estuviera en Utah en ese momento lo situaba al final de la lista, si es que no lo descartaba del todo. Declaro que estaba en su despacho todo el dia y la policia local se encargaria de comprobar su coartada.

La unica manera de que Younger pudiera volver a Utah desde Montana despues de que encontraran la camioneta de Nick era volando. Quinn llamo al FBI y encargo a alguien que buscara en los vuelos con destino o salida desde Las Vegas, el aeropuerto mas cercano, a St. George, y que hiciera lo mismo en los pequenos aeropuertos locales.

Volvio a llamar a Colleen Thorne, su companera de trabajo ocasional, que ya estaba en Grand Junction para ir a ver a Palmer, el novio de Penny Thompson en el momento de su desaparicion.

– Ahora Palmer encabeza la lista -dijo, cuando Colleen respondio a la llamada. Le conto lo de Groggins y Younger-. Procura actuar con cautela.

– Eso hare, pero ?no crees que si es el Carnicero no estara en casa?

– Grand Junction no queda demasiado lejos de Bozeman. Unas diez horas, quiza. Habra vuelto para no levantar sospechas. Pero si no esta, pondremos una orden de busqueda para interrogarlo.

– Te contare que pasa. Estamos a punto de llegar a su casa. Tambien he podido con el rector de la Universidad de Denver -dijo.

– ?Y?

– Esta muy dispuesto a echar una mano. Se pondra en contacto con el director del departamento de biologia de la fauna salvaje para averiguar en que proyectos trabaja Larsen. Seguramente hablaremos con el director y con Larsen manana por la manana. Era tarde, asi que nos ha costado un poco dar con ellos. Pero tengo la direccion de Larsen, que tiene un pequeno piso cerca de la universidad, y una foto actualizada de su carne de empleado. ?Quieres que te la mande?

– ?Ahora?

– Lo tengo en mi Blackberry.

Quinn sonrio y sacudio la cabeza.

– Vaya, tecnologia punta. Claro, mandamelo a mi correo. Me lo bajare en cuanto llegue a la hosteria.

Colgo y doblo por el camino de la entrada de la hosteria. Al mirar de reojo, le parecio que Miranda estaba dormida, aunque sabia que no del todo.

Lo que habia dicho en la oficina del sheriff iba en serio, pero sabia que ella no le creia. En realidad, no podia culparla. Miranda llevaba diez anos elucubrando las peores fantasias sobre por que Quinn habia hecho lo que hizo. El intento explicarselo entonces pero deberia haber perseverado. La amaba, y no deberia haber renunciado a ella ni pensado que entraria en razon por si sola.

Ella tuvo miedo, y estaba preocupada y enfadada. Aunque hubiese visto la verdad en aquel momento, era demasiado testaruda como para reconocerlo.

Sin embargo, parte de su fuerza residia en esa tenacidad. Su inquebrantable determinacion le ayudaba a sobrevivir. Era la base de su caracter, la motivacion necesaria para seguir adelante cuando lo tenia casi todo en contra.

A el le fascinaba ese rasgo de ella.

Al mismo tiempo, Miranda era una mujer insegura en lo que se referia a sus propios puntos fuertes y sus temores, y tambien, en cuanto a que el miedo le ganara la partida. ?Como convencerla de que sabria perseverar? ?Como explicarle que ser un agente del FBI no anularia su miedo?

Quinn se detuvo en la entrada y quito la llave del contacto.

– ?Miranda?

– ?Si? -pregunto con voz cansina.

– ?Has oido mi conversacion con Colleen?

– Si.

– ?Quieres que hablemos de ello? ?Tienes alguna pregunta?

– Ninguna pregunta. -Miranda callo y abrio los ojos -. Espero que sea uno de ellos, Quinn. Si no, habremos vuelto al comienzo.

– Es uno de ellos.

– ?Es la voz de la experiencia la que habla? -pregunto ella, con un amago de sonrisa.

– No, es mi intuicion. Escucha la tuya.

