Ese hombre tenia unas ganas desesperadas de hacerle dano.
– No creo… -comenzo a decir Michael. Rowan abrio los ojos. Quinn estaba en la entrada del comedor y miraba con el ceno fruncido en su bello rostro.
La companera de Quinn, Colleen Thorne, estaba detras de el. Rowan se acordaba de Colleen de sus tiempos en el FBI, una agente tranquila, discreta, que Rowan respetaba, aunque nunca habian sido amigas, lo que no era ninguna novedad. Rowan no trababa amistad facilmente con sus colegas. Era mas facil mantener sus distancias con la gente que cultivar vinculos que pudieran herirla.
Colleen la saludo con un gesto de la cabeza y ella respondio al gesto. Miro a Quinn.
– ?A quien ha matado? -pregunto.
– A una madre divorciada con sus dos hijas -dijo Quinn.
– Portland. Harper.
– ?Que esta pasando? -pregunto Michael.
– Una de las victimas era una nina de cinco anos, a la que, por lo visto, le habian cortado el pelo. Color castano -anadio Quinn.
– Otro crimen de imitacion.
Quinn sacudio la cabeza.
– Si y no. En el libro, una familia de apellido Harper es asesinada. Una mujer y sus dos hijas adolescentes. Es el mismo apellido, una hija adolescente, pero otra de cinco anos. En la novela de Rowan, a la nina asesinada no le cortan el pelo.
– Pero ?estas seguro de que lo ha hecho la misma persona? -pregunto Rowan, aunque ella misma no tenia la menor duda.
– Dejo tu libro en la escena del crimen -dijo Quinn, con expresion grave. Se sento ante la mesa, frente a ella-. Las diferencias con la novela podrian ser personales, quiza sus propios fetiches enfermizos. Tal vez no pudo encontrar a una familia Harper en Portland que coincidiera con la descripcion, de manera que introdujo una ligera variacion.
Quinn tambien se puso guantes y metio la caja, el papel y el pelo en una bolsa de pruebas. Se lo entrego todo a Colleen. Le dijo algo que Rowan no alcanzo a oir, y su companera salio del comedor.
La novela de Rowan. La culpa de Rowan. Cerro los ojos y apoyo la cabeza en las manos, sabiendo que debia conservar la cordura. Sabia que el asesino se habia desviado deliberadamente de la novela porque conocia su pasado. Y, por algun motivo, estaba seguro de que la mataria cuando terminara de destruirla.
?Quien era ese cabron? ?Como sabia de la existencia de Dani? Rowan no creia en las coincidencias. Tenia que saber algo de su hermana menor.
Pero nadie sabia que a Dani la habian asesinado.
De repente, algo encajo en su lugar. Sus recuerdos sobre el asesinato de los Franklin la otra noche. La pequena tambien tenia el pelo castano. Fue esa vision de la pequena masacrada en su cama, con sus coletas negras, lo que habia impulsado a Rowan a devolver su placa.
Otra conexion con Nashville. ?El tipico asesinato con suicidio? Quiza no. Quizas habia algo mas.
– Quinn. Esto tiene que estar relacionado con el asesinato de los Franklin. Hable con Roger de ello. Me dijo que me mandaria los archivos.
– Pero tu no trabajaste en ese caso -dijo Quinn, frunciendo el ceno. La miro con esos ojos suspicaces que ponia durante los interrogatorios.
Ella se resistio al impulso de encerrarse en si misma. No soportaba tener que mostrar su debilidad para que el mundo entero pudiera verla.
– Fue mi ultimo caso. Yo hice la primera inspeccion. Y despues renuncie.
Michael y Quinn guardaron silencio, de pie frente a ella como centinelas en un interrogatorio, esperando que en algun momento se quebrara. Quiza no. Quiza no era mas que su miedo. De volver a derrumbarse. Una vez mas.
Adopto una postura firme y dejo descansar las manos sobre la mesa, como si estuviera relajada. Evito jugar con la taza. No sabia si tenia fuerzas para luchar contra aquel mal desconocido, pero no iba a mostrar su debilidad al resto del mundo.
