Capitulo 14

Miranda se guardo el arma en la cintura y miro a Quinn.

– ?Que haces tu aqui?

– Llame a tu padre cuando venia de camino por si tenia una habitacion libre. No pense que nos encontrariamos. Calcule que estaria aqui cuatro o cinco horas al dia, para dormir -dijo el, y dejo su plato sobre la mesa. Tarta de pacana. Su tarta.

– Mas te vale que ese no sea el ultimo trozo de tarta -farfullo Miranda. ?Por que habia dicho eso? Tenia toda la intencion de decirle que se largara de su propiedad.

El sonrio. Y Miranda pestaneo. Siempre olvidaba lo atractivo que era Quinn. Al verlo el dia anterior, se sintio tan embargada por la rabia y la tristeza y las emociones encontradas que no se fijo en su aspecto. Al verlo ahora, con el torso delgado y bronceado al desnudo, con sus musculos definidos con nitidez, aunque estuviera relajado, la cicatriz en su hombro derecho, recuerdo de un disparo de escopeta recibido al empezar su carrera… Todo aquello le trajo recuerdos. Buenos recuerdos. Despertarse junto a Quinn y besarle el pecho duro. Y sus manos… Quinn tenia unas manos increibles. Unas manos grandes, con las palmas endurecidas y dedos sorprendentemente elegantes. Dedos con mucho talento…

Su mirada siguio hasta donde una estrecha franja de vello rubio oscuro desaparecia bajo la cintura del pantalon gris del chandal. Desvio rapidamente la mirada, sintiendo que ya se habia sonrojado lo suficiente con el subidon de adrenalina al creer que habia un intruso.

Estar con Quinn ahi, en su cocina, sin la seguridad protectora del trabajo, era como si le hubieran arrancado la alfombra bajo los pies. Quinn habia invadido su ciudad, su investigacion y, ahora, su casa. Hacia anos que no pensaba en ese dia en Quantico. Y, de repente… la presa se habia roto y ella era incapaz de pensar en otra cosa.

Miranda no tenia ni idea de lo que Quinn habia hecho durante esos diez anos. Por lo que sabia, hasta podia estar casado. Esa idea la perturbo, y fruncio el ceno. Paso a su lado y fue hasta el armario donde Gray guardaba las tartas.

Todavia quedaba media tarta de pacana, esperandola. No pudo dejar de sonreir.

Se tomo su tiempo para cortarse una porcion, sintiendo que Quinn le tenia clavada la mirada en la espalda. En realidad, no tenia ganas de sentarse a hablar con el. Fuera de la hosteria, en el monte, con Nick y los otros alrededor, era otra cosa. Pero ?aqui, sola? No. Le recordaba su antigua intimidad. Le recordaba cuanto lo habia amado. Le recordaba aquello que habria podido ser.

Sin embargo, no podia quedarse ahi todo el rato dandole la espalda. Dejo su tarta en la mesa, fue hasta la nevera y saco una caja de leche. La dejo en la mesa con dos vasos. Uno para ella y otro para Quinn y se sento frente a el.

– Gracias -dijo el. Sus ojos oscuros eran impenetrables. ?En que pensaba? ?En ella? ?En ellos?

Tomo un trago de leche y ataco la tarta. Si mantenia la boca llena no tendria que hablar, y asi no diria ninguna estupidez.

El seguia observandola.

Tuvo que resistir las ganas de retorcerse. Durante los ultimos anos, habia recuperado el control de su vida y elaborado una nocion de paz relativa. Le gustaba su trabajo, un trabajo que procuraba el bien para los demas, aunque no hubiera podido encontrar a Rebecca antes de que la mataran.

Tenia unos cuantos buenos amigos. Nick. Seguia en contacto con Rowan y Olivia, aunque no las hubiera visto en anos. Se escribian correos electronicos y hablaban por telefono, pero para Miranda era dificil salir de ahi. Por no decir imposible. No podia ausentarse de Montana cuando el todavia andaba suelto por ahi.

Miranda queria a Rowan y a Olivia como si fueran hermanas, pero ?como podia abandonar a aquellos que la necesitaban? Sobre todo a las chicas que habian muerto. Rowan y Liv lo entendian, y quizas eran las unicas.

– Tendria que haberte dicho que me iba a quedar aqui -dijo Quinn, rompiendo el silencio.

