respirar, desplazandose hasta su lengua, haciendole sentir el sabor cobrizo del terror, antes de que sus pulmones y su corazon se llenaran de penosos recuerdos.
El sexo. El sexo brutal y doloroso.
Miranda miro a su alrededor, segura de haber oido a Sharon que le hablaba.
No era Sharon, sino su fantasma.
La habitacion sin ventanas se encogio. Era como si las paredes latieran, como si respiraran. Como si reptaran hacia ella, cada vez mas cerca… y el miedo si olia. El aroma empalagoso de su propio terror, su mortalidad, tiraban de ella hacia abajo, la estrangulaban.
Rebecca estuvo sola. Sin alguien que la apoyara. Nadie con quien hablar, con quien llorar, a quien hacer promesas. Sola. Sin saber cuando volveria el, cuando la volveria a montar. Cuando cogeria las tenazas frias como el hielo para apretarle los pezones hasta que ella gritara.
Los gritos de Sharon le resonaban en los oidos, le golpeaban como un martilleo en la cabeza.
Ella seria la siguiente.
Las paredes respiraban y se combaban. Se acercaban, poco a poco, cada vez mas…
Las paredes se le echaron encima, como si quisieran chuparle la vida. Miranda se llevo la mano a la boca y salio corriendo de la choza, tropezo entre las ramas, hasta que encontro un arbol. Se apoyo en el tronco, intentando reprimir el terror que amenazaba con volverla loca.
No. No. ?No!
Respirar hondo. Respirar para limpiarse. Los olores del sudor, de la violacion infame y de la sangre se fueron desvaneciendo, reemplazados por la fragancia fresca de los pinos, la tierra humeda y las hojas podridas. La savia pegajosa.
Inspirar. Espirar.
El corazon se le calmo y los latidos en el cuello perdieron su frenetica pulsacion. Abrio los ojos y se quedo mirando el arbol en que se habia apoyado.
Se separo del arbol, se seco las manos en los vaqueros e hizo acopio de coraje, recuperando la compostura.
Se incorporo y volvio a la choza, dispuesta a intentarlo una vez mas. Lucharia contra la claustrofobia que se habia convertido en su remora desde aquella semana en el infierno, hacia doce anos.
Quinn se la quedo mirando y ella aguanto la respiracion.
Capitulo 11
Quinn observaba a Miranda desde el umbral de la puerta.
Se estaba viniendo abajo, palida como un fantasma, y era evidente que estaba tocada. Si la prensa se enteraba de que uno de los miembros del equipo no las tenia todas consigo, toda la investigacion podria venirse abajo.
Miranda se aferraba al arbol como si fuera un salvavidas. El dio un paso adelante, pensando en lo que tenia que decir.
Mientras el observaba, ella empezo a recuperar la compostura. Miranda dejo de temblar y se aparto del arbol. Acabaron los sollozos mudos que la sacudian. Se inclino, respiro hondo y volvio a erguirse.
Y lo miro directamente a los ojos.
Miedo. Se le veia el miedo pintado en la cara, pero no era el terror del que habia escapado en la choza. Era miedo de el.
En su interior se debatian la furia y la empatia. Que tuviera miedo de
En cuanto el entendio sus miedos, ella los disimulo tras un rostro de piedra.
A Quinn le sorprendio la rapidez con que Miranda volvia tan rapidamente a ser duena de si misma. Habia visto a veteranos impresionados ante la escena de un crimen especialmente brutal, que tardaban mas de cinco minutos en recomponerse. Otros tardaban varios dias.
Sin embargo, tambien era cierto que Miranda habia tenido doce anos para ocultar sus miedos.
– ?Claustrofobia? -se oyo decir.
Ella asintio, visiblemente mas relajada. Inclino a un lado la cabeza y se encogio de hombros.
– A veces todavia me sucede. No hay ventanas -anadio, al cabo de un instante, en voz tan baja que casi no se oyo.
Aunque parecia tranquila, seguia mirando con ojos vigilantes. Esperando mas. Esperando que el le saltara a la garganta. ?Tanto desconfiaba de el? ?Que hiciera algo asi mientras ella estuviera indefensa?
– Miranda -dijo el, y se acerco. ?Que podia decir para darle seguridad?- Yo…
El ruido de hombres que bajaban por la ladera del monte lo interrumpio. Vieron a Nick que se acercaba a la barraca con cinco agentes.
– Hemos encontrado tres balas en dos arboles -dijo Nick, mirando de Quinn a Miranda y de nuevo a Quinn. Si se habia dado cuenta de la tension, su expresion no lo delataba.
– El agente forestal esta trabajando con mis hombres para cortar los trozos de troncos; los mandaremos al laboratorio en Helena. -Nick se volvio hacia sus hombres-. Dispersaos por el monte hacia abajo a partir de la barraca y tratad de averiguar como la trajo hasta aqui. Atentos a donde pisais, hay que vigilar por si veis cualquier cosa rara. Huellas de ruedas, basura…
– Si, senor. -Los hombres se separaron.
– Necesitamos un equipo para buscar pruebas -dijo Quinn.
– Asi que es aqui -dijo Nick, frunciendo el ceno al mirar hacia la barraca, como si una nube negra pasara por su pensamiento.
– Sin duda, tendremos que coger muestras de sangre y otras. -En las otras barracas encontradas, habia recogido algunas pruebas forenses, aunque las muestras de ADN estaban contaminadas por la exposicion al aire libre. El asesino no dejaba rastro de semen en las victimas, ni pelo ni sangre. Utilizaba un condon, aunque no siempre las violaba penetrandolas con el pene.
Quinn miro a su companera y tuvo ganas de estrangular al cabron que le habia hecho eso. Era un impulso diferente a sus habituales reacciones de ira ante los criminales violentos. Era mas fuerte y poderoso.
Era personal.
Ella lo sorprendio mirandola y le sostuvo la mirada. Su rostro palido era inexpresivo, pero sus ojos estaban