no picaban al cabo de veinte minutos. A veces, su padre pescaba con el durante un par de horas, y eso le agradaba.

Pero ahora su padre estaba demasiado ocupado para acompanarlo en sus excursiones al lago.

A veces tardaba todo un dia en pescar una trucha o un robalo de tamano decente. A veces no pescaba nada, pero no le importaba. Porque lo que mas le hacia disfrutar era sencillamente lanzar la linea, la espera y la libertad, no la captura en si.

Sean y Timmy no lo entendian.

Tampoco lo entendia su padre, aunque lo intentara.

Ryan observaba a las personas moviendose alla abajo. Eran tan pequenas que parecian hormigas. Cerro un ojo y alzo dos dedos. Asi de grandes, menos de un centimetro.

Ni siquiera sabian que el estaba alli.

Ryan tenia curiosidad de ver que encontraban. Por algun motivo, creia que si encontraban al tipo que mato a esa mujer, el dormiria mas tranquilo. La chica parecia un ciervo, con los ojos abiertos y mirando sin enfocar.

A Ryan no le gustaba eso. Las personas eran personas y los animales eran animales, pero alguien habia tratado a esa chica como si fuera un animal. Eso no estaba bien.

Cuando la mayoria de los hombres de la partida comenzaron a subir por el camino del aserradero, el se incorporo y se limpio la tierra de los vaqueros desgastados. Ya era hora de volver. Habia dejado a Ranger en el establo y aun tardaria una hora en llegar a casa. Y no queria que su madre se preocupara. Ella no solia hacerle muchas preguntas, pero sabia cuando mentia.

En realidad, Ryan nunca mentia. Pero, a veces, no queria decir la verdad. Evitar las conversaciones era la mejor manera de no tener problemas con su madre.

Siguio por el pequeno arroyo que en primavera bajaba por la ladera, hacia el camino mas ancho que conducia a los limites de la propiedad. Ryan vio huellas de caballo y fruncio el ceno. Parecian frescas, pero no habia visto a ninguno de los hombres llegar tan arriba. Quien quiera que fuese, tendria que echarle un vistazo a las herraduras de su caballo. La pata derecha trasera habia perdido un par de clavos y seguro que la tierra y las piedras se meterian por debajo de la herradura hasta alojarse en la pezuna del animal.

Perdido en sus pensamientos, casi no lo vio.

De pronto, el sol se reflejo en un objeto tirado en el camino y Ryan se detuvo y se agacho para mirarlo.

Al principio, penso que eran los ojos de una serpiente que lo miraba, a punto de asestar un golpe, y retrocedio de un salto. Pero enseguida recupero el equilibrio y miro el objeto mas detenidamente.

Desde luego, no era una serpiente. Los dos ojos eran dos pequenas gemas oscuras. Verde oscuro, como el color de los pinos al atardecer. Las dos piedras estaban engastadas en una rustica hebilla de plata cincelada que parecia un ave. Parecida a un aguila. Y las piedras eran los ojos.

Se agacho y lo recogio. Se sorprendio al ver que tenia un trozo de cuero todavia adherido a la hebilla. Al mirarla de cerca, vio que estaba desgastada y probablemente se habria roto cuando el dueno, un cazador, o un excursionista, se detuvo alla en la cumbre a orinar.

Ryan vacilo mientras miraba la hebilla. ?Deberia llevarsela al agente del FBI? Quiza fuera importante para la investigacion. El corazon le latia con fuerza. Los Intocables, era una de sus peliculas preferidas, y nunca se perdia un programa llamado Quien Sabe Donde, que trataba de la busqueda de personas desaparecidas.

Ahora su emocion se convirtio en inquietud. Su padre le habia insistido que no molestara al sheriff. Y el le habia mentido a su madre acerca del lugar adonde iba. Ella perderia la paciencia. No le gritaria ni le pegaria, pero tendria esa mirada que daba mas miedo que cualquier castigo.

Tirito de frio y se abrigo con la cazadora, aunque a esas horas comenzaba a hacer un calor agradable. Se metio la hebilla en el bolsillo y siguio por el estrecho sendero rumbo a casa. Si volvia a ver al sheriff Thomas, le mostraria la hebilla.

