Miranda seguia sentada en la silla del hospital. Cuando asomo el alba, cerro los ojos para descansar un momento.
JoBeth seguia en la sala de operaciones cuando Quinn llego una hora despues.
No le sorprendio ver a Miranda en la sala de espera de urgencias. Pero no se esperaba encontrarla estirada sobre un sillon, durmiendo, con la mochila de almohada. Una manta de lana le cubria su cuerpo menudo. Tenia los brazos cruzados sobre el pecho, con la manta cogida muy cerca de la cara. Como una nina. Inocente.
Su piel palida estaba relajada por el sueno, al contrario de la tension que se adivinaba en todo su cuerpo. Quinn se acerco sin hacer ruido, dejando que la imagen le llegara al corazon. Bella, fuerte, vibrante, lista.
Apasionada. Inteligente. Aunque a veces era como una patada en la entrepierna de lo testaruda que se ponia.
Se humedecio los labios. Nunca volveria a comer tarta de pacana sin acordarse de Miranda. De sus labios dulces, azucarados, al fundirse con los suyos. Sintiendo como se amoldaban sus cuerpos, como encajaban a la perfeccion.
No pudo resistir la tentacion de inclinarse para apartarle un mechon de pelo suelto detras de la oreja.
Miranda abrio los ojos y se incorporo de un salto. La manta cayo al suelo y, en el instante antes de reconocerlo, su rostro quedo paralizado por el miedo. El se sintio mal por haberla asustado. Se sento junto a ella y le toco la mejilla. Tenia una piel muy suave.
Ella no se aparto, pero tampoco se inclino hacia el para recibir su caricia. A esas alturas, el se contentaba con lo que ella le diera. Desde luego, no queria poner en peligro lo poco que habia avanzado para conseguir que volviera a confiar en el.
Como si no fuera un error haberla besado. Aunque en aquel momento no habria dicho que se trataba de un error.
– Lo siento, Miranda, no queria despertarte.
– Senti que alguien me observaba -dijo, con la voz todavia ronca del sueno, o por la falta de sueno. Miranda se aclaro la garganta, y oculto el miedo en su mirada detras de sus tupidas pestanas. Respiro hondo y lo miro -. ?Que ha pasado? ?JoBeth? -Se incorporo y, al sentarse, se tambaleo levemente. El la cogio por el codo para estabilizarla y ella no le aparto la mano.
Otro pequeno paso.
– Acabo de llegar -dijo el.
Ella miro hacia la sala de enfermeras.
– Prometieron despertarme si habia alguna novedad. -Se giro hacia la enfermera que estaba sola detras del mostrador.
– ?Se sabe algo? -pregunto -. JoBeth Anderson, estaba en…
– Lo se -asintio con la cabeza la enfermera-. Ya ha salido de cirugia y la han trasladado a la UCI hace treinta minutos.
– ?Como esta?
– Lo siento, senorita Moore, no se lo puedo decir si no es familia de la paciente.
Miranda se puso tensa junto a Quinn y se mordio el labio. El la entendia. Entendio que Miranda se sintiera mal por Ashley y preocupada por JoBeth.
Quinn saco la cartera y le enseno la placa.
– Agente Especial Quincy Peterson, del FBI. Si fuera tan amable de buscar al medico de la senorita Anderson, tengo que hablar con el.
– Si, senor. -La enfermera cogio el telefono y Quinn volvio con Miranda a la sala de espera, acompanandola con la mano en el codo.
Ella suspiro y se llevo una mano a la cabeza, ocultando sus ojos inyectados en sangre.
– Maldita sea, Quinn. ?Por que?
No hacia falta que le preguntara a que se referia.
– Hemos llevado el coche a la oficina del sheriff y lo estan revisando con lupa. Buscan huellas dactilares, cabellos, cualquier cosa. Los tecnicos de criminologia siguen alli, tomando muestras de todo lo que hay en las inmediaciones, hasta la ultima piedra, la tierra y las hojas. Si hay algun desperdicio al borde del camino, lo enviaran inmediatamente a Helena. Si ha cometido un solo error, Miranda, lo encontraremos.
