agua fria de la cantimplora para combatir el calor que la embargaba con solo pensar que Miranda todavia albergara algun sentimiento por el.

La temperatura habia alcanzado apenas los siete grados por la manana, pero el sol ahora tendia un manto calido sobre aquel campo de arboles nuevos. En circunstancias normales, el tramo que acababan de cubrir seria un paseo estimulante y agradable.

Los agentes de Nick lo miraban con una mezcla de arrogancia y cautela. Obedecer ordenes de un federal era algo que no figuraba en sus manuales, pero el no dejaria que la hostilidad entre los diferentes cuerpos interfiriera con la investigacion.

Se aclaro la garganta.

– Vereis los banderines naranjas donde la senorita Moore y yo encontramos las pruebas ayer. Quisiera encontrar la bala que fue disparada, si es posible. -Se volvio para mirar al agente Booker-. El sheriff Thomas dice que usted es el que mejor dispara de todo el departamento.

El agente se enderezo aun mas.

– Gane la competicion del condado, senor, pero…

– Booker -lo interrumpio Nick-, quiero que vayas hasta ese banderin de alla. -Senalo un punto a unos sesenta metros-, y te situes como si estuvieras disparando un rifle de grueso calibre a un blanco en movimiento del tamano de una mujer de un metro sesenta que va por ese sendero -dijo, y le indico otro banderin a unos siete metros.

Booker trago saliva, se ajusto la gorra y miro a Miranda como si estuviera nervioso.

– Eh, si, sheriff -dijo.

– Luego le cuentas al agente forestal Knudson la trayectoria y encuentras las malditas balas. -Nick se volvio hacia el resto de sus hombres -. Separaos. Ya sabeis que buscamos. Y si encontrais cualquier cosa, llamad al agente Peterson o a mi. Nada de charlar por walkie-talkie; teneis que ser minuciosos. La lluvia ha echado a perder nuestras posibilidades de conservar las pruebas, pero puede que tengamos suerte.

Dios sabe cuanta suerte necesitamos ahora, penso Quinn, mirando el cielo despejado.

Se dirigio hacia donde esperaban Miranda y Nick, al comienzo del sendero.

– … la barraca -decia Miranda cuando se acerco.

– ?Que?

Ella casi ni le presto atencion.

– Ire en esa direccion para encontrar la barraca -dijo, senalando montana abajo, mas alla de los banderines donde el agente Booker se preparaba con el guardia forestal.

– No sin mi -dijo Quinn. ?En que estaria pensando Miranda?

– Nick y yo nos las podemos arreglar sin problemas.

– Yo me quedare aqui -aviso Nick-. Tengo que estar accesible.

Quinn vio que Miranda se debatia ante la perspectiva de ir de pareja con el nuevamente. Y a el le importaba un comino. Miranda no se alejaria sola. Y si tenia razon al pensar que la cabana estaba situada cerca del claro, el tenia que acompanarla. Por seguridad y para recoger pruebas.

– De acuerdo -dijo ella, con voz seca, como cansada. Era probable que no hubiera dormido demasiado anoche, como le venia sucediendo desde la desaparicion de Rebecca.

El, desde luego, apenas habia dormido en toda la maldita noche, pensando en lo que Miranda habia hecho durante los ultimos diez anos. En como habia cambiado su vida, y como no habia cambiado. Preguntandose si habia hecho lo correcto en la Academia. No, era lo correcto, pero todo le habia salido mal.

Por aquel entonces no supo como remediarlo, y ahora la brecha entre ambos parecia mucho mas profunda. Quiso darle a Miranda tiempo y espacio mientras intentaba ponerse en contacto con ella, hablar con ella y explicarse. Confiaba en que Miranda acabaria entendiendo que en aquel momento dejar la Academia era la decision correcta. Pero ella nunca respondio a sus llamadas y le devolvio sin abrir la unica carta que el le mando con un Devolver al remitente.

Aquello dolia.

No hizo caso de los recuerdos y volvio a sacar su cantimplora. Bebio un trago largo y dijo:

– Vamos.

