Esta bastante amargado por lo que le sucedio a su novia y no le gusta la policia, pero creo que es inofensivo.

– Me fio de tu intuicion. ?Donde estas ahora?

– Estamos de camino a Denver. Nos quedan unas dos horas. Por la manana hablaremos con la jefa de departamento de Larsen. Me llamo ella directamente. Dice que Larsen ha salido a hacer trabajo de campo, pero que puede mandar a alguien a buscarlo.

– ?Trabajo de campo? ?Que tipo de trabajo?

– El tipo es un especialista en… -dijo, como buscando entre sus notas-…eh, en halcones, creo. Les sigue la pista, hace seguimientos de la reproduccion, cosas asi. Las instalaciones de investigacion estan en Craig, pero Larsen trabaja cerca del Monumento Nacional Dinosaur.

– ?Donde esta eso?

– Yo se donde esta -dijo Miranda.

– Espera un momento, Colleen. – Quinn se volvio hacia Miranda.

– Esta en el noroeste de Colorado. A menos de ocho horas en coche de Bozeman. Y cae de lleno en el mapa del profesor Austin.

Miranda no podia dormir. Llevaba horas dandose vueltas y vueltas.

– Esto es ridiculo -farfullo, para si. Echo a un lado el edredon y se calzo las botas.

Quinn habia salido a medianoche despues de recibir una llamada de Olivia avisandole que la tierra encontrada en la camioneta de Nick coincidia con la tierra de la barraca donde estuvo Rebecca. Ademas, tenian una huella de pie entera, talla cuarenta y tres, del suelo del vehiculo. Nick calzaba un cuarenta y cuatro.

Quinn le habia dicho que durmiera un poco. Le hacia falta, y lo deseaba, pero tenia la cabeza hecha un torbellino. Cada vez que cerraba los ojos, le venia el recuerdo de la pequena foto de Larsen en su expediente universitario.

La sensacion era de irrealidad. Ponerle rostro al Carnicero. ?Seria Larsen? No lo sabia. Ahora le habia visto la cara, pero no podia decir con certeza que era el.

Casi le habia pedido a Quinn que se quedara a pasar la noche. Se pregunto si acaso el esperaba que ella se lo propusiera. Ahora deseaba haberlo hecho.

La rabia que cultivo durante tanto tiempo parecia haberse disipado en los ultimos dias. Al ver a Quinn la primera vez, se sintio muy irritada, asombrada y preocupada de que el viera que ocultaba ella detras de su fachada de mujer dura. Temia que fuera a cuestionar cada una de sus decisiones, o a censurar todo lo que dijera o hiciera.

Sin embargo, al despertarse esa manana, no temia lo que el pudiera decir al verla debatirse bajo la tension de la investigacion. Al contrario, tenia ganas de verlo.

Se puso el anorak grueso, enfundo la pistola y abandono el calor de su cabana. Se detuvo en el porche, respirando el aire frio. A pesar de estar bien abrigada, se echo a temblar. Esa noche haria unos siete grados. No bastaba para que la pobre Ashley se congelara, pero seguro que desearia estar muerta.

Miranda lo habia deseado.

Llego a medio trote hasta la entrada de los empleados de la hosteria. No se permitio a si misma dudar de su decision. Subio directamente por las escaleras hasta su habitacion y llamo a la puerta.

Quinn abrio. Llevaba unos pantalones de chandal grises y nada mas. Miranda se quedo sin aliento al ver su pecho desnudo. Creia haber olvidado lo guapo que era, pero no. Recordaba cada uno de los musculos bien definidos de su cuerpo. Ni un gramo de grasa.

Era tan perfecto ahora como lo habia sido a los treinta anos.

– No podia dormir -dijo, con la respiracion un poco acelerada. El corazon le martilleaba, expectante. Al venir, ella sabia lo que pasaria. Lo que esperaba que sucediera.

Lo necesitaba. Quinn espantaria sus demonios y la haria sentirse protegida. Deseable. Mas como mujer y menos como victima.