– Llevaremos el pelo al laboratorio y lo analizaremos para confirmar si corresponde a la victima -dijo Quinn-. He llamado a Roger, que estuvo en la escena del crimen, para saber que piensa de lo del pelo. Es la segunda vez que el asesino se ha puesto en contacto contigo directamente. Esta muy cerca.
El tipo iba a por ella. Lo sabia. Si la policia o el FBI no lo pillaban antes, vendria a buscarla. El asesinato de los Franklin pesaba sobre su conciencia. Si no hubiera renunciado al FBI cuatro anos antes, ?habria cambiado algo? Si hubiera seguido con el caso como la buena agente entrenada por el FBI, dejando de lado todos sus sentimientos personales, ?el resultado habria sido diferente? No lo sabia, y el hecho de no saberlo se anadia al peso que llevaba encima.
Tanta muerte en su vida. Quiza su propia muerte la liberaria algun dia.
– Habra uno mas -aviso Rowan, con voz temblorosa. El asesino habia escogido un asesinato de cada uno de sus tres libros. ?Los habia escogido al azar? ?O tenian una relevancia especial para el asesino? Rowan carraspeo-.
– Estaremos atentos -dijo Quinn-. La policia de Washington D.C. esta alerta. La prensa se ha cebado con esta historia y ya ha publicado los nombres de las mujeres que mueren asesinadas en tu novela. Supongo que los libros estaran agotados en todas las librerias. -Empezo a sonreir, y luego se dio cuenta de que habia metido la pata-. Lo siento, Rowan, no queria…
Ella dejo la taza en la mesa con tanta fuerza que se hizo trizas. La rabia acumulada contra el asesino desconocido se volvio de pronto contra Quinn. ?Como se atrevia a decir una cosa asi? Como si ella no lo supiera. Como si toda aquella publicidad no deseada no la pusiera enferma de los nervios. El asesino la habia despojado del unico placer catartico que poseia: el placer de escribir, inventarse historias donde el bien siempre triunfaba sobre el mal. No sabia si algun dia volveria a escribir.
– ?Como te atreves? Es dinero manchado de sangre. ?No pienso ni tocarlo! -Echo la silla hacia atras y paso como un torbellino junto a Michael y se alejo por el pasillo hacia su estudio.
El portazo dio el toque final.
– Mierda -dijo Quinn, mesandose el pelo-. Deberia pedirle perdon.
– ?Por que no le da un poco de tiempo? -dijo Michael. No dejaria que Quinn se acercara de nuevo a Rowan. Era evidente que habian compartido algo en el pasado.
Quinn miro a Michael de arriba abajo.
– Senor Flynn, Rowan y yo hemos sido colegas y amigos mucho tiempo -dijo-. Voy a hablar con ella.
Michael le cerro el camino.
– Dele un poco de tiempo -insistio Michael. Los dos eran igual de altos, pero Michael pesaba al menos seis kilos mas que Quinn, todo musculo.
Se quedaron asi mirandose, cara a cara, durante un buen minuto. Michael estaba decidido a negarle a Quinn el acceso a Rowan, mientras Quinn media las ventajas y desventajas de enfrentarse al guardaespaldas. Fue Quinn el que rompio el silencio.
– Dejare a Rowan por esta noche, pero tiene que venir al cuartel general del FBI manana a revisar esos casos suyos.
– Es lo que ha estado haciendo aqui -observo Michael.
– Hemos encontrado unos cuantos que requieren una atencion mas detallada. Su conocimiento y familiaridad con estos casos es importante.
– Yo la acompanare.
– Gracias -dijo Quinn cuando abria la puerta para irse-. Se lo agradezco.
Rowan oyo que se cerraba la puerta de entrada y se sintio aliviada con la partida de Quinn. Era un buen agente pero, maldita sea, ella creia que la conocia mejor. El dinero. Le importaba un rabano el dinero. Ella escribia porque tenia que hacerlo, como una purga del dolor que habia guardado encerrado tantos anos. En sus libros, la justicia siempre triunfaba. En su mundo de fantasia, los malos siempre morian. Las victimas eran
