– No.

Nick suspiro y empezo a quitarle la etiqueta a la botella de cerveza.

– Es evidente que todavia estas enamorada de el. Siempre has estado enamorada.

– Eso no es verdad. -?Estaba protestando demasiado? Intento explicarse-. Ya sabes como era todo por aquel entonces. Pero con todo lo que sucedio, yo… y bah, ya ha acabado. Acabo hace mucho tiempo.

– El amor no se abre y cierra como un grifo, Miranda -dijo Nick, y sonaba irritado.

– Yo no he dicho eso. Yo… -dijo ella, y callo -. Nick, lo siento -. ?Que otra cosa podia decir? Sabia que Nick todavia sentia algo por ella, sentimientos que ella no podia corresponder. Lo ultimo que queria era hacerle dano a su mejor amigo.

El despacho su disculpa y se incorporo.

– Solo queria ver como te encontrabas, ya que estoy libre, como quien dice. -El sheriff nunca estaba de verdad «libre». Cuando lo eligieron para el cargo, decir aquello se habia convertido en una broma entre ellos.

– No hay nada entre Quinn y yo -dijo ella, y se mordio la lengua. ?Por que era tan importante convencer a Nick de aquello?

?O quiza lo unico que pretendia con sus protestas era convencerse a si misma?

El la miro con una sonrisa ironica.

– Puedes creer lo que quieras, Miranda, pero la verdad es que tu corazon siempre ha estado con Quinn. Yo nunca tuve una oportunidad. Pero me acabo de dar cuenta ahora.

– Tu me importas. Eres mi mejor amigo.

El asintio y ella supo que habia dicho lo que no debia. Nick estaba enamorado de ella y ella le decia que lo consideraba su mejor amigo.

?Por que siempre tenia que meter la pata?

– Ya se que me aprecias, Randy. Siempre has sido una buena amiga. Pero una novia malisima. Buenas noches.

Ella se lo quedo mirando, preguntandose por que diablos habria pasado por la hosteria esa noche. ?Para ver si ella y Quinn estaban juntos? ?Para convencerse de algo? Sacudio la cabeza mientras acababa la cerveza y dejaba las botellas en el contenedor debajo del fregadero.

Nunca acabaria de entender a los hombres.

Capitulo 17

– Eres un imbecil.

La Puta estaba furiosa, pero ahora mismo a el no le importaba. Ella le haria pagar mas tarde por haber roto las reglas. Despues de la caceria. Pero ahora no podia hacer nada.

El vio el brillo de la excitacion en sus ojos.

Seguia odiandola, pero la odiaba menos las noches que salian a cazar juntos.

Sin embargo, su falta de paciencia lo irritaba.

– ?Por que no esa? -gimio ella, senalando a una chica de pelo castano que acababa de llegar a la gasolinera.

– No.

– ?Por que no?

– Esta vez quiero a una rubia.

– Acabas de tener una rubia.

– No me importa. Quiero otra.

Ella suspiro y tamborileo sobre el volante.

– No quiero pasarme toda la noche aqui.

– Nunca he tardado mas de un par de horas. Maldita sea, ?ten un poco de paciencia! – La Puta nunca tenia paciencia. A el lo consideraba un tipo raro porque era capaz de quedarse en medio del bosque durante dias escribiendo cosas sobre sus pajaros.

A el no le importaba lo que ella pensara de el. Ahora mismo era una ayuda. Aunque la mayor parte del tiempo solo pensaba en estrangularla.

No se atrevia ni a tocarle el cuello.

La chica arranco despues de poner gasolina. Eran casi las once de la noche. Llevaban dos horas esperando. El trafico habia disminuido considerablemente despues de las diez.

Dejo los prismaticos sobre sus rodillas y espero a que llegara el proximo coche al centro comercial junto a la autopista. Estaban situados en un buen punto de observacion, bien oculto, en el camino que daba a la gasolinera, estacionados en una entrada privada. Conocia a la duena de la casa, una anciana sorda como una tapia que se acostaba al ponerse el sol.

Habia elegido ese lugar porque era una parada habitual de las alumnas de la universidad. Entre la gasolinera, la pizzeria y el pequeno bar, sabia que encontraria a la persona adecuada.

No es que fuera un capricho. Simplemente queria otra rubia.

En una ocasion, habia comenzado la caza en ese mismo lugar. Como regla, nunca utilizaba dos veces el mismo lugar. Por si acaso. Sin embargo, ya hacia tiempo de eso. En ese lugar habia raptado a otra rubia, unos doce anos antes.

Ojala no hubiera viajado con esa amiga suya.

La Puta nunca lo habia dejado ir a por Miranda Moore. A el la idea lo perseguia constantemente. Pero La Puta creia que Moore se merecia vivir porque habia escapado. Siempre pensaba en ella, le restregaba su fracaso en toda la cara. La odiaba. Las odiaba a las dos.

Algun dia les haria pagar. Eran como dos perras de una misma camada, lo provocaban, lo ridiculizaban.

Sin embargo, por ahora no podia tocar a Miranda Moore. La Puta le habia dicho que lo delataria. Y el le creia.

– Mataremos a Miranda Moore si se convierte en una amenaza, pero ahora no lo es -decia La Puta una y otra vez -. Ella te vencio, carino, y quiero que siempre lo recuerdes.

Como si con sus constantes comentarios el pudiera olvidarlo.

Por la entrada principal entro un Honda Civic. Paso sin parar por la gasolinera y fue directo hacia la pizzeria. El cogio los prismaticos.

Del lado del conductor bajo una rubia. Sintio que se le hinchaba el corazon y empezaba a latirle con fuerza.

Era ella.

Lo supo de inmediato, como lo sabia cada vez que salia a cazar mujeres. Ella era la llamada, y el la tendria.

– Me voy -dijo.

– Espera.

– Y ahora, ?que?

– Mira.

El miro con desgana. Se abrio la puerta del pasajero y bajo una pelirroja. Juntas, la rubia y ella entraron en la pizzeria.

– Espera -dijo La Puta.

– No.

– He dicho que se acabaron las parejas. Es demasiado arriesgado.

– De acuerdo.

Ella se relajo y el abrio la puerta de su lado.

– ?A donde vas? -pregunto ella, y casi dio un salto en el asiento para cogerlo.

El se echo atras y se metio la botella de melaza en el bolsillo.

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