averiaba los coches de sus victimas vertiendo melaza en el tanque de gasolina cuando ellas se paraban a comer, a repostar gasolina o para ir al lavabo. El las seguia hasta que se les detenia el coche y entonces probablemente se ofrecia a repararlo o a llevarlas en el suyo.
Quinn sospechaba que el secuestrador tendria un aspecto inofensivo, y que las victimas lo conocian o bien las pillaba desprevenidas cuando bajaban del coche para pedir ayuda.
Aunque Miranda fuera su unico testigo, Quinn no creia que su caso fuera similar a los demas secuestros. En realidad, sospechaba que el Carnicero pensaba que Sharon estaba sola o no creia que Miranda volveria tan rapido despues de conseguir ayuda.
Una vez que Miranda llevo a los investigadores hasta la barraca, le conto a Quinn lo que habia sucedido esa noche.
A el todavia se le ponian los pelos de punta con solo pensarlo.
– Sharon y yo fuimos a Missoula de compras. A pasar el dia. Decidimos ir a ver una pelicula.
Miranda hizo una pausa y su padre le alcanzo un vaso de agua. Ella bebio con una canita.
– Papa, ?te importaria traerme un refresco? Me encantaria tomar una coca.
– Claro que si. -Bill Moore le acaricio la mejilla y salio de la habitacion.
Cuando cerro la puerta, Miranda miro a Quinn.
– Ha sufrido tanto con todo esto que no queria que escuchara lo que voy a contarte.
Quinn disimulo su sorpresa, pero Miranda no dejaba de impresionarlo. Despues de lo que habia vivido, el hecho de pensar en los sentimientos de su padre demostraba la solidez de su caracter tanto, o incluso mas que su voluntad de sobrevivir.
Estaba en la cama del hospital, y su pelo negro lacio pero limpio contrastaba con el blanco de las sabanas. Su rostro palido estaba lle no de moretones, tenia una venda en la cabeza, y los ojos hinchados y enrojecidos. Por todo el cuerpo tenia cortes, grandes y pequenos curados y vendados.
Supo por los informes del medico que la habian violado repetidas veces. Que habia necesitado docenas de puntos de sutura en las piernas, vientre y pechos debido a heridas con un objeto punzante. Que la habian torturado con un tornillo metalico.
Que hubiera sobrevivido y escapado cuando todo jugaba en su contra era un hecho asombroso.
Que estuviera dispuesta a hablar de lo sucedido y ayudarles a encontrar al cabron que le habia hecho eso y luego matado a su mejor amiga demostraba que Miranda tenia mas entereza que la mayoria de los agentes con que habia trabajado Quinn.
– La peli acabo despues de las nueve -dijo-, y cuando emprendimos el regreso, ya eran las diez. Ibamos en el coche de Sharon, un Volkswagen escarabajo. Yo siempre me reia por lo de su coche. -En sus ojos brotaron lagrimas, pero siguio-: Quiero decir, estaba ahi sin poder salir en invierno porque no podia conducirlo si habia nieve o hielo, y tenia la bateria totalmente muerta para cuando las nieves se derretian… - farfullo al final, y luego trago saliva-. Pero Sharon adoraba a su Herbie, ya sabes, bautizado como el escarabajo enamorado.
Quinn no la presionaba, ni siquiera cuando cerraba los ojos. Ver las lagrimas banandole las mejillas lo destrozaba. Habia trabajado con numerosas victimas, en diferentes estados de histeria, pero algo en el dolor de Miranda le llego al fondo. Se dio cuenta de que deseaba consolarla con algo mas que palabras.
Ella siguio y el se concentro en tomar nota.
– Paramos en Three Forks porque a Herbie se le acababa la gasolina, y yo creia que no llegariamos a la hosteria, aunque estuvieramos a menos de cincuenta kilometros. Sharon hacia eso a menudo, conducir con el deposito casi vacio. Desde que la conocia me habia llamado tres veces para pedirme que le llevara gasolina – dijo, y sonrio con ese recuerdo agridulce.
– Teniamos hambre y habia un local de comida rapida, asi que entramos a comprar patatas fritas y unas cocacolas. Comimos en el local porque a Sharon no le gustaba comer dentro del coche.
Volvio a hacer una pausa, esta vez con la mirada absorta en el techo. ?Que estaba mirando? ?Recordando? ?Intentando olvidar?
– Salimos al cabo de un rato. Al cabo de unos cinco minutos, Herbie empezo a dar sacudidas y un kilometro despues de Manhattan, se paro sin mas. Echo un poco de humo y murio. -Miranda guardo silencio-. Jamas debi decirle que parara. Seguro que teniamos suficiente gasolina para llegar a casa. Si solo…
– Basta, Miranda -dijo Quinn, y enseguida carraspeo-. Perdon, senorita Moore.
– No pasa nada. Me llamo Miranda.
– No debes pensar en lo que habrias hecho de manera diferente. Nada de esto ha sido culpa tuya. Todo es culpa de el. Y lo sabes.
– La prensa lo llama el Carnicero de Bozeman.
– Odio la prensa – dijo Quinn, con una mueca.
– Yo estoy empezando a odiarla -dijo ella, con voz queda. Quinn se preguntaba si habria visto la foto de cuando la sacaban del valle con una cuerda de salvamento. Confiaba en que el personal del hospital le ahorrara las noticias de la tele o la lectura de periodicos. Quinn ya le habia gritado al sheriff un par de cosas por algunos de los detalles revelados, no solo sobre la condicion de Miranda sino tambien sobre la investigacion.
Sin embargo, no era el momento mas indicado para pensar en eso.
– ?Que paso cuando se estropeo el coche? -pregunto.
– Yo empece a hacer bromas. Acerca de Herbie y de como ella lo amaba demasiado.
Miranda respiro hondo antes de seguir.
– Yo conozco la zona y sabia que habia una cabina de telefono en una pequena gasolinera que cierra por la noche. Iba a llamar a mi padre para pedirle que nos viniera a buscar.
– ?Por que no lo llamaste?
– A eso iba. Estaba casi en la curva, por lo demas, a unos doscientos o trescientos metros, cuando llego un coche por detras. Eran dos ancianos y se ofrecieron a llevarme. Les dije lo que habia ocurrido, y ellos tenian un telefono en el coche. Quiero decir, no conozco a nadie que tenga un telefono en el coche excepto el alcalde. Me dejaron usarlo para llamar a mi padre. El dijo que nos pasaria a buscar en veinte minutos.
Miranda le lanzo una mirada agonica.
– ?Por que no fui con ellos? Quizas al verlos hubiera huido y Sharon todavia estaria viva -dijo, y callo, ahogada por la emocion-. Les dije que vendria mi padre, que siguieran y que yo esperaria con Sharon.
– Miranda, tenias sobrados motivos para sentirte segura.
– Aqui nunca pasa nada malo. Nunca pense -balbuceo, reprimio un sollozo y siguio-: Volvi y Sharon no estaba. Quiero decir, no estaba en el coche. La llame y ella grito pidiendo ayuda.
– ?Donde estaba?
– En la zanja al lado del camino. Pense en un animal, un oso, o algo. No tenia un arma, quiero decir, tengo una pero no la llevo encima, ?sabes? Empece a gritar para ahuyentar esa cosa que tenia a Sharon aterrorizada, y, y… -dijo, y callo.
– ?Y?
– Nada. Oi un ruido a mis espaldas, me gire y… -Hizo una pausa, como si pensara-. Oli algo dulce. Dulce y empalagoso. Senti un dolor de cabeza, y luego nada.