y moho. Olia como un animal muerto, como si una familia de ratas se hubiera metido en un rincon y llevaran muertos una semana.
Aquello no era su habitacion en el campus.
Un miedo horrible se apodero de ella en cuanto se desperto del todo. No fue un aumento de las pulsaciones cardiacas ni una inquietud paulatina sino un terror inmediato y profundo. Cuando sintio ese panico que le llegaba a la medula, intento sentarse, pero se dio cuenta de que algo se lo impedia. Se quemo la piel de las munecas intentando liberarse. ?Que habia pasado? ?Donde estaba? ?Donde estaba JoBeth?
Lo ultimo que recordaba era que el coche se paraba. Sin mas. Tras un par de estertores, moria del todo. Tuvo suerte de poder conducirlo a un lado del camino.
Jo le dijo que llamaria a la grua y bajo del coche porque su movil no tenia buena cobertura. Otra cosa que Ashley detestaba de las montanas. Nunca tenia problemas con su movil en San Diego.
Se inclino para mirar el reproductor de CD y ver si tenian bateria para escuchar musica. Cuando volvio a mirar, Jo habia desaparecido.
Bajo del coche y percibio la figura de una mujer que caminaba hacia los arboles al otro lado del camino. ?Por que Jo cruzaba la carretera?
– Jo, ?que haces alla al otro lado?
Y luego, nada. No recordaba nada mas. ?Por que no podia recordar? ?Que habia ocurrido?
Estaba desnuda. Y atada. Algo le tapaba los ojos, algo ajustado. Muy apretado. No oia nada excepto el panico como un martillo en los oidos. Le temblaron los labios y dejo escapar un sollozo. Trago saliva, intentando que el miedo no la dominara.
?Que era eso? ?Alguien venia? Dios, ?que iba a hacerle?
Sintio que el panico la atenazaba, y que se desvanecia de su alma hasta el ultimo gramo de esperanza. Acababan de encontrar a esa chica de la universidad, Rebecca. El periodico decia que habia sido el Carnicero de Bozeman. El hombre que torturaba a las mujeres en el bosque y luego las cazaba como a animales. El Carnicero.
Sintio la garganta apretada, el pecho tenso, y empezo a respirar desbocadamente, mientras luchaba contra sus ataduras. Lanzando patadas, tirando y empujando. No queria morir. ?No podia morir! Tenia toda la vida por delante. Sus amigos. Su familia. Su querido padre le habia dicho que tuviera cuidado. Que vigilara. Que tomara las debidas precauciones. Le decia que era demasiado amable, demasiado ingenua.
Ella creia que hacia caso de sus advertencias. ?Que habia hecho mal?
Mas que nada en el mundo, queria ahorrarle el dolor a su padre. Ella era su princesa. ?Que haria el cuando se enterara de que habia desaparecido? ?Cuando la encontraran muerta? Torturada y… y
No. No. ?NO! Aquello no podia estar ocurriendo.
?Donde estaba JoBeth?
– Jo -murmuro en medio de aquella oscuridad. Se quedo escuchando, intentando tranquilizar su corazon galopante.
Nada.
Al cabo de un rato, volvio a escuchar el mismo ruido. Algo. Afuera. Eran voces, susurrando en la oscuridad. Aguzo el oido y capto algunas palabras.
– ?Te dije que era demasiado pronto! -Era una voz grave, pero parecia una voz de mujer.
– Vete. Vuelve la semana que viene. -La voz de un hombre. Una voz ronca.
– Tengo que volver a casa. Es tarde. Volvere manana.
Murmullos, algo que no pudo escuchar.
El silencio realzaba su miedo, con sus ruidos negros como la noche de sus ojos vendados. Y luego un crujido. El grito de una lechuza. Los ruidos de la noche estaban presentes desde el principio, pero hasta ese momento su terror le habia impedido oirlos. Algo que se arrastraba, luego un chirrido, y silencio. Algo que se escabullia por el tejado. De zinc. Era el ruido del zinc. Estaba en una especie de cabana, y hacia mucho frio.
Ashley supo que la puerta se abria, no por el ruido sino por el soplo de aire frio.
Y luego un ligero
Un restallido sordo y repentino recorrio la habitacion, y Ashley enseguida sintio un dolor penetrante en el interior del muslo que la hizo chillar. Un latigo.
Y luego el estaba encima de ella. Un dolor intenso y agudo en la entrepierna le arrebato lo que le quedaba de compostura y grito hasta sentir que la garganta le quemaba.
Creyo oir una risa distante. Y luego el silencio.
Capitulo 19
Miranda se paseo de una punta a otra de la sala de espera de urgencias durante dos horas hasta que, finalmente, decidio sentarse en una de las sillas de plastico verde alineadas junto a las paredes. No sabia casi nada del estado de JoBeth Anderson. El hospital no conseguia localizar a su familia en Minnesota, y por eso habian llamado a la universidad. Un administrativo se encargaba de encontrar a sus padres pero, dado que se trataba de una cuestion de vida o muerte, decidieron trasladar a JoBeth a cirugia para intervenirla.
Cuando el telefono de Miranda sono a las dos de la madrugada, la saco violentamente de una pesadilla, y se sintio agradecida por la interrupcion.
Era Nick. El Carnicero tenia a otra victima.
En ese momento, Miranda no se pregunto por que el Carnicero habria dejado atras a JoBeth. Pero ahora no podia quitarselo de la cabeza.
?Por que no se la habia llevado con Ashley?
?Por que el Carnicero habia intentado matarla para luego dejarla tirada a la orilla del camino?
Y ?por que actuaba tan rapidamente despues del asesinato de Rebecca Douglas? El interludio mas breve que tenian era de dos semanas. A Ashley se la habia llevado solo tres dias despues.
Tenia que hablar con Quinn y desentranar el significado de aquello. ?Se iban acercando a el? ?Habia algo en la investigacion que le indicara algo? ?O quiza fuera obra de un imitador? Sin embargo, Nick y Quinn no estaban para que pudiera preguntarles. Estaban interrogando a posibles testigos en el Cruce, donde JoBeth y Ashley habian parado a comer.
Por la enfermera de turno, Miranda se entero de que JoBeth habia recibido un golpe en la nuca que podia ser mortal. La habian golpeado tres veces lo bastante fuerte para romperle el craneo. Los medicos procuraban salvarle la vida pero aunque eso sucediera era probable que tuviera la columna rota. Las heridas eran graves. Los golpes asestados iban destinados a matar.
Es una superviviente.
JoBeth no se lo merecia. Ahora yacia casi inerte en la mesa de operaciones mientras los medicos luchaban por parar la hemorragia del cerebro.
Dentro de ese cerebro quizas hubiera algo que los condujera hasta el asesino. Quiza JoBeth hubiera visto al Carnicero, quiza lo conociera, ?algo que les ayudara! Tenian que encontrar una pista. Necesitaban que el asesino cometiera un error.
Miranda rogaba que JoBeth sobreviviera. Que recuperara la conciencia. Que dijera: «Si, lo vi, es…»