Lo mas probable es que no tuviera importancia. Solo un tipo que se habia parado a orinar en el bosque.

Capitulo 10

Miranda sentia la tension en todos los musculos mientras caminaba detras de Quinn, Nick y los demas por el sendero hasta el claro que habian descubierto el dia anterior.

Nick llamo a Pete Knudson, un agente forestal con quien habia trabajado a menudo en otras busquedas. Si encontraban una bala alojada en el tronco de un arbol, cortaba un trozo o talaba todo el arbol con el fin de guardar la bala como prueba.

Tanta tension le provocaba un dolor de cabeza que le abotargaba el cerebro. Intento combatirlo tomando tres aspirinas con un trago de su cantimplora. Era facil achacar el dolor de cabeza a la falta de sueno, a su escaso apetito o a la tension que significaba un secuestro mas del Carnicero. Sin embargo, ella tenia a Quinn por responsable de la mayor parte de su malestar. Su presencia la desconcertaba de manera inesperada.

Durante anos se habia enganado a si misma diciendose que la traicion de Quinn en la Academia no importaba. Llego a la conclusion de que, aunque en ese momento se sentia herida, volveria a Bozeman y llevaria una vida apacible. Despues de cuatro anos en la Unidad de Busqueda y Rescate, acepto el puesto de coordinadora cuando su jefe, Manny Rodriguez, obtuvo un empleo en Colorado. Contaba con un equipo de dos miembros contratados por la unidad y mas de una veintena de voluntarios, hombres que confiaban en ella.

– ?Miranda? -dijo Nick, que caminaba a su lado. En su rostro atractivo y curtido, asomo una expresion de preocupacion.

– Estoy bien -dijo ella, antes de que el le preguntara.

– Si -dijo Nick, y lanzo una mirada a Quinn, que iba a la cabeza del grupo.

– ?Que ha pasado en la autopsia? -Intento que la pregunta sonara profesional, pero no pudo evitar que le temblara la voz.

– Me he ido antes de que el doctor Abrams acabara, pero ha sido lo mismo de siempre.

– Eso lo sabiamos.

– Siento no haberte contado lo de Quinn -dijo Nick. Hablo en voz baja para que nadie mas pudiera oirlo.

– Siento haberte gritado ayer. No te lo merecias despues de ver a Rebecca en ese estado.

Nick todavia intentaba protegerla del recuerdo de sus siete dias en el infierno. No entendia que, aunque ella no pudiera escapar al pasado, el hecho de ayudar en la busqueda de esas chicas le diera cierto sosiego. Miranda hacia todo lo posible por encontrar al Carnicero. Y, algun dia, llegaria el momento de pararle los pies.

Ella queria estar presente cuando llegara aquel dia de su captura. Tenia que estar, como si ayudar a atraparlo la fuera a liberar de sus fantasmas y pesadillas.

Nick dejo escapar un largo suspiro.

– ?Pactamos una tregua?

– Nunca me dura demasiado el enfado contigo -dijo ella, y le sonrio. Queria a Nick, pero no como a el le habria gustado.

Lo habia intentado. Durante tres anos habia querido darle su corazon. Queria de verdad amarlo. Pero cuanto mas lo intentaba, mas dificil era. Con su ex amante tenian una relacion libre de amistad, lealtad y apoyo mutuo. Sin embargo, Miranda todavia tenia el corazon roto, y Nick no podia recomponer las piezas.

Miranda miro al unico hombre que si podia.

Quinn se sintio observado. Se detuvo en los limites del claro para orientarse, miro hacia atras y se encontro con la mirada de ella. Durante una fraccion de segundo, creyo ver algo diferente de la rabia en su rostro largo y delgado. Por un momento, vio un destello de deseo en sus ojos oscuros, una necesidad fisica y una anoranza emocional que el recordaba bien del pasado. Si le hubiera caido un rayo encima no lo habria sacudido con mas fuerza. Hizo una mueca y parpadeo.

Aquello que habia creido ver ya no estaba. Miranda tenia la boca cerrada, los labios convertidos en una linea rigida, el rostro impasible y la mirada dura, llena de sospechas y desconfianza.

Quinn se volvio hacia los hombres, se deshizo de la mochila y se quito la chaqueta. Tomo un trago largo de

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