– De acuerdo -dijo ella, y fue a abrir la puerta.

– Deja que te acompane hasta tu cabana -dijo el.

Ella asintio y lo beso suavemente en la mejilla.

– Gracias.

Santo Dios, ?cuando acabaria aquello?

Mucho rato despues de que el sol se llevara el poco calor que proyectaba sobre esa barraca oscura y humeda y se hubiera retirado por la noche. Mucho despues de que el primer aullido de un coyote cortara la profunda quietud. Mucho despues de que Ashley dejara de llorar en su sueno, Nick permanecia despierto, esperando.

El Carnicero volveria. Y el nada podia hacer para proteger a Ashley.

Nunca habria imaginado que la noche pudiera ser tan insoportable.

Cada vez que intentaba aflojar las cuerdas de las manos, estas se tensaban mas y tiraban de los pies, a los que estaban atadas. Nick estaba aplastado contra la pared, y Ashley seguia en el centro de la pequena habitacion. Por fin dormia, por fin tenia un poco de paz despues de un dia de angustias que no cesaban.

Cuando se le despejo un poco la cabeza, Nick le pidio a Ashley que se arrastrara hasta el e intentara deshacerle los nudos. Pero ella estaba encadenada al suelo y no podia moverse. Y cada vez que el intentaba acercarse, las ataduras se apretaban.

Nick intentaba asegurarle que encontrarian una manera de salir. Queria convencerla de que sus hombres y el FBI estaban a punto de descubrir la identidad del asesino.

Pero ?como sabrian donde mirar? Nick no sabia quien era el Carnicero, solo que merodeaba por la propiedad de los Parker. Podia ser un amigo, un inquilino o un empleado de Richard Parker. O, quizas, un intruso. O el propio Richard Parker.

?Seguiria Quinn sus huellas? ?Veria lo que el habia visto? No era demasiado probable. Mientras subia hacia las tierras de Parker, el mismo creia que se habia lanzado tras una pista falsa. El hecho de haber nacido y crecido en el sudoeste de Montana le permitia entender algunas cosas sobre las tierras y los registros de propiedad, pero mas gracias a la perspectiva de la historia y de la experiencia que al seguimiento de pruebas solidas.

Saber que tenia buena intuicion no lo hacia sentirse mejor. Iba a morir. Y Ashley tendria que soportar las horribles vejaciones, y luego seria cazada y degollada.

Tenia que encontrar una manera de salir de ahi.

Las criaturas de la noche de repente se callaron, como si de pronto se percataran de la presencia de un depredador mas grande y peligroso. Nick aguzo los oidos. Alguien se acercaba a la barraca.

Al cabo de un momento, se giro la cadena de la puerta y resonaron los eslabones. Nick sintio que Ashley se despertaba de golpe.

– No -gimio-. Otra vez, no.

– Tranquila -dijo el, con voz ronca.

– No, ?tranquila, no! ?No puedo estar tranquila!

En la barraca hacia un frio penetrante, pero cuando la puerta se abrio y el viento de la noche llego hasta el como un manto gelido, se estremecio. Por primera vez, se dio cuenta de lo helada que debia estar Ashley.

La puerta se cerro. El Carnicero no dijo palabra.

Nick oyo el claqueteo de algo metalico, y Ashley lanzo un grito de dolor.

– ?Basta! ?No le hagas dano!

Nick le hablaba al violador mientras intentaba zafarse de sus cuerdas. Ashley no paraba de gritar, y luego comenzo a sollozar, hasta que un grito horrible rasgo el silencio de la noche.

El violador hablaba, tal como habia dicho Miranda. Alguna palabra suelta… mia, para siempre…, con grunidos y el ruido de un gran esfuerzo.

A Nick se le saltaron las lagrimas. De puro odio. Rabia. Impotencia. Oyo el entrechocar de las carnes desnudas mientras el Carnicero violaba a Ashley y usaba algo metalico para pincharla. Sus pechos.

El habia visto las cicatrices de Miranda. Ahora sabia como le habia infligido las heridas.

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