantes y plantas de perfume agradable. Sacrificaron a un perro y dos caballos, un gallo y luego una gallina, y todo esto tambien lo colocaron dentro del pabellon, para servir a sus necesidades en el Valhalla.
Por ultimo, trajeron a una esclava.
Durante los diez dias que el hombre habia yacido en la tierra, la muchacha habia sido entregada a la prostitucion. Mareada por el alcohol, se la habia llevado de tienda en tienda para servir a todos los hombres del campamento. Permanecia con las piernas abiertas bajo una sucesion de hombres transpirados, hostiles, su bien formado cuerpo un recipiente comunal en el que todas las simientes de los hombres de la tribu habian sido derramadas. De este modo habia sido mancillada, su carne corrompida, su cuerpo preparado para el sacrificio.
En el decimo dia fue conducida a la nave, acompanada por una vieja a la que llamaban el Angel de la Muerte. La muchacha se quito los brazaletes y los anillos de los dedos. Bebio hasta el hartazgo para intoxicarse. Luego fue introducida en el pabellon, donde el muerto estaba sentado.
Alli, sobre el colchon cubierto de brocado, fue nuevamente profanada. Seis veces por seis hombres, su cuerpo paso entre ellos como carne compartida. Y cuando terminaron, cuando los hombres estuvieron saciados, la muchacha fue extendida junto al cuerpo de su amo muerto. Dos hombres sostuvieron sus pies, otros dos las manos, y el Angel de la Muerte rodeo el cuello de la muchacha con una cuerda. Mientras los hombres estiraban la cuerda, el Angel elevaba su daga de hoja ancha y la hundia en el pecho de la joven.
Una y otra vez bajo la hoja, salpicando sangre tal como un hombre hostil arroja simiente, con la daga imitando la embriaguez inicial, el metal agudo perforando la carne tierna.
Un brutal arado de la carne que transmitia, con su estocada final, el extasis de la muerte.
– Hubo que hacerle transfusiones masivas de sangre y plasma fresco -dijo Catherine-. Su presion se estabilizo, pero sigue inconsciente y con respirador. Tendra que tener paciencia, detective. Y rezar para que despierte.
Catherine y el detective Darren Crowe hablaban fuera del cubiculo de la unidad de terapia intensiva quirurgica donde se hallaba Nina Peyton, y observaban tres lineas que cruzaban el monitor cardiaco. Crowe habia estado esperando frente a la puerta del quirofano cuando sacaron a la paciente en camilla, y habia permanecido a su lado en el cuarto de recuperacion; lo mismo hizo mas tarde cuando la transfirieron a terapia intensiva. Su papel consistia en algo mas que protegerla; estaba ansioso por tomarle una declaracion a la paciente, y desde las ultimas horas se habia convertido en un estorbo preguntando a cada momento sobre los avances de Nina y rondando fuera del cubiculo.
Ahora, una vez mas, repetia la pregunta que habia estado haciendo toda la manana:
– ?Va a vivir?
– Todo lo que puedo decirle es que sus signos vitales son estables.
– ?Cuando podre hablar con ella?
Catherine largo un suspiro de irritacion.
– Usted parece no entender el estado critico de esta mujer. Cuando ingreso aqui ya habia perdido mas de la