Caminaron en silencio, mirando el suelo en busca de pruebas. Cada ciertos pasos verificaban que fueran por el buen camino, gracias a alguna rama rota o a huellas muy marcadas. En un punto, vieron que Rebecca se habia caido, no habia duda. La prueba era un largo mechon de pelo rubio prendido de una rama, arrancado de cuajo de la cabellera. Quinn coloco un banderin naranja sin decir nada, la fotografio. Corto la rama y la metio en una bolsa de pruebas con el mechon de pelo.

Cuando acabo, se dio cuenta de que Miranda se habia detenido y lo estaba mirando. No, no lo miraba a el sino a algo que estaba mas alla. Como si viera algo que no estaba ahi.

El corazon se le acelero. Le dolia ver que Miranda se ponia en situaciones que la obligaban a revivir lo que le habia sucedido. Su angustia era visible. Recordo el momento en que encontro el cuerpo de Sharon, su dolor, su evidente desazon. Miranda era fuerte pero no indestructible.

Le dieron ganas de acercarse a ella y tocarla, estrecharla.

– Miranda -dijo, con voz suave-. ?Te encuentras bien?

Ella volvio rapidamente su atencion a el.

– Estoy pensando -dijo-. Cayo aqui. ?Por que? No hay ramas que la hicieran tropezar. Esta en el claro. Y el le disparo.

– No se sabe… -dijo el, y se detuvo. Podria ser. Siguio la direccion de su mirada mientras ella caminaba dibujando un lento circulo-. Quiza -dijo-, pero donde esta la prueba.

– Aqui cambio de direccion -murmuro, como si estuviera hablando sola.

– ?Que?

– No habria seguido en linea recta despues de que le disparara. Habria cambiado de direccion, se habria girado, habria hecho algo diferente para que el no pudiera seguirle la pista. -Miranda empezo a caminar dibujando un arco, hacia atras y hacia adelante, hasta detenerse, a unos quince metros monte abajo, en un angulo de cuarenta grados en relacion con el sendero por donde avanzaban.

– ?Aqui! -dijo, con la voz tenida por la emocion.

Quinn se reunio con ella mas abajo. Habia otros dos casquillos. Quinn planto un banderin.

– Tenemos que bajar -dijo ella, senalando hacia una pendiente muy acusada.

– Es muy empinado.

– Si, pero vinieron por aqui.

Tenia razon. Habia un arbol pequeno pisado y roto en la direccion que senalaba Miranda. El limite del claro acababa bruscamente unos quince metros mas alla. Quinn detuvo a Miranda cuando llegaron al perimetro.

Doce anos antes habian caminado juntos por una pendiente similar para llegar a la cabana donde Miranda y Sharon habian estado encerradas. Quinn nunca olvidaria el valor de Miranda aquel dia.

– ?Estas preparada para lo que podamos encontrar? -pregunto con voz queda.

– Desde luego que si -dijo ella. Pero cuando Quinn la miro no era rabia lo que brillaba en sus ojos oscuros sino los recuerdos.

?Tambien ella pensaba en ese dia?

El estiro la mano, queriendo conectar con ella, pero Miranda lo rechazo con un movimiento casi imperceptible de la cabeza. El dejo caer el brazo, molesto consigo mismo por haberlo intentado, pero deseando que Miranda no insistiera en llevar sola sobre sus hombros todo el peso del dolor de Rebecca.

Caminaron siguiendo el limite del claro y se detuvieron al cabo de un momento. A Quinn le llamo la atencion algo que parecia fuera de lugar.

– Aqui -dijo, y se agacho para examinar las huellas de pisadas en el suelo.

– Vamos.

Quinn desenfundo su pistola y asintio cuando ella lo imito con una Beretta de nueve milimetros un poco mas pequena. Nunca olvidaria que Miranda habia obtenido el tercer puesto en la competicion de la Academia. Era un buen resultado si se tenia en cuenta que habian participado cien personas mas.

Pero ella se habia enfadado consigo misma por no obtener el primer puesto. La competencia en la Academia era cosa seria, pero nadie la sometia a tanta presion como ella misma.

Вы читаете La Caza
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату