– Sigues siendo una mujer bella.

Ella se quedo sin aliento. ?Era su corazon lo que aleteaba de esa manera? ?Como era posible que todavia la afectara tan profundamente? Despues de todos esos anos, Quinn seguia siendo parte de ella. Una parte importante. El habia contribuido a hacer de ella lo que era, en lo bueno y en lo malo. Sin el, ella no sabia si hubiera sido capaz de superar los dias, semanas y meses mas negros despues del secuestro. El habia sido la roca en que apoyarse, su salvacion. Firme y seguro. Ella se habia enamorado de el por quien era, pero tambien por lo que hacia por ella.

Que hubiera tenido tan poca fe en ella despues de conocerla tan intimamente era algo que la desgarraba por dentro.

Como si le hubiera leido el pensamiento, Quinn pregunto:

– ?Por que no volviste a Quantico?

?Que podia contestar a eso? Ni siquiera ella lo sabia cabalmente. Salvo que su falta de fe y de confianza en ella le dolio mas que el test psicologico que la tildaba de obsesiva.

– Si era una obsesiva, un ano no iba a cambiar nada -dijo finalmente.

– En un ano las cosas pueden cambiar mucho.

– Habian pasado dos anos, Quinn. -Dos anos desde que su vida quedo irrevocablemente unida a la de un asesino.

– Ya lo se -dijo el, y se reclino en el respaldo de la silla, mientras jugaba con el tenedor.

Se quedaron mirando. Quinn parecia tan perdido y confundido como ella.

– Siento mucho haberte herido -dijo, de sopeton.

Ella se trago unas lagrimas. ?Como era posible que una simple confesion la afectara tanto?

Porque sabia que no era solo Quinn. Era verdad que ella era una obsesiva. Prueba de ello era su intensa concentracion en la busqueda. Su vida entera habia quedado en suspenso mientras buscaba a Rebecca. Sus amigos y su familia pasaban a segundo plano, ya se tratara de una mujer secuestrada por el Carnicero o de un nino perdido que se habia alejado de su campamento. Nada le importaba mas que la busqueda.

Miranda queria rescatar a alguien. Si bien habia tenido exito encontrando a montaneros perdidos, cualquier mujer secuestrada por el Carnicero ya se podia dar por muerta. Ella anoraba desesperadamente un final feliz, pero ahi donde mirara solo veia dolor y angustia. Quiza no era mas que un reflejo de su propia culpa.

Si su reaccion en la barraca servia de ejemplo, era evidente que nunca se habia recuperado plenamente del ataque sufrido hacia doce anos. Siempre sentiria claustrofobia en las habitaciones pequenas o sin ventanas. Por eso habia tragaluces por todas partes en su casa, y directamente encima de su cama. Tenia que ver el cielo, mirara donde mirara.

Pero ni siquiera el cielo con toda su inmensidad podia acallar los gritos de Sharon, ni la voz cruel y hueca del asesino sin rostro cada vez que Miranda cerraba los ojos.

– Deberia haber vuelto a Quantico. -Nunca habia dicho eso en voz alta, y se sorprendio a si misma. Se paso la lengua por los labios-. Estaba tan he… -Iba a decir herida. No. No estaba preparada para contarle eso a Quinn. No podia contarselo-…Enfadada -se corrigio-. Cegada por la rabia, supongo. Y cuando el ano se cumplio, ya estaba trabajando en la Unidad de Busqueda y Rescate, y me gustaba. Me habia adaptado. Supongo que estoy hecha para eso.

– Habrias sido una agente muy buena -dijo el, con voz grave.

El corazon le dio un vuelco. Se pregunto que haria el si ella lo besara.

Aquel pensamiento fugaz la desconcerto y se echo hacia atras. Tenia las manos humedas. ?Una buena agente? Si, eso lo sabia. Una agente muy buena.

Un ano. ?Un ano! Habia esperado mas de dos anos despues de que el Carnicero matara a Sharon, presa del desasosiego, asistiendo a clases suplementarias, trabajando en la hosteria, aprendiendo defensa personal. Todo y cualquier cosa con tal de no volver a sentirse vulnerable.

Al salir de Quantico, diez anos antes, nunca se habia sentido tan perdida. Entonces supo que jamas volveria.

– Gracias. -La voz se le quebro. Queria gritarle, mostrar su rabia por la injusticia que habia cometido, mas alla de las razones. Quizas hubiera un asomo de verdad en lo que decia Quinn, algo en su actitud que daba a entender que quiza no fuera capaz de manejarse en una mision.

Concentro la mirada en su vaso de leche y en su tarta. Quinn hizo lo mismo. El silencio era a la vez agradable y extrano. Ella deseaba saber que pensaba el, pero no se atrevia a preguntar. Tenia ganas de decirle que nunca lo perdonaria y, aun asi, queria ofrecerle una rama de olivo. Las emociones encontradas le pesaban en el corazon y el pensamiento.

Ella y Quinn se levantaron de la mesa al mismo tiempo y llevaron sus platos al fregadero. Ella los puso en remojo, esperando que el agua se calentara. El estaba detras, tan cerca que su aliento tenido de pacana le acariciaba el cuello. Miranda trago saliva, sabiendo que no confiaba lo bastante en si misma como para darse la vuelta. No estaba segura de que no lo tocaria, que no lo besaria y que no le pediria que pasara la noche con ella.

Queria que el la tomara en sus brazos para que pudiera dormir. Amarla para que pudiera recordar lo que habia sido la epoca mas feliz de su vida.

Quinn apoyo las manos en sus hombros, tan suavemente que ella no se movio. Cerro los ojos. El le aparto el pelo de la nuca y su dedo largo dibujo un arco candente entre su oreja y su cuello. Con la otra mano, la giro para que lo mirara.

Cuando Miranda abrio los ojos, separo los labios. Quinn estaba tan cerca, su torso desnudo a solo unos centimetros. Sintio el calor entre ambos cuerpos, como si el tuviera su propio termostato. Trago saliva, quiso decirle que retrocediera, pero no le salio la voz.

Los labios de el tocaron los suyos con una tierna suavidad. Tan suave que si Miranda no hubiera sentido la descarga de deseo que la embargo de pies a cabeza, habria dudado que la habia besado.

Y entonces el volvio a besarla, mas firmemente, moviendo la mano desde el hombro hasta su nuca, acariciandole los musculos sosteniendole la cabeza. Con la lengua le abrio dulcemente los labios hasta que las dos lenguas se trabaron en un ligero duelo, hacia atras y hacia adelante. Ella se apoyo en el, al principio timidamente, y luego puso los brazos en torno a su cuello, sosteniendolo cerca.

Los besos de Quinn siguieron, desde los labios hasta el menton y el cuello. Ella temblo de deseo, deseo de el. Una anoranza profunda que daba fe de diez anos de ausencia. Sin el hombre que sabia exactamente donde besarla, donde tocarla.

Quinn la beso tiernamente detras de la oreja.

– Te he echado de menos, Miranda.

Ella trago aire. ?De verdad la habia echado de menos? Durante diez anos ella habia tenido que recluir a Quinn en un rincon de su corazon y de su mente. No queria pensar en el porque no queria echarlo de menos.

Pero ahora la presa se rompia y sus sentimientos reprimidos se derramaban por las compuertas. Durante diez anos habia sido mucho mas facil fingir que Quinn no llego a ser una persona importante en su vida en el poco tiempo que lo conocio. Ahora era como si el tiempo transcurrido no existiera. Todavia lo amaba, lo deseaba, pero el dolor brutal que se habia hecho fuerte en su vida desde la declaracion de Quinn en Quantico era como una espina clavada en el corazon.

Miranda dio un paso atras y topo con el aparador de la cocina.

– Quinn… No se que se supone que debo decir.

– ?Por que me esquivabas en esa epoca? -Quinn le apreto los hombros, con los ojos igual de encendidos de deseo que ella.

Miranda sacudio la cabeza. No podia tener esa conversacion en ese momento, cuando sentia las emociones tan a flor de piel. El afecto de Quinn la confundia. Era mucho mas facil recordar la rigida postura que habia tenido al oponerse a su graduacion, sus enfaticas declaraciones acerca de sus habilidades cuando se vieron justo despues de la muerte de Rebecca.

– Tengo que irme.

– Miranda, no te vayas otra vez. Tenemos que hablar.

Ella sacudio la cabeza y se libero de su abrazo. Tenia que pensar, y eso era imposible si estaba junto a Quinn. Tenia la impresion de que la sangre le hervia y burbujeaba por debajo de la piel, que se le revolvia el estomago

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