jersey de lana mojado y del miedo. Porque el miedo que despedia era palpable.

?O acaso era su propio terror?

Miranda llevo a la chica hasta un grueso pino ponderosa y la afirmo contra el tronco.

– Escuchame, Ashley -dijo, con su voz mas severa.

– Nos matara -la interrumpio Ashley-. Tu lo sabes. Sabes que nos perseguira. Lo he oido. Lo he oido en tu radio. Lo dijo ese poli. Viene a matarnos. Vamos a mo… a morir.

Miranda cogio a Ashley por los brazos y la sacudio con firmeza.

– Callate. -No queria perder la paciencia, pero el corazon le latia desbocado. No tenian tiempo. Larsen estaria cubriendo el terreno que los separaba tres o cuatro veces mas rapido que ellas. Aunque contaran con esa ventaja inicial de veinte minutos, ya no les quedarian mas de diez. Y solo si seguian avanzando.

Si corrian.

No. Nada de seguir corriendo. Acabaria aqui y ahora.

La lluvia arreciaba. Miranda echo una mirada a su alrededor. Podian aprovecharse del terreno.

Se encontraban en una parte ancha de la quebrada. Las rocas estaban como amontonadas en el centro, y un arroyo escualido corria por el lado norte y sur de las rocas. Aunque la ladera sur era mas escarpada, habia mas arboles caidos. Mejores sitios donde esconderse.

– ?Ashley!

– ?Por que me tratas tan mal? No me entiendes -dijo la joven. -En sus labios malheridos se dibujo un puchero y las lagrimas le rodaron por las mejillas -. Tu no sabes nada. ?Sueltame!

Miranda no la solto.

– ?Sabes quien soy?

– Miranda -dijo Ashley, con voz temblorosa.

– Soy Miranda Moore. En una ocasion, escape de ese cabron. No dejare que me mate. Ni a mi ni a ti.

Miranda quedo sorprendida de lo contundente que sonaba. Interiormente, estaba hecha un lio. No tenia idea de que pasaria cuando viera a Larsen. No sabia si se quedaria paralizada, si le entraria el panico o si chillaria enfurecida.

Pero si sabia una cosa: que no podian ir mas rapido que el. Y que, esta vez, ella tenia un arma y estaba fisicamente en forma y, lo mas importante, que tenia el factor sorpresa a su favor.

No volveria a ser la victima.

Ashley parpadeo, insensible a los hilillos de lluvia que le corrian por la cara. Temblaba de frio pero, al parecer, no se daba cuenta.

– ?Lo prometes? -pregunto, con una vocecilla infantil.

– Que Dios me ayude, pero tendra que matarme a mi antes de que lo deje tocarte. Pero tienes que hacer exactamente lo que te digo. Exactamente.

Ashley asintio con la cabeza, lentamente.

– Vale.

Diez minutos. Tenia diez minutos para ver si su plan funcionaba.

O Quinn la encontraria muerta.

Capitulo 33

Quinn ayudo a Charlie a sacar los equipos de montanismo de las camionetas en lo alto de la montana. Bajarian directamente haciendo rappel, con lo cual se ahorrarian mucho tiempo en llegar al fondo. Solo tenian dos cuerdas lo bastante largas, asi que Quinn y Charlie bajarian primero, seguidos por otros agentes.

– Diez minutos, como maximo -dijo Charlie.

Estaban a punto de empezar a bajar cuando sono la radio de Charlie.

– Aqui Charlie.

– Soy el agente Booker. Larsen acaba de pasar por la barraca y ha seguido en la misma direccion que Miranda. Ya le he avisado. Ahora tiene la radio apagada.

Mierda. Quinn queria hablar con ella, saber exactamente donde se encontraba. Enterarse de como estaba aguantando. Decirle que se cubriera las espaldas. Comunicarle confianza en su fuerza y perseverancia.

Sobre todo queria oir su voz.

– El sheriff Thomas esta mal -dijo Booker-. Necesita un medico.

– Mandaremos al paramedico enseguida despues de nosotros -dijo Charlie-. Veinte minutos.

– Recibido.

Charlie se volvio a Quinn.

– Vamos.

Quinn estaba en buena forma fisica, pero bajar por una pared haciendo rappel requeria el uso de unos musculos que el ignoraba tener preparados. Cuando llegaron abajo, estaba sin aliento.

Pero no podian detenerse. Echo un vistazo al paisaje de la quebrada. ?Donde estaba Miranda?

?Donde estaba Larsen?

Charlie llamo a Booker, y supo que el y Nick se encontraban a unos trescientos metros hacia el oeste.

– Vale, Booker. Aguanta. El equipo medico esta a punto de llegar.

Charlie se giro hacia Quinn y senalo el suelo.

– Mira.

La lluvia caia cada vez con mas fuerza, y Quinn apenas podia ver sus pies. Y entonces vio lo mismo que Charlie.

Unas huellas profundas entre las hojas que se dirigian al lecho rocoso.

– Por aqui -dijo Quinn.

Miranda intuyo la presencia del cazador antes de verlo.

No sabia exactamente como se habia dado cuenta de que no estaban solas en esa parte del bosque, pero de pronto el aire humedo se volvio electrico, la cortina gris de la lluvia se hizo mas tupida y sus oidos captaron todos los ruidos. El de la lluvia que golpeteaba sobre las rocas en el arroyo mas abajo, cuyo caudal seguia creciendo; y los gemidos suaves de los arboles meciendose en la tormenta.

Su propio aliento entrecortado.

Habia intentado cubrir sus huellas, pero era casi imposible con el limitado tiempo del que disponia para llevar su plan a la practica. Esperaba que Ashley guardara silencio. Era lo unico que tenia que hacer. Esconderse y estarse callada.

Doce anos antes, Miranda se habia enfadado con Sharon mientras huian del Carnicero. Cada vez que Sharon gritaba, ella se encogia de terror, temiendo que su amiga atraeria al Carnicero directo hacia ellas. Que el las alcanzaria y las mataria.

Era lo que Sharon habia hecho.

Los tiempos habian cambiado. A pesar de que Miranda hacia una mueca cada vez que Ashley gemia, ahora lo entendia. ?Como podia juzgarla con tanta dureza por su miedo?

Era el mismo miedo que se apoderaba de ella, que le reptaba por la espalda, paso a paso, minando su determinacion.

Tendria que haber seguido. A la larga, Larsen las habria alcanzado. Pero quiza no. Ella tendria que haberse quedado con Nick. Si hubiera mirado mas detenidamente, quizas habria encontrado un lugar mejor donde ocultarse. O se habria quedado en la barraca, esperando a que el entrara.

Tenia que dejar de dudar de si misma. Su miedo aumentaba porque el se acercaba.

Maldita sea, ?donde estaba? Ya tendria que haber aparecido.

Seguro que no cometeria el error de pasearse por el centro de la quebrada. No, seguiria sus huellas, se

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