Le cogio el menton para obligarla a mirarlo de frente. El corazon se le encogio de la pena de ver el dolor en sus grandes ojos azules.
– Lo prometo. No pienso irme hasta que obtengamos respuestas concretas.
Ella asintio con un gesto casi imperceptible y luego se hundio en una silla de plastico con la cabeza entre las manos. El se sento a su lado y le toco el hombro. Era tan agradable poder tocar de nuevo a Miranda sin que ella hiciera muecas. Quinn se froto los musculos.
– ?Tenemos alguna posibilidad de encontrarlo antes de que Ashley muera?
?Que podia decir el a eso?
– Siempre hay una posibilidad.
Ella se volvio para mirarlo. Irradiaba tension en ondas invisibles, con todos los tendones del cuello estirados. Debia tener una jaqueca horrible y, conociendo a Miranda, se limitaria a sufrirla en silencio. En una ocasion le habia contado que el dolor le recordaba que estaba viva. El penso que era un castigo que ella misma se infligia por la culpa de haber sobrevivido, mientras que Sharon moria.
– Es como si pudiera verla, Quinn -murmuro Miranda, con voz temblorosa-. Ashley. En la oscuridad. Con frio, desnuda y asustada. Aterrada. Peor de lo que estaba yo.
– Miranda, no hagas eso…
Ella sacudio la cabeza y se inclino hacia el, como rogandole que comprendiera. Quinn le rodeo el hombro con un brazo y la apreto con ternura.
– No, no, tengo que centrarme en ella. Tengo que recordar. ?No ves que para ella es peor? Ella lo sabe. Ella sabe que ha sido el Carnicero. A Rebecca la mataron hace pocos dias. Ashley estara pensando que ella sera la proxima. -Su voz se quebro, como en un sollozo, pero no brotaron las lagrimas.
El la estrecho en sus brazos y la abrazo suavemente. Le temblaba todo el cuerpo a pesar del esfuerzo para contener la emocion. Era un gran paso que dejara que la consolara, un paso que le daba esperanzas.
Y saber que habia esperanza lo impulsaba a abrir aun mas el corazon.
Ella respiro hondo y murmuro contra su pecho:
– He llamado a Charlie y al equipo de busqueda -siguio ella-. Comenzamos a las ocho.
– Tienes que dormir -dijo el, frotandole la espalda.
Ella se echo hacia atras y sacudio la cabeza.
– No puedo dormir. Pensando que Ashley esta alla, perdida. Pero… maldita sea, no se que hacer. Recorremos hectareas y mas hectareas y nunca encontramos a las mujeres vivas. Pero no se que otra cosa hacer. No puedo hacer nada.
Miranda nunca habia sido de las que se desentendian del trabajo para dejarselo a otros. Desde el comienzo, se lanzaba de cabeza a la tarea.
Antes de que el pudiera decir alguna banalidad para intentar distraerla, vio que se acercaba un medico alto y delgado, de pelo entrecano.
– ?Agente Peterson? -dijo, tendiendole la mano y clavando en ella sus ojos negros. Luego lo miro nuevamente a el -. Doctor Sean O'Neal.
– Gracias por venir -dijo Quinn, estrechandole la mano-, ?Como se encuentra la senorita Anderson?
– ?Se pondra bien? -pregunto Miranda.
El doctor O'Neal suspiro, se quito las gafas y se froto los ojos. Volvio a ponerse las gafas.
– No lo se. Lo tenia todo en contra cuando la trajeron, pero ha aguantado. Ahora que ha sobrevivido a la operacion, tiene un cincuenta por ciento de probabilidades. El sheriff Thomas se ha puesto en contacto con sus padres, que viven en otro estado, y yo acabo de hablar con ellos. Los golpes en la cabeza han sido fuertes. Por suerte, no le ha afectado la columna. Temiamos que tuviera el nervio seccionado, pero esta en buen estado. Por otro lado, aunque se despierte, no se puede decir si el dano cerebral sera permanente… En pocas palabras -dijo el medico-, esta en coma.