– Miranda…

Ella entro y cerro la puerta. Quinn le cogio la mano y tiro de ella.

– No me habia dado cuenta de lo mucho que te anoraba -dijo Miranda, con una voz ronca que no parecia la suya.

– Dios mio, como te he echado de menos, Miranda -dijo el. Y la beso.

Esta vez, no habia nada de timidez en el beso. Quinn le cogio la cara y se entrego a ella. Ella se sintio como si hubiera vuelto a casa.

Nunca habia dejado de amarlo. Quinn habia tenido una paciencia ejemplar con ella, y le habia prestado un apoyo increible. Le ayudo en todo, incluyendo la recomendacion para la Academia aun cuando pensara que no estaba preparada.

Los sentimientos de traicion y miedo que experimentaba Miranda fueron barridos por ese calido beso. Estallo el calor. Ella no quedaria satisfecha con un solo beso. Queria mas. Lo queria todo.

Queria que el volviera.

Quinn se aparto, la miro y fruncio el ceno.

– ?Que pasa? -pregunto.

– ?Que pasa? Nada.

– ?Y esto? -dijo, y le seco las lagrimas de la mejilla. Ella no se habia dado cuenta. Quinn se beso los dedos humedos, y luego la beso en la mejilla.

– Miranda, llevo tanto tiempo deseando que vuelvas a mi.

Ella le cogio la mano, le beso la palma y la guardo cerca de su boca.

– Me he dado cuenta de una cosa estos ultimos dias. Tu tenias razon. Yo queria ingresar en el FBI por motivos equivocados. Creia que la placa me daria el valor necesario. Que seria un escudo contra el miedo con que vivia cada dia.

– Miranda, eres la persona mas valiente que he conocido. Nunca has necesitado una placa para confirmarlo.

– Eso lo entiendo ahora. Pero no se si manana tendre el valor si tu no estas. Si Larsen es de verdad el Carnicero, no se como voy a enfrentarme a el.

– No tienes que hacerlo.

Ella asintio.

– Si que tengo que hacerlo. Iba a decir que no se como voy a enfrentarme a el, pero lo hare. Me demostrare a mi misma que puedo hacerlo. Pero sera mas facil si te tengo a mi lado.

Quinn la atrajo lo mas cerca posible, envuelta como estaba en sus capas de ropa.

– Miranda, estare ahi en todo momento.

– ?Me puedo quitar el anorak?

Quinn sonrio y la beso en la frente al tiempo que le ayudaba a quitarse la chaqueta. Y el jersey. Y la blusa, hasta que se quedo en camiseta y vaqueros. Era evidente que Quinn queria comersela. Ella se sintio arder bajo su mirada.

Se apoyo en la punta de los pies y lo beso.

El le sostuvo la cara con las manos y la beso una y otra vez, como queriendo compensar todos los besos que se habian perdido a lo largo de los anos. ?Como era posible que ella hubiera renunciado a todo ese afecto? Con cada beso, volvia a sentir esa calida intimidad que habian compartido, ademas de la paciencia de Quinn, su apoyo. Y la primera vez que hicieron el amor.

De sus labios escapo un gemido y el la llevo suavemente hasta la cama.

– Eres muy bella, Randy -murmuro, y sus labios le dejaron un reguero de besos en el cuello, hacia abajo y luego hacia arriba. Ella se estremecio, como sacudida por ligeras descargas electricas que le recorrian la columna.

Miranda lo atrajo, tirando de el, para besarlo con todas sus ganas, pero el se demoro con ligeras caricias, paseando los dedos lentamente por sus brazos, por encima de sus pechos, y luego de vuelta. Una sensacion tan seductora que a ella le entraron ganas de quitarle el pantalon del chandal.

Pero estaba disfrutando de cada delicioso instante. Habia pasado mucho tiempo, demasiado tiempo.

Ella se estiro y le acaricio la espalda. El la miro con sus ojos oscuros, y le temblo la mandibula, tal era su deseo contenido.

– Miranda, ?estas segura?

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