Ella alzo la vista. Vio que Quinn se habia quitado la tirita de la frente. Quedaba una costra delgada y oscura, un recordatorio de su ultima mision. Queria preguntarle por ello, pero no lo hizo. No queria que le importara.

Su mandibula firme le recordo a Miranda su fuerza. Quinn trabajaba incansablemente cuando ella lo conocio. Decidido a encontrar al asesino de Sharon. Ella lo ayudo porque necesitaba hacer algo para encontrar al cabron que le habia hecho tanto dano y que habia matado a su amiga. Y al cabo de un tiempo se enamoro.

No sucedio de la noche a la manana. Tiempo para sanar, para superar el dolor. Quinn le dio todo lo que necesitaba, y mas.

Y luego fue y lo estropeo todo de arriba abajo.

– Los tecnicos han recogido todo lo que han podido en la barraca, y manana lo enviaran a Helena. He decidido llamar a Olivia y pedirle que supervise las pruebas de laboratorio.

– ?Liv? ?Vendra por aqui?

– A Helena, si puede escaparse -dijo el, y sonrio -. A veces, la amenaza de asumir la direccion de una investigacion despierta ciertas reservas. Ellos preferirian ocuparse de las pruebas sin interferencias, aunque tuvieran a un federal vigilando por encima del hombro, que tener que enviarlo todo a Virginia.

– Lo que sea necesario -dijo Miranda, con cara poco esperanzada. Ni siquiera Olivia, que amaba su trabajo y destacaba en el, podia encontrar una pista ahi donde no habia ninguna. El clima y las condiciones a la intemperie estropeaban cualquier prueba que fuera aprovechable.

– En algun momento, cometera un error -dijo Quinn, seguro.

– Ya. -Ella no lo creia.

– Puede que ya lo haya cometido.

– ?Por que piensas eso? -pregunto ella, sintiendo que se le aceleraba el corazon.

– Penny Thompson.

– ?Por que hablar de ella ahora? Encontramos el cuerpo tres anos despues de que la asesinara.

– Voy a revisar todos los archivos de la universidad. ?Te acuerdas de Vigo, el experto en perfiles? Insiste en que el asesino conocia a su primera victima personalmente. Dedicamos tanto tiempo hace doce anos a investigar las pistas tuyas y las de Sharon que cuando supimos que Penny era la primera victima y volvimos a sus pistas, estas no nos dijeron nada. Su novio, el tipo que el sheriff creia culpable de la desaparicion, tenia una coartada a prueba de fuego para el asesinato de Sharon.

– Nos centraremos en las partes del perfil de Vigo que nos ayuden a reducir la lista, despues de tantos anos. Que el asesino siga soltero, que tenga ahora mas de treinta y cinco anos, que viva de un empleo con horarios flexibles, que este fisicamente en forma. Que tenga familia en la region, o que todavia viva por aqui. Merece la pena.

– Es un tiro al aire -dijo ella, aunque la perspectiva la entusiasmaba. Habria cientos de antecedentes por investigar, cientos de hombres que superficialmente encajaban en el perfil. Sin embargo, el tiempo habria descartado a muchos posibles sospechosos, que se habrian casado, que se habrian ido, o que ahora tendrian un empleo de alto perfil y de horarios rigidos. Si reducian la lista podrian investigar en profundidad a los sospechosos y, con suerte, acabarian con un punado de hombres a los que tendrian que interrogar. Quizas incluso conseguir una orden judicial para registrar una casa o un coche, sobre todo si alguno de los sospechosos no tenia coartada para la fecha de la muerte de Rebecca.

Quizas habia una esperanza de que triunfara la justicia. Y aunque fuera pequena, Miranda se aferraria a ella con fuerza.

– Por ahora, es lo unico que tenemos -dijo Quinn y, tras una pausa, pregunto-: ?Miranda?

Ella lo miro a los ojos, a esos ojos que podian derretirla o irritarla, que podian reflejar amor o frustracion.

Habia pasado tanto tiempo que ella ya no sabia como interpretar a Quinn. El habia cambiado, y ella tambien.

La mirada de Quinn era calida. Bajo los parpados casi imperceptiblemente. Su rostro se relajo y se inclino hacia delante, apenas un centimetro.

– Estas mas delgada -dijo, con voz grave.

– Lo se. -Miranda ni pensaba en comer cuando estaba en una mision de busqueda.

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